Esta es la primera vez que escribo y, aunque estoy un poco nervioso, me siento emocionado de poder compartir todas mis aventuras, especialmente las que surgen de las actividades que más me apasionan.
Una de esas actividades es el futbol americano. Para empezar, debo decir que entrenar seriamente un deporte, es difícil. Se necesita dedicación, estar dispuesto a no asistir a fiestas o reuniones y, además, si sumamos el trabajo y tiempo que me quita la escuela, estudios y tareas, se vuelve agotador. Yo preferiría solo el deporte, pero ¿así es la vida, no?
Tengo el privilegio de poder estudiar y, además, de entrenar y jugar americano en el TEC de Monterrey. Debo decir que me la paso muy bien aunque, a veces, los coaches pareciera quieren matarnos. Por ejemplo, hace unos días, nos tocó un horrible de entrenamiento físico porque vieron con flojera a todo el equipo. Nos hicieron correr a máxima velocidad alrededor de 30 yardas. Parece sencillo pero, créanme que no lo es, pues lo haces repetitivamente unas 5 veces sin parar. Estas ideas de tortura vienen del coach Yael, quien aunque me cae muy bien, en ocasiones es un……..excelente entrenador (muajaja).
Yael no es el único coach que tengo. Mi favorito es Rudy, Él es el que se encarga de los linebackers de los cuales soy parte. Siempre está pendiente de cómo estamos, nos pregunta sobre nuestras vidas y como vamos en el colegio. El resto del equipo de coacheo lo integran Búfalo, Topo y Adrián. Debo aclarar que casi todos usan apodos en este deporte, el mío es Minipig y me encanta.
Todos me caen muy bien y esta temporada, de verdad, creo podríamos llegar a ganar. Sin embargo, veo que uno de los mayores problemas que tenemos como equipo es que no todos nosotros nos llevamos muy bien y eso afecta la comunicación durante los juegos.
En el campo, a veces, los coaches nos exigen mucho y eso está bien, pero también creo que no tenemos la misma capacidad que ellos tienen y por eso, en cierto momento de los partidos –que duran poco más de dos horas- estamos increíblemente agotados. En ocasiones siento que no puedo más, pero me gusta tanto y es tanta la adrenalina que, siempre, me llega un extra de fuerza, aunque no sé de dónde.
Pero no solo es ejercicio. Además de los entrenamientos, nuestros coaches juegan y platican mucho con nosotros. Siempre es muy divertido, tanto que podemos llegar a olvidar que son como nuestros jefes. El día del niño nos hicieron una actividad especial y nos dieron globos con agua. Con mi ilusa creatividad se me ocurrió lanzarle uno a Yael, que es el mero malo del staff, vi sus ojos inyectados en furia y luego me sentenció: “así te va a ir Minipig”. Creí que la había librado porque pasaron semanas sin que nada pasara, pero un buen día, de la nada, se acordó y me castigó las dos horas de entrene seguidas. Apenas salí caminando con vida. No me quedaron ganas de volverla a hacer. Desde entonces ya solo sé decir: “si coach”, “lo que usted diga coach”.
En conclusión, tengan cuidado a quien le hacen una pequeña broma porque las cosas pueden salir muy mal, sobre todo si se la haces a alguien con más poder que tú. Lección aprendida.
Les invito a que practiquen cualquier deporte. El deporte te ayuda a tener una disciplina, mejor condición y, como yo lo veo, incluso una nueva familia. Así veo a mi equipo, sé que siempre van a estar para apoyarme a pesar de mis errores.