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APROVECHAMIENTO Y CONSERVACIÓN DE LA RIQUEZA NATURAL: OPORTUNIDAD DE CAMBIO

Mario Jiménez Suárez by Mario Jiménez Suárez
14 junio, 2018
in Edición 1
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Post Views: 26

Mariposa en pavimento

Estimados lectores, quiero aprovechar el inicio de esta sección, para reflexionar por dónde empezar para lograr un verdadero bienestar de la gente y poder frenar ese tipo de “progreso” que después de cien años, nos ha llevado a situaciones ambientales que ponen en riesgo la vida o deterioro de la salud de las personas, como el cambio climático o la contaminación de cualquier tipo. Desde luego, encontrar alternativas de solución a los diversos problemas medioambientales, es un tema que ha despertado la inquietud de científicos, políticos, religiosos, académicos, entre otros, pero algo falta. Las estadísticas demuestran que pese a los avances, en lugar de vivir en mejores condiciones, observamos una pérdida de bienestar en la mayoría de las ocasiones.

¿Hasta qué punto el desarrollo que ha tenido la humanidad desde 1950 a la fecha, ha contribuido realmente, a mejorar el bienestar de la gente?. Ese conocimiento del planeta y los avances tecnológicos alcanzados, ¿en qué medida han beneficiado o, solo han servido para colocar a la sociedad, bajo un modelo de vida consumista, más allá de lo esencial, con graves problemas de desigualdad social y un deterioro acelerado del ambiente?

En los diversos campos de la ciencia, los descubrimientos e inventos han sido sorprendentes, por ejemplo: en la medicina han logrado reemplazar órganos y diversas partes del cuerpo, para perdurar y mejorar la calidad de vida de la gente; en la agricultura, el crear alimentos con propiedades diferentes a las naturales como color, tamaño, rapidez de crecimiento y resistencia, hoy es normal, gracias a la ingeniería genética; o en la mecatrónica, donde se ha llegado al grado de sustituir al hombre por robots para realizar múltiples actividades de la vida diaria, no se diga, de todos los componentes electrónicos que se inventan todos los días para “mejorar o facilitar” las labores de las personas. Todo ello, y mucho más, ha contribuido a alargar la vida promedio del ser humano en condiciones aceptables.

Es innegable, que estos y otros adelantos, han beneficiado en cierta medida a la sociedad, pero a su vez, ocasionan conflictos entre la naturaleza y el medioambiente, cuyo impacto negativo es peligroso para el hombre mismo, y en general, no se valora en su justa dimensión, como es el caso de los residuos plásticos, productos o artículos contaminantes, etc.

Es así que se vuelve urgente, que antes de poner en el mercado cualquier producto o servicio, se exigiera por parte de la autoridad correspondiente, un estudio sobre los efectos negativos posibles al medioambiente y sus consecuencias a corto, mediano y largo plazo, para evaluar la conveniencia de introducirlo al mercado o buscar antes su mejora. Algo similar a los medicamentos con sus observaciones por efectos secundarios. Esta medida serviría para forzar a los fabricantes o prestadores de servicios, a introducir la variable ambiental en sus actividades y orientar su pensamiento y sus esfuerzos hacia la sustentabilidad, de manera más efectiva e integral, para ser más competitivos.

En 1950, según la ONU, había 2,600 millones de personas en el mundo, con una vida promedio de 45 años. Actualmente, la población humana rebasa los 7,000 millones, con una esperanza de vida arriba de los 75. Esto significa que tan solo en 70 años, se triplicó la población con una probabilidad de vida del doble; gracias, entre otros factores, a los adelantos de la medicina y ciencias afines. Aunado a esto, las personas se están concentrando en áreas urbanas; la ONU estima que alrededor del 60% de la población mundial vive en centros urbanos y el INEGI señala que en México, el 80% vive en localidades urbanas, trayendo consigo grandes problemas y retos para enfrentar la necesidad de alimento, vivienda, educación, recreación, empleo, etc. en esas zonas, más allá de crear las condiciones de infraestructura para una vida digna. Fenómeno que requiere de manera rápida y efectiva, bienes y servicios que puedan satisfacer la demanda en el menor tiempo posible, pero como se señaló anteriormente, si se olvida evaluar el impacto que tendrán esos bienes y servicios en el ambiente se pondrá, eventualmente, en riesgo el bienestar de los ciudadanos, llegando al grado de desaparecer bosques, agotar mantos acuíferos, destruir campos de cultivo, contaminación de todo tipo, aparición de enfermedades o situaciones dañinas al ser humano como el distrés o intoxicaciones, e incluso afectar drásticamente el clima de ciertas regiones y del planeta en general. Se olvida que la naturaleza, es el abastecedor fundamental para cubrir las demandas humanas y lograr un mejor bienestar, por lo que resulta esencial conservarla en buen estado.

