En 2006, Andrés Manuel López Obrador exigió un recuento voto por voto, casilla por casilla. El tribunal electoral se lo negó y las dudas se volvieron abrumadoras. La idea del fraude germinó en la mente de un buen número de mexicanos y Felipe Calderón se convirtió en un presidente ilegítimo.
Hace unos días, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordenó abrir todos los paquetes de la elección poblana en el contexto de un fallo considerado histórico. Después de doce años de aquella exigencia lopezobradorista, por fin se concretaba.
La primera reacción del ex candidato de MORENA a la gubernatura, Luis Miguel Barbosa, fue de molestia. Lejos de sacar el confeti y la matraca, dejó asomar el mal humor. Yeidckol Polevnsky, dirigente nacional de ese partido, prefirió guardar silencio. Lo mismo hicieron diputados locales y federales. Nadie entendía lo que pasaba. Del lado opuesto hubo buenas reacciones. Martha Erika Alonso, gobernadora electa, celebró la decisión del tribunal. A esa expresión se sumó la dirigencia nacional del PAN.
En ese contexto inició el nuevo conteo. Representantes de todos los partidos se fueron a la Ciudad de México. Los votos empezaron a salir, no así las irregularidades que los morenistas esperaban por decenas de miles. Ante ese escenario, los enviados de Barbosa empezaron a descalificar el proceso y enumeraron las fallas. Mínimas fallas. Fallas humanas que se dan en cualquier elección. Los nervios hicieron presa a sus emisarios. Gabriel Biestro, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso local, empezó a impugnar a gritos en una mesa. Un magistrado lo echó del lugar.
Abrir los paquetes electorales es sinónimo de una enorme autopsia. Imagine el lector el cadáver de un gigante sobre el césped del Estadio Azteca. Imagine a miles de observadores acuciosos. Imagine lupas y microscopios por todas partes. Cualquier rastro de veneno puede ser detectado. Cualquier síntoma. Cualquier anomalía. La autopsia dirá si el cadáver fue manipulado o no. En esas condiciones no hay probabilidad de error.
Si la elección de 2006 hubiese pasado por ese filtro, López Obrador habría sido nombrado presidente de México. Por eso precisamente se impidió el recuento voto por voto. Desde su pesadumbre, Barbosa dijo que los paquetes electorales habían sido manipulados por las autoridades electorales poblanas y que, en consecuencia, el recuento no cambiaría las tendencias. En otras palabras: se curó en salud.
Han sido recontados todos los distritos electorales del estado de Puebla. Los números no se han movido gran cosa. Los porcentajes se mantienen como estaban. Roy Campos, dueño de Mitofsky, advirtió hace unos días que el gran perdedor de este ejercicio histórico será MORENA, pues en el imaginario colectivo quedará la idea de que su candidato perdió dos veces y que, pese a eso, seguirá pidiendo la anulación de la elección.
No entienden que no entienden. Ésa es la frase que parece condensar esta trama.