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PODER, PESIMISMO Y PUEBLO

Ulises Hernández by Ulises Hernández
2 junio, 2025
in Edición 34
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“El pesimismo de la inteligencia no debe sofocar el optimismo de la voluntad: el poder teme a un pueblo que piensa y no se rinde

Antonio Gramsci

La mesa esta ordenada, la música está tranquila y tres personajes se dan cita a un debate filosófico, apasionado y pragmático. Tres puntos de vista distantes en épocas, en experiencias y en especialidades, pero los tres hablando de la misma “cosa”.

Personajes:

  • Andrés Manuel López Obrador (AMLO) – Expresidente de México, impulsor de la Cuarta Transformación.
  • Arthur Schopenhauer (Arturo) – Filósofo alemán del pesimismo y la voluntad.
  • Nicolás Maquiavelo (Nico) – Político y pensador florentino, autor de El Príncipe.
  • Ulises Hernández- Moderador

Moderador: Con las cubas servidas y las gargantas aflojadas les doy la palabra. Cada uno le hablará a la mexicanidad: Arturo, Nico y Andrés.

Comenzamos ¿Cuál es la esencia del poder legítimo?

Andrés (en su característico tono tropicalizado): El poder legítimo emana del pueblo. Sin el respaldo popular, no hay autoridad moral. Lo que estamos haciendo en México es devolverle el poder a la gente buena, al pueblo sabio. La Cuarta Transformación no es un proyecto personal, es una revolución pacífica desde abajo.

Nico (sonriendo con ironía): Caray Andrés, tus palabras son dignas de un predicador. Pero el poder no se mantiene con pureza moral, sino con astucia. El pueblo es voluble: ama hoy y odia mañana. El príncipe sabio debe parecer virtuoso, pero saber ser fiera cuando la ocasión lo exija. ¿Acaso tu no has utilizado el miedo a los “conservadores” como un recurso útil? O ¿el neoliberalismo como lo peor que le ocurrió al país?, te asustas y demonizas la corrupción, pero solapaste los fraudes millonarios de SEGALMEX, de PEMEX y de CFE en tu gestión.

Arturo (cruzando los brazos): Ambos confunden la apariencia con la sustancia. El poder no es ni moral ni pragmático, es un reflejo de la voluntad ciega de vivir y dominar. Lo que ustedes llaman pueblo es solo un conjunto de voluntades egoístas, buscando su interés. Quien lidera no transforma: administra el sufrimiento inevitable de los hombres.

Andrés (alzando la voz): ¡Eso es muy pesimista! Yo he caminado los pueblos, he sentido su esperanza. No gobernamos desde la cúpula, sino desde el suelo. El pueblo no se equivoca. Yo no soy un príncipe ni un filósofo: soy un servidor de la patria un siervo de la nación.

Nico: Y, sin embargo, ustedes controlan los medios, dirigen la narrativa, nombra jueces, reforma leyes, debilita contrapesos. Eso no es servir: es dominar. Lo único que lo separa de un César es que tú crees que lo haces por el bien común. Te aprovechas de la inmensa ignorancia, es más hasta hiciste creer a los incautos que el Poder Judicial era el culpable de todas las atrocidades y que por eso deberían de ser electos.

Arturo: El bien común es un espejismo. Cada hombre actúa por su voluntad, que se disfraza de moral. El líder no guía: engaña o se engaña. El sabio se retira; el poderoso insiste. Usted, señor presidente, ha hecho de la política un escenario para su voluntad de redención. Eso, filosóficamente, es puro teatro. Vaya, les estas dando atole con el dedo.

Andrés (sereno): ¿Y no es la política también una batalla de narrativas? Mientras unos hablan de engaño, nosotros hablamos de esperanza. El cambio verdadero siempre será incomprendido por los intelectuales de élite. Por eso digo que el pueblo es sabio y noble y por eso somos tan queridos y populares.

