A la memoria de
Don Lorenzo Calleros Rodríguez
La relación entre medio ambiente y política internacional ha sido, desde sus inicios, un espacio de equilibro entre la conveniencia inmediatista de la política interna, y el cálculo sobre el desarrollo posible a futuro, el cual requiere mantener la cooperación internacional, al menos en lo declarativo. En las últimas semanas, tal relación ha mostrado en toda su miseria el alcance de la primera dimensión, aunque sin prescindir completamente de la cooperación.
De esta forma, ante los 74 mil incendios que consumen partes considerables de la Selva Amazónica, los presidentes de Brasil, Jahir Bolsonaro, y de Francia, Emmanuel Macron, protagonizan una serie de reclamos e insultos cruzados que serían risibles, si no tuvieran consecuencias fatales. Esto, luego de que el presidente Emmanuel Macron, haciendo gala de extraordinaria habilidad diplomática, logró garantizar una aportación de 20 millones de dólares, por parte del G7 reunido en Biarritz, Francia, para apoyar el combate a los incendios de la Amazonia.
Un día después, sin embargo, el presidente de Brasil, Jahir Bolsonaro, ha rechazado la ayuda económica del G7, y ha establecido como condición para aceptarla que su homólogo francés se disculpe por los “insultos” emitidos vía Twitter al mismo Bolsonaro. La situación parece una exageración y un exceso por parte de Bolsonaro, pues fue el brasileño quien inició el cruce de mensajes ofensivos, al dar retweet a una comparación entre las imágenes de las primeras damas de Brasil y Francia, desfavorable para ésta última.
Macron, por su parte, expresó su deseo de que pronto los brasileños tengan un mandatario que “esté a la altura”. Éste es el supuesto ” insulto” por el que debería disculparse para que Bolsonaro aceptara graciosamente la ayuda ofrecida por el G7. La coronación del gran esfuerzo diplomático de Macron ante el G7 requiere de tal disculpa. Podría expresar tal vez que “La Amazonia y el liderazgo mundial bien valen una muestra de humildad.” Vamos a ver si Macron lo hace y solventa así su exabrupto, que dicho sea de paso fue una respuesta muy merecida al derechista que no se caracteriza por su sutileza.
Pero más allá de estos dimes y diretes, la cuestión de fondo es si salvar lo salvable de la Amazonia justifica una mayor intervención internacional, dado el evidente desinterés del gobierno brasileño en atender la emergencia ambiental como es debido. ¿Qué debe proceder si Bolsonaro insiste en hacerse el ofendido e impide la llegada de fondos vitales para combatir los incendios? ¿O si inventa cualquier otra excusa para rechazar la inyección de recursos al Fondo Amazonia? ¡Cuidado!, que el fantasma del injerencismo y el imperialismo podría recorrer en mundo, otra vez, si un mandatario incapaz, ambicioso y obstruccionista da la excusa perfecta para ello.
No obstante, se debe destacar la trascendente declaración del presidente Macron, en torno a que “la agenda internacional resulta indisociable de la agenda francesa”, durante la reunión del Grupo de los Siete países más desarrollados del mundo, el G7. La expresión denota más que un mero ejercicio retórico, dada la audacia con la que ha conducido la reunión en temas clave para el mundo, como la relación Estados Unidos-Irán, la emergencia ambiental en el Amazonas, y la Guerra Comercial Estados Unidos-China.
Con Irán y Estados Unidos, el presidente francés ha forzado en avance en las negociaciones al invitar a la cumbre al ministro de Relaciones Exteriores iraní. Con ello, Trump quedó frente a frente con el mismo Mahamad Javad Zarif, para retomar un diálogo que parecía totalmente interrumpido. En el segundo tema, Macron lidera el envío de 20 millones de euros para combatir los incendios en la Selva Amazónica, a pesar de los comentarios majaderos que ha hecho el presidente brasileño, Jahir Bolsonaro, por Twitter, sobre el aspecto de su esposa. Y en el tercer tema, Macron ha contribuido a generar un entorno favorable para la distensión entre Estados Unidos y China, con el fin de evitar una escalada en la guerra comercial que no beneficia a nadie.
De esta forma, Macron concluyó el tercer día de la reunión del G7 como un líder indiscutible de talla mundial, quien definitivamente no cree en la visión parroquial de que “la política interior es la mejor política exterior”, como lo ha afirmado el presidente mexicano, López Obrador, y que lo tiene aislado en varios frentes e iniciativas multilaterales. De tal forma que México no tiene una postura reconocible en ninguno de los tres temas mencionados en Biarritz.
Por su parte, la ambición expansionista estadounidense se ha vuelto a manifestar, ahora mediante la propuesta de una adquisición hostil del territorio danés de Groenlandia. Así como ocurrió con Texas en el siglo XIX, el Tío Sam busca expandir el “área de libertad” mediante la compra de territorio adyacente, quiera o no el anterior propietario. La ambición gringa se dirige ahora hacia una isla casi despoblada, que el cambio climático ha vuelto sumamente valiosa, dado el deshielo inminente de sus glaciares. Como buen inversionista inmobiliario, Donald Trump ya avizoró el gran valor que a futuro puede adquirir el territorio de Groenlandia, y buscará hacerse de él a como dé lugar.
En el siglo XIX, los embajadores Poinsett y Butler ofrecieron a México, respectivamente, uno y dos millones de dólares por Texas. El gobierno mexicano rechazó ambas ofertas, pero EU buscó por todos los medios hacerse de ese territorio, hasta que por fin lo obtuvo luego del conflicto militar que significó la independencia de Texas. La posterior anexión de Texas a los Estados Unidos fue sólo la culminación de un proceso de expansionismo que no se detuvo en el Río Bravo, sino que incluyó a los estados de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Colorado, Utah, y un trozo de Wyoming.
En más de una ocasión, Trump ha hecho pública su admiración por Andrew Jackson, quien nunca quitó el dedo del renglón para hacerse de Texas. Como su predecesor, Trump seguramente buscará echar mano de todos los recursos a su alcance para obtener Groenlandia.
Por ello, Trump se saltó las formas diplomáticas y mediante mensaje por Twitter canceló su visita de Estado a Dinamarca, luego que la primer ministra de ese país declarara que Groenlandia no está a la venta. Dinamarca ya ha manifestado que cancelar una visita de Estado por vía Twitter es una ofensa. Ahora los Estados Unidos deberán pedir disculpas o escalar el conflicto. Sólo que Dinamarca no está sola, pues detrás de esta nación se encuentra toda la Unión Europea.
¿Estará dispuesto Trump a entrar en conflicto con la UE con tal de avanzar su propósito de satisfacer su expansionismo? Trump lo hará sin duda, máxime que ello amplía sus posibilidades de reelección por la popularidad que seguramente tendrá la ocurrencia entre sus votantes.
En el fondo de las causas, los compromisos internacionales con la protección del medio ambiente pasan por la preservación de los intereses nacionales, que son interpretados, en cada caso, por la élite política en el poder. Y en ese tenor, se elige si se avanza o no en la protección ambiental, aunque sin cerrar del todo la posibilidad de una cooperación a futuro.