A la sociedad mexicana se le presenta una gran oportunidad de mejorar su situación ambiental, social y económica, con el proceso electoral que vive y está a punto de culminar. Es el momento de hacer valer su fuerza ante los candidatos a puestos públicos, para escuchar y analizar alternativas de cambio, proponer y solicitar nuevos y más eficaces modelos sociales y económicos. Desde luego, incluyendo en toda propuesta o proyecto la valoración ambiental de las acciones, para estimar sus efectos, positivos y negativos, sobre la naturaleza y medioambiente, con el fin de buscar el máximo aprovechamiento y mínimo deterioro de la riqueza natural y con ello lograr la justa medida. Hasta ahora, la mayoría de los candidatos y sus partidos han sido omisos al no incluir en sus planes y propuestas la variable ambiental.

Si con las propuestas electorales, de verdad quiere lograrse un país mejor, las tres dimensiones del desarrollo sustentable deberán estar incluidas de manera conjunta para tomar las decisiones correctas y lograr ese punto de equilibrio entre el desarrollo social, el económico y la conservación de nuestra riqueza natural.

Por ello, como mexicanos, no debemos dejar pasar esta oportunidad, para exigir a los candidatos, en este preciso momento, que expongan de manera clara y precisa, como manejarán las tres variables del desarrollo sustentable, en todas las acciones de gobierno que les corresponderá realizar, para evaluarlas, ya sea de manera individual o en grupo, con el fin de elegir la mejor y obligarles, de esta manera, a presentar programas integrales. Hasta la próxima.

Tags: avances tecnológicoscambio climáticoconsumismocontaminacióncrecimiento poblacionaldeterioromedio ambientenaturalezaONUpoblación urbanaprogreso
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Marcela Jiménez Avendaño

Mario Jiménez Suárez

Mario Jiménez Suárez

Profesor del Tecnológico de Monterrey, campus Puebla y de la UPAEP, ingeniero civil de profesión, con doctorado en Desarrollo Regional e investigaciones sobre el desarrollo de la sociedad y su impacto en el medioambiente, principalmente, en la dimensión urbana. Ha presentado sus trabajos en diversos foros, nacionales e internacionales, lo que le ha valido diversos reconocimientos. Autor y coautor de artículos y libros en diversos medios de prestigio. Actualmente, director y participante de importantes investigaciones sobre medioambiente y sociedad. Una mirada retrospectiva de cómo ha cambiado nuestro planeta, invita a meditar hasta qué punto los avances en la ciencia y en la tecnología, han servido para mejorar o deteriorar nuestras vidas. Cuestionamiento que ha llevado a Mario Jiménez, ingeniero civil por la UNAM, a profundizar en el tema, a través de sus estudios de doctorado en el área del desarrollo sustentable, que le han permitido participar en diversas investigaciones a nivel nacional e internacional, con el apoyo de la UPAEP, universidad poblana donde labora, con el propósito de reflexionar sobre el impacto negativo que ha tenido el hombre sobre la naturaleza y buscar vías que lo atenúen. Actividad que le ha abierto las puertas para relacionarse con diversas personas y grupos de interés, así como presentarse en diversos foros, dentro y fuera del país para expresar y actuar, ante la preocupación por los daños al ambiente que provoca la humanidad y sus consecuencias, y sobre todo, plantear medidas que puedan reducir ese abuso desmedido de los recursos naturales por el hombre. Labor que le ha valido ser reconocido por diversas instituciones como la Universidad del Caribe, el INAH, las universidades estatales de Portland y Oklahoma en E.U, los gobiernos estales de Puebla, Oaxaca y Tlaxcala. Más ignorancia o mayor conocimiento, ¿qué será mejor?, pregunta en la que sigue cavilando su respuesta.

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