Nico (mirando alrededor): Pero la historia no juzga la intención, sino el resultado. Y si destruye las instituciones en nombre del pueblo, quizás se parezca más a César… o a Nerón.

Arturo (le da un trago a su bebida): Tranquilos. Al final, la voluntad se repetirá, el dolor persistirá, y vendrá otro con nuevas promesas. Todo cambia, para que todo siga igual. Culpas a la fusión del PRIAN, y tu perteneciste al tricolor, la mayoría de tus seguidores estuvieron en partidos a los que tú has criticado. Sin embargo, parecería que los purificaste.

Andrés: El poder real nace del pueblo. Como dije en 2006 y repito hoy: “Al margen de la ley, nada; por encima del pueblo, nadie.” El Estado debe servir a los más pobres, a los olvidados. Nosotros hemos emprendido una transformación pacífica, sin violencia, como la de Juárez, Madero y Cárdenas.

Nico: Andrés, tus palabras serían música para los oídos de los antiguos tribunos. Pero usted bien sabe —y cito mis propias palabras—: “Los hombres olvidan antes la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio.” El pueblo sigue al líder mientras les dé pan o esperanza. Cuando falte cualquiera de los dos, lo devorará.

Arturo (mirando fijamente al vacío): El poder, en última instancia, es la manifestación de la voluntad de vivir, que se impone sobre la razón. Usted habla de justicia, Nico de astucia, pero ambos ignoran que todo esto es un velo sobre una fuerza irracional. Lo dije claramente: “La historia no tiene sentido: es el relato de la lucha perpetua del querer contra el querer.” 

Andrés (con firmeza): ¡Pero la voluntad del pueblo sí tiene sentido! Estamos del lado correcto de la historia. Yo recorro los pueblos, escucho al pueblo. ¿Qué autoridad moral tienen los filósofos de gabinete o los cortesanos del poder?

Nico: Con respeto, Andrés: tú te presentas como un hombre del pueblo, pero has concentrado poder como un verdadero príncipe. Lo escribió alguien más: “Es mejor ser temido que amado, si no se puede ser ambas cosas.” ¿No usa Usted el miedo a los “conservadores”, la narrativa del enemigo, para unificar el apoyo popular?

Arturo (sin emoción): Todo líder necesita enemigos imaginarios. Usted los llama “fifís” o “neoliberales”. Nerón culpó a los cristianos, y el pueblo aplaudió. Es la naturaleza humana: miserable, egoísta y necesitada de ídolos y verdugos. Lo escribí así: “Los hombres son, por naturaleza, egoístas, hipócritas y cobardes.”

Andrés (sin inmutarse): Yo tengo otros datos. Ustedes ven la oscuridad, yo veo la luz de un pueblo sabio. Ustedes dudan del alma de la nación, yo creo en ella. “Por el bien de todos, primero los pobres.” Esa no es voluntad ciega ni cálculo maquiavélico: es justicia social.

Nico (alzando una ceja): ¿Justicia o poder perpetuo? tú has sometido órganos autónomos, reformado leyes para quedarse. Todo eso lo haría un príncipe con talento. Recuerde: “Un príncipe prudente no debe guardar fidelidad si ello va contra sus intereses.” ¿Le suena familiar?

Arturo: Y todo eso… ¿para qué? Para que en unos años venga otro y lo destruya todo. Así es la rueda del querer. Gobernar es prolongar la miseria, nunca redimirla. No hay transformación verdadera. “La vida es un negocio que no cubre los gastos.”

Andrés (mirando al infinito): Yo no vine a gobernar para quedar bien con las élites, vine a cambiar la historia. La 4T no es mía, es del pueblo. Tal vez por eso tantos nos temen: porque estamos despertando conciencias.

Nico (con voz pausada): O quizás porque, como todo poder prolongado, usted se ha convencido de que es la encarnación del bien. Y eso, señor presidente, es el primer paso hacia la tiranía más dulce: la que se hace en nombre del pueblo.

