Si no todos disfrutan, no es una fiesta. Benny Hill[1]
La caída del peso y de la bolsa de valores y una auténtica lluvia de memes se desataron ante la renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la consecuente presentación de su relevo, Arturo Herrera. La demoledora carta del secretario saliente con la que se despidió haciendo pública su inconformidad con el manejo económico, los conflictos de interés, extremismos, falta de sustento y conocimiento en las decisiones de política hacendaria mandatadas desde la presidencia y otras áreas del gabinete; junto con la cara de palo del secretario entrante mientras era anunciado por López Obrador, de pie junto a él, son sintomáticas del ánimo y preocupación que nos genera el actuar errático, soberbio, autoritario, demagógico y altamente volátil y peligroso de nuestro presidente de la 4T que, de acuerdo a los últimos acontecimientos, será una representación de los 4T…..arados que queden hasta el final. Porque aparentemente eso es lo que quedará.
De uno en uno van abandonando el barco y no solo altos mandos. Los expertos, los técnicos, los más capacitados renuncian tratando de rescatar lo poco o mucho que de prestigio e imagen puedan conservar tras ser parte de un proyecto que, para tristeza de todos, se anuncia fallido.
Ya quisiéramos que renunciara mejor una Ana Gabriela Guevara. Pobrecita pero aparentemente solo sabe correr. Es una absoluta vergüenza que en lo que lleva en el cargo haya desmantelado al sector deportivo de este país. Habrase visto que nuestros deportistas estén siendo reclutados por otros países, para competir con otras banderas por la falta de apoyo del gobierno de México.
Y qué decir de los responsables de la cultura, salud, educación, medioambiente, turismo, energía, seguridad, relaciones exteriores, comercio, etc. De nombrarlos uno a uno especificando el desastre en sus respectivas áreas, esta colaboración se volvería infinita. Todos se están convirtiendo en cómplices y comparsas de un necio que busca perpetuarse en el poder porque se siente un iluminado o una especie de salvador que, con solo buena voluntad, como si de algo mágico se tratase, pueda lograr que las cosas pasen. Es tal su ignorancia y soberbia que, con todo y el ridículo que ello conlleva, se aventuró a decir que gobernar es fácil: “No crean que tiene mucha ciencia el gobernar. Eso de que la política es el arte y la ciencia de gobernar no es tan apegado a la realidad; la política tiene más que ver con el sentido común que es el menos común, eso sí, de los sentidos”.
Así que cualquiera que sea parte de este gobierno y calcule que desde ahí podrá construir una candidatura presidencial, desde ya podríamos augurar está muy equivocado. El desprestigio y el fracaso serán tan grandes que no habrá manera de que, por las vías legales y democráticas, alcancen nuevamente el apoyo popular.
18 años tardó en hacerse de la silla presidencial y solo 6 meses le han bastado para dar inicio con su destrucción. Pero esto no es de asombrarse. Construir cuesta tiempo, recursos y talento; de la destrucción puede hacerse cargo cualquiera.
Y pese a todo lo que estamos viendo y viviendo, nuestro buen López Obrador se atrevió a organizar su auto festejo para conmemorar un año de su triunfo electoral. ¿Qué festejó señor presidente? ¿Acaso era digno de celebrarse que estamos en la antesala de una recesión? ¿Será que le pareció gracioso aplaudir que los secuestros, asesinatos y demás actos delictivos se cuatriplicaron en lo que lleva en el poder? ¿O, tal vez, consideró que convertir a México en el muro de Trump era un acto loable? ¿Supone que desmantelar el sistema de salud es un acontecimiento que merece porras y confeti? ¿Será que empoderar a líderes sindicales y demás mafiosos antes pertenecientes a otros partidos y que le apoyaron para llegar a la presidencia es para bailar de gusto? ¿Consideró que debía festejarse su desprecio por la laicidad del estado, la separación de poderes y la autonomía de las instituciones y organizaciones electorales, de derechos humanos, entre otras?
Sin embargo y pese a todo, después de un año de aquel proceso electoral, tampoco creo que Meade o Anaya hubieran sido una mejor opción. Por lo que Usted no es el único culpable como tampoco lo son quienes le votaron. Usted es consecuencia de los excesos y cinismo de quienes, por años y años, vía el PRI, PAN o PRD saquearon descaradamente a la nación.
Partidos que, por cierto, no logran encontrar su camino para convertirse en contrapesos de las decisiones arbitrarias y, a veces, hasta contrarias a las leyes de López Obrador. El PRD, absolutamente disminuido, solo ha optado como opción de supervivencia, el refundarse con un nuevo movimiento que parte de grupos políticos externos que, sin embargo, generan resistencias en su interior. El PRI, francamente en declive, enfrascado en una elección para renovar a su dirigencia bajo acusaciones serias de simulación, falta de democracia interna e intromisión del gobierno federal a favor de quien ahora llaman Amlito (Alito- Alejandro Moreno, ex gobernador de Campeche). Y, el PAN que pareciera ser el único partido con real capacidad para competir en las elecciones del 2021 pero sin que, por el momento, se vislumbre un liderazgo unificador.
No encuentro ningún motivo para celebrar su arribo a la presidencia de México. No encuentro razones para felicitarnos por tenerle a la cabeza de un país que mantiene a la deriva, paralizado, sin autoridad y con un futuro incierto.
[1]Alfred Hawthorn Hill, más conocido como Benny Hill (1924-1992), fue un humorista y actor inglés que, durante más de tres décadas, protagonizó El show de Benny Hill , considerado uno de los mejores show de “humor absurdo” de la historia. (Wikipedia)