En un espíritu corrompido no cabe el honor. Tácito
Se dice que cuando el emperador romano Calígula enloqueció, nombró cónsul a su caballo Incitatus y le declaró la guerra a Poseidón, enviando a su ejército a tirar flechas al mar para tratar de hacer el mayor daño posible a ese dios mitológico.
Hay creencias de que la locura de ciertos gobernantes se debe a un poder ilimitado y, por consiguiente, al no tener oposición más allá de las leyes, estas comienzan a estorbar de manera tal que se pide que sean modificadas y así jugar a las apariencias de no ser violadas. Hay otros quienes atribuyen dichas locuras al consumo de vino en recipientes de plomo y, otros más, dan por hecho que locos ya estaban y sólo requerían un detonante para manifestarlo.
En México creemos cada vez más que han sido nombrados varios “Incitatus” en diversas dependencias; también vemos conflictos del presidente con diversos enemigos quijotescos imaginarios tipo molinos de viento (parques eólicos) que el líder confunde con “mostros” neoliberales que deben de ser aniquilados con su ejército de chairos panza.
Otro emperador romano, Nerón hacía tiempo que andaba murmurando que la ciudad estaba mal construida y que se debería rehacer toda según un plano urbanístico más racional. En julio del año 64 un poderoso incendio destruyó Roma, tal como sucedió con un Aeropuerto en Texcoco, que más que una decisión de Estado fue un capricho que pintó de cuerpo completo al presidente mexicano actual y definiría su actitud desde el primer día del gobierno. No fue necesario un incendio literal pero sí lo fue mediático, encendió los ánimos, polarizó y todo para mimetizar la voluntad de cierta parte del pueblo, su pueblo, con la suya. Como auténtico jefe de régimen totalitario de Roma, creyó que, dado el desastre, antes que repararlo era mejor hacerse de un chivo expiatorio a quien atribuírselo y achacárselo, pues los gobernantes de esa época (y de la actual) antes se mueren que reconocer que fallaron.
Nerón fue sin duda un personaje al que los remordimientos, el rencor y el hambre de poder lo atormentaban, Por ello se entregó a los más disparatados excesos. Tenía la particularidad de dar representaciones teatrales en donde él mismo se representaba (algo así como las mañaneras de López Obrador, en donde él es el dueño del show); le producían un placer cuasi orgásmico el competir junto con jóvenes artistas en los concursos de poesía y de música; se creó un cuerpo de cinco mil caballeros para aplaudirlo cuando cantaba delante del pueblo ¿les suenan Lord Molécula, Gibrán, el Chapucero, John Ackerman, Atolini y tantos otros?
Nadie niega la gran popularidad que llegó a tener Nerón, sin embargo, sus últimos años le dieron una pésima fama dados los estragos que generaron 5 de sus peores decisiones y que lo colocan uno de los peores gobernantes de la historia;
- Sus asesores Séneca y Burro, lo abandonaron. Durante los primeros cinco años de gobierno se conocieron como el “quinquenio áureo de Nerón”. Con su ayuda, se comportó de modo justo, pero cuando estos dejaron de asesorarle (¿les suena la renuncia de Urzua?), los frenos y filtros que estos consejeros ejercían sobre él se disiparon, y el emperador mostró el cobre. Fue entonces cuando, desbocando en la megalomanía que lo distinguió, se alejó del Senado y pasó la toma de decisiones que le convenían al pueblo.
- Romper los esquemas. Las políticas públicas seguidas por Nerón dejaron un objetivo muy claro: abandonar, denunciar y repudiar el modelo imperial de sus antecesores. Le encantaba ser visto como alguien poderoso en sus formas de presentarse a la plebe, pero sobre todo gustaba de ser catalogado como poco tradicional y, por ello, atacaba sin recato lo que representaba a la clase aristócrata (a los fifís).
- Alza impositiva a la aristocracia (Senado), a los ricos y a los comerciantes para tenerlos sometidos. Este fue un ataque populista directo a las bases económicas del Imperio. (¿les recuerda el pase de charola de Palacio Nacional?
- Persecución de cristianos, buscando siempre culpables de la desgracia de Roma.
- Incendio de Roma. Hay una leyenda que asegura que el emperador romano tocaba su lira mientras ardía Roma, algo así como la organización de rifas en plena pandemia con sus miles de muertos. Y no es de sorprenderse de alguien con una personalidad frívola, narcisista y megalómana.
De personalidad débil, aunque autoritario y sanguinario gobernante, Nerón fue un pusilánime que terminó suicidándose cuando se vio acorralado. ¿Cómo acabará la historia en México?
¿Cuánto ha cambiado la historia y la política de aquellos años con respecto a los actuales? Esa respuesta se la dejo a Usted…