Peña Nieto está solo.
Eso lo sabe hasta el jardinero más modesto de Los Pinos. Su soledad se volvió más visible la noche del martes 21 de agosto, cuando Denise Maerker difundió una entrevista en la casa presidencial que está por volverse museo.
El presidente en funciones -aunque nadie lo crea, sigue siendo él- se vio errático en varios momentos. Primero dijo que en el tema de la Casa Blanca no se había dado un conflicto de interés debido a que el proyecto del tren rápido a Querétaro -en el que el Grupo Higa iba a participar- fue cancelado por falta de viabilidad económica.
(Lo real es que dicho proyecto se vino abajo una vez que el escándalo de la Casa Blanca se fue a vivir a las sórdidas vecindades de la opinión pública).
Nada le preguntó Denise Maerker sobre el lujoso e inútil hangar presidencial remodelado a precio de oro por el mismísimo Grupo Higa. La pregunta era más que conveniente debido a que la obra se hizo por asignación directa luego del affaire de la Casa Blanca. Para quedar claros: sí hubo conflicto de interés.
Antes había dicho que el error más grande de su gobierno fue la pésima respuesta ante el citado escándalo. Entre otros: que Angélica Rivera, su esposa, haya salido a defenderse cuando no era funcionaria pública. Así lo dijo. Hoy, aseguró, no le volvería a pedir que saliera.
Luego, a propósito de Ayotzinapa, reveló algo que en abril pasado había dado a conocer Roberto Zamarripa en el diario Reforma: Que según una intervención telefónica autorizada por el gobierno estadounidense los 43 desaparecidos sí habían sido cremados. Una revelación de ese tamaño confesada por el presidente adquiere una dimensión brutal tratándose de un tema tan delicado. Lo curioso es que lo dijo de primera intención: como una simple anécdota. Y es ahí donde se vislumbra la soledad del presidente.
Está solo. Sin asesores. Sin sus compañeros de ruta. Sin brújula a la mano. Una revelación así debió haber sido comunicada por los canales institucionales con todo el tacto del mundo. Pero ya no importa. El presidente electo -el que ya gobierna- ha venido diciendo que habrá borrón y cuenta nueva. Desde esa metáfora habló el presidente saliente. Desde esa tranquilidad. Como quien escribe sus memorias.
Está solo, sí, pero relajado, con ganas de dejar Los Pinos e irse a jugar golf. Y es que al final dijo, con gesto descansado, que nunca más volverá a participar en la política. “De haber sabido que de esto se trataba la Presidencia de la República mejor no la hubiera buscado”, fraseó.
Y sí: de eso se trata. Precisamente.