Estimado lector, estará de acuerdo conmigo que los buenos deseos de nuestro presidente electo para llevar a México a una cuarta transformación dependen, en gran medida, de la sapiencia de sus colaboradores para promover un verdadero desarrollo del país y de las acciones que los otros poderes del Estado puedan realizar. Sin embargo, parece que todo se encauza a una transformación de cuarta, como dicen por ahí. Ejemplos de esto, hasta ahora hay varios, el último: endosarle al pueblo mexicano (la mitad son pobres, sin educación, con escaza cultura y sin recursos económicos como para subirse a un avión) la decisión de dónde construir un aeropuerto a través de una supuesta consulta popular. Tema cuya polémica continua con mayor intensidad, al conocerse el resultado aplastante de una “sabia población” que “eligió” construirlo en Santa Lucía, Estado de México y cancelando el que ya se encontraba en construcción en Texcoco.
Dando seguimiento a las diversas opiniones y críticas acerca de si es mejor reubicarlo en Santa Lucía o dejar que continúe la obra en el sitio actual, hasta ahora no he encontrado que el gran impacto ambiental que implica ejecutar una obra de este tipo en cualquier lugar, sea punto de discusión o elemento decisivo de elección. Ello me lleva a concluir que los intereses que se están priorizando son políticos y económicos. Sin embargo, debido a la magnitud de dichas obras, si debe destacarse que una mala o ignorante decisión, puede acarrear grandes problemas sociales y económicos, si no es tomado en cuenta el medioambiente.
Desde luego, persistirá la controversia y habrá mucha tela de donde cortar, pero siguiendo con la cuestión ambiental y analizando quiénes tienen en sus manos la virtud de crear o reformar las leyes que ayuden a conservar y mejorar el estado de los recursos naturales y servicios ambientales del país, me encuentro que no debemos abrigar grandes esperanzas. No hay que olvidar que el Poder Legislativo norma la vida de un país, de él dependen las leyes y reglamentos que pueden hacer que desde su raíz, surja una verdadera transformación de la Nación. Para ello, se necesita que dicho poder, se integre por gente con conocimientos suficientes para tratar la gran diversidad de temas y su problemática, en lo general o en lo particular, con objeto de darle el mejor cause. Sin embargo, parece que quienes encabezan nuestro actual cuerpo legislativo, carecen de los conocimientos o perfiles idóneos. Un caso lamentable y ya de conocimiento público es el del flamante coordinador de la Comisión de Cultura en la Cámara de Diputados, Sergio Mayer Bretón.
Investigando sobre quiénes tendrán el poder de proponer, cambiar o modificar las políticas sobre el cuidado del medioambiente para tratar de revertir todas las malas acciones que se han llevado a cabo, amparadas por nuestra constitución, leyes y normas, me encontré varias sorpresas y no precisamente positivas.
Tanto en la Cámara de Senadores y como en la de Diputados, se forman comisiones para analizar de mejor manera la problemática que vive el país, con objeto de mejorar su situación en todos aspectos; en la de Senadores se han formado 46 comisiones ordinarias y un mismo número en la de Diputados. Cada comisión está presidida por un presidente que ha de guiar al resto del grupo en la formulación de leyes viables y convenientes, para ser llevadas y aprobadas por el pleno de ambas Cámaras. De las 46 comisiones en cada Cámara, seis se vinculan con el medioambiente de manera importante. En los cuadros siguientes, se presenta quienes encabezan estas comisiones y datos complementarios.
Mucho se ha comentado a nivel comisiones y en el pleno legislativo, que la mayoría de los problemas ambientales se deben, entre otras cosas, a falta de conocimientos, educación, respeto, valores y conciencia ambiental de la población. Pero también habría que aclarar que mucho de esta problemática responde a la carencia de una legislación adecuada que apoye la conservación de nuestros recursos naturales y los servicios ambientales que brinda la naturaleza y que han derivado en una explotación y contaminación excesiva (entendiendo por conservación, su uso razonable y no su prohibición).
Al escuchar el mensaje inaugural de los presidentes de las Cámaras, en el sentido de que ahora sí los cambios van en serio, no se puede más que preguntar, al menos en los temas que a esta columna interesan, si dichos cambios serán para bien de los ciudadanos y su medioambiente. Sobre todo, observando en los cuadros anteriores, que las comisiones relacionadas con estos temas serán coordinadas por gente sin estudios suficientes o afines. Así, difícilmente se podrán alcanzar resultados satisfactorios.
Queda la esperanza, de que los cuerpos legislativos puedan asesorarse de gente verdaderamente experta y que sus opiniones sean tomadas en cuenta a la hora de formular las iniciativas; pero si los líderes de dichas comisiones están poco familiarizados con cuestiones ambientales ¿sabrán a quién llamar?
Desde luego, para tener un panorama completo de las autoridades en materia ambiental, hace falta conocer quiénes serán los encargados de ejecutar, vigilar y castigar a quienes no cumplan las leyes, esto es, a las autoridades del Poder Ejecutivo y Judicial en materia ambiental, pero como los que se han designado hasta ahora, no son todavía oficiales, cabe la esperanza que haya mejores propuestas, si no, imagínese, estimado lector, como le irá a nuestro medioambiente y por ende a nosotros. Los académicos, las ONG´s, los industriales y demás grupos vinculados con el medioambiente (todos), deberemos ejercer nuestro derecho a participar y decidir sobre el destino de la naturaleza de nuestro país, de lo contrario, creo que no cabe mucha ilusión de que se conserve en buenas condiciones.
Me viene a la mente la frase de Joseph de Maistre (1753-1821): “cada pueblo tiene el gobierno que se merece” y admito que no hay duda de su aplicación para los mexicanos. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), somos un país con casi el 50% de la población viviendo en la pobreza, donde más de la mitad de la población adulta se quedó en la secundaria y existe un desinterés total por cuestiones ambientales, debido principalmente a esa falta de educación y la pobreza en la que se encuentra, por lo tanto, haciendo alusión a la frase en cuestión ¿que podríamos esperar de nuestros dirigentes y sus acciones?: limitada visión, poca cultura y escasos conocimientos para saber guiar a los mexicanos por el camino correcto. Si revisamos los cuadros anteriores, parece confirmarse lo dicho por De Maistre. Es necesario entonces, que como ciudadanos, nos preocupemos por elevar nuestra educación y la de las generaciones que siguen, para estar más conscientes de las cosas y poder exigir mejores autoridades gubernamentales, de lo contrario, seguiremos siendo presa fácil de quienes nos gobiernen. Hasta la próxima.