Desde Cabo Cañaveral, Florida, en la plataforma 39A del Centro Espacial Kennedy, despegó el pasado 22 de abril un cohete Falcon 9 de la empresa SpaceX con el séptimo lote de 60 satélites de la red de internet de alta velocidad conocida como Starlink.
Mediante un tuit, el propietario de SpaceX, Elon Musk, festejó que ya se encuentren en operación un total de 420, Parecen muchos, pero no lo son. Representan apenas el 10 por ciento del proyecto que pretende, para 2024, tener 4 mil 425 satélites en órbita alrededor de la Tierra.
Según la empresa, su red alcanzaría “lugares donde el internet es poco confiable, costoso o simplemente no está disponible”. Elon Musk aseguró que en tres meses abrirá una conexión privada, y tres meses después una conexión abierta al público para usar el internet de alta velocidad en el norte de Estados Unidos y Canadá. Para 2021 darían servicio a nivel mundial.
Para llevar al espacio los satélites Starlink, SpaceX usa el cohete Falcon 9 que cuenta con nueve motores Merlin 1D+ y una capacidad para llevar 22 toneladas a órbita baja -como es el caso: 550 kilómetros- y de ocho toneladas a órbita geoestacionaria: 35,786 kilómetros. Cada satélite tiene un peso de 260 kilogramos, lo que multiplicado por 60 nos da un total de 15.6 toneladas. El Falcon 9 es un cohete espacial parcialmente reutilizable que abarata los costos del envío de transporte de carga al espacio.
A pesar de las críticas que recibió al principio, la idea de Elon Musk era que la primera etapa del cohete debería de aterrizar por sí sola de manera vertical. Si consideramos que esta etapa mide 70 metros de largo, un aterrizaje vertical parecía algo imposible de lograr, pero se hizo. Durante el vuelo número 20 del Falcon 9, realizado el 22 de diciembre de 2015, se realizó dicha proeza, por vez primera se consiguió un retorno exitoso y un aterrizaje vertical.
Cada satélite cuenta con un panel solar y cuatro antenas que pueden ser redirigidas en poco tiempo y son propulsados por un motor de iones que usa Kriptón. Parece ciencia ficción dado que Krypton es el planeta donde nacieron Superman y Supergirl, sin embargo, este elemento sí existe, es el número 36 de la tabla periódica y se encuentra entre el bromo y el rubidio.
Los satélites son dejados por el Falcon 9 en una órbita elíptica a una altura de entre 212 y 386 kilómetros y, posteriormente, usan sus propios motores de iones para entrar en una órbita estándar con altitud de 550 kilómetros; cuentan con rastreador de estrellas que les dota de capacidad para colocarse en el sitio exacto y, así, garantizar el mejor funcionamiento posible de la banda ancha; de igual forma, tienen un sensor que detecta los escombros para evitar que colisionen con ellos; y, al dejar de funcionar -tienen una vida útil de entre uno y cinco años-, abandonan su órbita y se queman al entrar en la atmósfera terrestre, con objeto de no dejar basura espacial.
Uno de los principales problemas que han generado es con los astrónomos de todo el mundo, quienes están preocupados porque estos aparatos son tan brillantes que interfieren con las observaciones del espacio. Tras estas críticas, el propio Elon Musk y sus ingenieros afirmaron estar trabajando en formas de reducir el brillo de sus satélites incluyendo un revestimiento exterior más oscuro o una “sombrilla”. Si se quejan ahora que hay 420, no imagino lo que sucederá cuando haya diez veces más.
Otro problema surgido a partir de su puesta en órbita es que ha provocado numerosos avisos de avistamientos de OVNIS. Resulta que pueden observarse desde la tierra a simple vista y van uno seguido de los demás, como en fila india o formación de tren, confundiendo a quienes los ven.
En enero de este año, Elon Musk adelantó algunos detalles de las conexiones de usuarios a su red satelital. Según él, se necesitará algo llamado “Starlink Terminals V1”, que en sus propias palabras parece “un OVNI delgado, plano y redondo sobre un palo”.
La terminal de Starlink medirá 0.48 centímetros y será proporcionada por SpaceX como parte del servicio de internet, ésta se ajustará de forma automática de acuerdo a la posición del satélite. Musk informó que las terminales habrán de ser tan simples para que sea el propio usuario quien las instale a partir de dos instrucciones: conectarlas al enchufe y apuntarlas al cielo. SpaceX ya obtuvo la autorización de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC) para construir un millón de estas terminales terrestres y aunque esta cantidad no parece mucho frente a 120 millones de hogares en Estados Unidos, su servicio de internet satelital intenta cubrir al 3 o 4 por ciento de la población que nunca ha sido atendida por los proveedores tradicionales.