¿Que por qué del título? Pues, bueno, por dos razones:
La primera porque recientemente vi la película de Mamma Mia (la primera) y aunque me negaba a hacerlo, la verdad es que me encantó. Recién supe, hace poco, salió otra y también quiero verla. Pero para los que no la conocen, les cuento. Trata de una chica que está a punto de casarse y no sabe quién es su papa así que, invita a la boda a tres tipos que podrían serlo dadas las fechas en que fueron novios de su madre. Muy cómica, pero lo que más me gustó fue la música. No conocía al grupo ABBA. Estoy en mi etapa retro.
La segunda razón es por el regreso de la Llave de Pandora después de unas placenteras vacaciones. He de decir que me la pasé muy bien por lo que seguro este tema será motivo de una próxima columna.
Pero vayamos a lo que hoy me preocupa. Como algunos saben (aunque la mayoría seguro no), mi cumpleaños se acerca y la verdad es que estoy muy emocionado pero he tenido ciertos problemas para decidir qué hacer, cómo celebrar y con quienes. Esto porque entre mis distintos grupos de amigos han habido algunos conflictos, más que por diferencia de opiniones, por tonterías y locuras en general. Por ejemplo, en mi cumpleaños pasado invité a varios de ellos a mi casa y en el jardín pusimos tiendas de acampar. Nos la pasamos muy bien hasta que Pablo, un amigo mío que es muy temperamental, estalló en furia. Pasó que toda la noche mientras dormíamos nos mojó a todos, obvio cuando nos levantamos y el roncaba, le hicimos lo mismo. Se volvió loco y empezó a lanzar golpes como poseído por Kakarotto. Hasta mi mamá tuvo que intervenir para calmarlo de la mejor manera que conoce: desatando el infierno mismo ante sus ojos. El pobre nunca volvió a ser el mismo. Ok, no. Exageré un poco.
Pero eso no es lo peor. Resulta que suele ser habitual que en las fiestas de chavos de mi edad tomen alcohol, mucho alcohol. Y, en lo personal, a mí no se me antoja eso de andarse “empedando” como resulta ser sucede en cada uno de los quince años y “reus” que han organizado. Por eso no he querido ir a ninguna de esas fiestas ni quiero hacer una. En el fondo de mi ser sé que aún no es mi tiempo para ello y también sé que de ir me presionarán para que haga algo que no quiero. Y entonces, además de sentirme mal por la presión y por el alcohol, en mi casa se desataría nuevamente el infierno y me pasaría lo que a mi cuate, no volvería a ser el mismo.
Ahora bien, mi cumple es el 16 de febrero así que además espero que, como el Día de San Valentín está pegado, mi madre me regale un descastigo y me deje salir con mi novia (que nadie se entere pero: ¡YA ES MI NOVIA!) ¿Cómo ven si me dan una ayudadita apoyándome en los comentarios para que mi hermosa y querida mamá me deje disfrutar el día de los enamorados también?
Pero retomando el tema, he pensado que estaría padre ir con unos pocos amigos a un lugar donde pasarla bien, con alguna actividad deportiva y en donde no haya cosas o utensilios que puedan ser mortales. Como ya saben, a veces me entra el idiota pero a algunos de ellos también. No me lo van a creer pero, no exagero cuando digo que algunos debieran ser considerados “peligro público” por la cantidad de tonterías que se les ocurre y hacen. Yo no. Como la vez que uno de ellos, de nombre Fabrizzio, me enseño que si lanzas un encendedor contra una pared EXPLOTA, siiiiii, EXPLOTA! Y pues ahí nos tienen como idiotas aventando todos los encendedores que los fumadores han dejado en mi casa, fiesta tras fiesta, a lo largo del tiempo. De milagro no incendiamos el jardín. O la vez que se nos ocurrió aventarnos sobre los coches andando de los invitados a un 15 de septiembre. La gracia se acabó cuando uno de ellos me acusó y mi madre con sus finas formas nos metió amablemente de regreso a la casa.
En conclusión, si el 16 de febrero cuando abran sus redes y encuentren algo así como adolescentes tarados provocan caos en la autopista o changos de Africam Safari deciden abandonar Puebla, sonrían, FUE MI CUMPLEAÑOS.