Arturo (apagando su vela): En el fondo, da igual. El poder cambia de manos, pero el sufrimiento continúa. Todo gobierno es solo una forma distinta de administrar la tragedia humana.

Andrés (negando con la cabeza):  No voy a caer en provocaciones, tu Nico, vivías de los privilegios de los príncipes, siempre fuiste cortesano y por tanto no sabes lo que es el pueblo.

Arturo (con los dientes apretados): Discrepo profundamente. Usted ve la política con cinismo, pero ignora lo esencial: la vida está dominada por la voluntad, un impulso irracional que condena al ser humano al sufrimiento. La ambición y el deseo de poder no son señales de grandeza, sino de miseria. Un gobernante que solo busca conservar su poder perpetúa el sufrimiento. Lo que la humanidad necesita es compasión y desapego, no astucia ni violencia, usted solapó la violencia porque ésta le genera clientela.

Nico (tranquilo, pero enfático): Mira Andrés, tú lo sabes, nada más que como dicen ustedes “navegas con bandera de tarugo” haciendo creer a tus seguidores que eres noble y justo. El ser humano es ambicioso, egoísta y voluble. No actúa por principios morales, sino por conveniencia. Por ello, el gobernante no puede guiarse por ideales ingenuos. Debe comprender que el poder se sostiene con astucia y, si es necesario, con la fuerza. Un príncipe prudente sabe que la moralidad convencional es un obstáculo cuando se enfrenta a la realidad política. Pero tu abusaste de la hipocresía.

Andrés (negando con la cabeza): No, no y no, aquí o estás con la transformación o estás en contra de la transformación, quien no coincide con nuestros ideales es porque pertenecen a la élite que esta frustrada por perder sus privilegios.

Nico:  La paz interior no es asunto de la política, sino del individuo. La política se trata de realidades, no de ilusiones filosóficas. Un gobernante que se obsesiona con la venganza por un lado y con la compasión y la moral por otro lado, acaba siendo un juguete en manos de quienes no tienen tales escrúpulos.

Arturo: Entonces su mundo seguirá siendo una batalla interminable por el poder, donde nadie es verdaderamente feliz. La verdadera grandeza no está en dominar a los demás, sino en liberarse del deseo y comprender la futilidad de la lucha.

Moderador: Este debate enfrenta el pragmatismo político de Maquiavelo con la visión pesimista-filosófica de Schopenhauer y la retórica de Andrés Manuel López Obrador, cada uno a su estilo y a su modo ¿Quién tiene razón? ¿Algo más con lo que cada uno quiera cerrar su intervención?

Arturo: Solamente el cambio es eterno, perpetuo e inmortal

Nico: Andrés, te dedico esta frase: “Cada uno ve lo que parece, pero pocos palpan lo que eres”

Andres (con el entrecejo fruncido): Al diablo con su debate, me voy a la chingada…

 

Tags: 4TCuarta TransformacióndebateLa Llave de PandoraLópez ObradorMaquiavelomoralpoderpolítica mexicanapopulismopragmatismoSchopenhauerUlises Hernández
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Ulises Hernández

Ulises Hernández

Secretario General del Sindicato de Empleados al Servicio del Estado en el Poder Legislativo (Jalisco). Licenciado en Estudios Políticos y Gobierno con Maestría en Educación y Doctorado en Administración Pública. Ha trabajado en diversos proyectos de democracia y liderazgo, ha sido ponente en los Congresos Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD) en 2006 Guatemala, 2007 Rep. Dominicana y 2008 Buenos Aires Argentina. En 2008 participó en el intercambio del PP de España y El PAN en el seminario de Políticas Públicas en Madrid España, en 2009 participó en el Congreso sobre la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales (SOMEE) en la Universidad de Salamanca España; en 2009 fue becario del programa de liderazgo 2009 del NDI en Quito, Ecuador. Es docente desde el 2008 a la fecha, conferencista en diversas universidades y fundador de los parlamentos juveniles en el PAN.

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