Este regreso a la escuela ha sido hasta ahora increíble, y aunque a veces no es tan fácil volver a la misma rutina de clases, estudio, tareas, exámenes, etc., la verdad que el hecho de que voy al mismo colegio desde que era pequeño lo mejora todo. Conozco los salones, los maestros, a casi todos los alumnos, se podría decir que se me de memoria cada pequeño rincón. Además, y lo más importante, es que pude volver a ver a mis amigos, platicar con ellos y saber que hicieron durante las vacaciones. Son muy divertidos.
Pero este año es diferente. Entro a tercero de secundaria y, de inicio, las cosas cambiaron. Aumentaron un piso, así que ahora me toca subir y bajar más escaleras. Eso no está tan mal, excepto cuando estás cansado o vas tarde, uffff ni hablar, a subir TRES PISOS!!!!
También percibo que yo tengo algo diferente este año…. No sé, pero estar en la cúspide de la pirámide (somos el último grupo) me hace sentir poderoso. Me abre puertas. Ya no somos los más pequeños, todo lo contrario, ahora somos los más grandes. Un ejemplo: en la tienda se hacen unas largas filas, pero si le pides a uno de primero que te deje pasar, lo hace. ¡Es asombroso! Y lo hacen porque ellos también nos sienten poderosos. Se que está mal aprovecharse del poder pero, oye, todos lo han hecho y quiero disfrutarlo un poco. Por cierto, espero que la directora no esté leyendo esto.
Cuando a mí me tocó pasar de sexto a primero de secundaria, nosotros éramos los nuevos en un mundo completamente diferente, e inmediato notamos quienes mandaban, obvio, los más grandes. De hecho, si mal no recuerdo, una vez me le enfrente a uno de ellos porque estaba molestando a mis amigos y lo que pasó fue que de un golpe me sacó todo el aire y luego se fue, mis amigos me ayudaron y luego todo pasó. Ya sé, a veces los hombres parecemos cavernícolas y medio animales.
Con esto no quiero decir que les vayamos a pegar a los más chiquitos, pero la sensación de que por ser más grande te tengan un poco de respeto y hasta miedo, me gusta. Todos pasamos por lo mismo, ¿no?
Ahora mis amigos y yo queremos salir a reunirnos en algún lado o ir a una fiesta o simplemente salir sin la supervisión de los adultos. Esto antes no nos pasaba. Sin embargo, tampoco es que sea tan fácil, se nos complica mucho pues aún dependemos de nuestros padres en muchos sentidos. No es como que podamos ir a un antro o tampoco andar por la calle muy solos, pero creo estamos en un punto no muy lejano, la mayoría de nosotros ya va a cumplir 15 y estamos por irnos a la prepa, algunos ya hasta piensan en irse a vivir solos.
Ahora que entré a este último año de la secundaria, me queda claro que mi mundo de juegos y fantasía también están por terminar. Nunca me había preocupado por si iba a entrar a una u otra escuela, pero sé que estos meses deberé prepararme para alcanzar mis metas y, una de esas, es ir una buena prepa. Yo quiero entrar al TEC, sé que es muy buena pero para ello debo conseguir un promedio alto en mis calificaciones o no me van a recibir…¡qué miedo!…y para eso debo poner mucha atención en clase y hacer todas mis tareas, proyectos y exámenes de la mejor manera y eso me tiene aterrado, porque aunque no soy un burrazo (mi mamá no piensa lo mismo), mis calificaciones tampoco son de excelencia.
Pero bueno, este es solo el comienzo del año, quien sabe que me depara el futuro los próximos meses, lo único que sí sé es que debo esforzarme al máximo para ir a donde yo quiero el siguiente ciclo escolar.