“No queremos entrar al Primer Mundo”
Juventudes Morenistas
A 100 días del gobierno de López IV (después de Antonio López de Santa Anna, Adolfo López Mateos y José López Portillo), las decisiones claramente desacertadas han marcado el primer periodo previo a la publicación del Plan Nacional de Desarrollo, donde aún se pueden realizar una serie de improvisaciones que deberían abonar al plan general del nuevo gobierno. Muy notablemente, la improvisación ha sido la norma antes que la excepción. Desde la muy lamentable planeación y ejecución de una supuesta “estrategia” para combatir el robo de combustible, que ha causado un desabasto auto infringido ante la insistencia de evitar que grupos delincuenciales roben cientos de pipas al día –los costos han sido muy altos, no sólo porque transportar el combustible cuesta 14 veces más que enviarlo por los ductos, sino también por los más de 100 vidas humanas por la tragedia de Tlahuelilpan, Hidalgo. Pasando por la cancelación del Nuevo Aeropuerto en Texcoco, que costará miles de millones de dólares por la cancelación de contratos. Así como el sobre costo de la venta del avión presidencial, por el cual se pagan 14 millones de dólares por tenerlo al aire libre en un aeropuerto de California, Estados Unidos.
La insistencia en construir un elefante blanco inmenso en el caso del Tren Maya, así como la adecuación del aeropuerto en Santa Lucía, y el remate de los automotores de reciente adquisición por todas las dependencias federales, incluyendo la Presidencia de la República, así como la negativa a otorgar presupuesto a la ciencia y la tecnología, a las artes, a las guarderías infantiles e incluso a las embajadas del país en el extranjero, o a la celebración del Gran Premio de México, junto con el deprimente video que supuestamente promocional del Turismo, son decisiones todas que tienen un mismo sentido y propósito: regresar a México al Tercer Mundo, y borrar todo vestigio de que alguna vez se tuvo la intención de siquiera acercarse al Primer Mundo.
Y si hubiera alguna duda de ello, las mismas juventudes morenistas lo aclaran en un tuit: “Si quisiéramos entrar al primer mundo, hubiéramos votado por un neoliberal”. Es decir, que los adláteres y seguidores de AMLO buscan destruir todo aquello que incluso tienda a promover el progreso nacional y que se traduzca en un vestigio de “aburguesamiento” de lo que siempre proclaman como el México pobre, del cual el partido Morena busca mantener como intacto para proclamarse parte y tal vez líder del “Tercer Mundo”. Por cierto, ésta fue una categoría prevalente en los años setenta del siglo XX, la cual ya ha sido superada por los estudios del desarrollo, pero que sigue vigente entre el echeverrismo que resulta cada vez más evidente entre los seguidores de AMLO.
Es pertinente aclarar que no se trata de 30 millones de seguidores, pues muchísimos de quienes votaron por López IV lo hicieron como una segunda mejor opción, ante lo inadecuado de las alternativas. Muchos se están desencantando, como lo prueba el tuit de una de sus anteriores seguidoras, Denisse Dresser: “Quisiera hacer una devolución del presidente actual que promueve la militarización y pedir a cambio el modelo original… Espero que todavía aplique la garantía democrática.” Y como van las cosas, muchos más lo seguirán haciendo.
Es una regla de los gobiernos populistas que a la postre, muchos más ciudadanos que los electores que votaron por ellos en primer lugar, terminan por salir a las calles para mostrar su oposición, o incluso para pedir su destitución. Las imágenes de las encargadas de las guarderías infantiles junto con muchas madres que ahora no tienen dónde dejar a sus hijos, mientras se organiza el nuevo sistema de reparto de apoyos directos, es una muestra elocuente de la desilusión hecha protesta.
Y por cierto, ¿qué gobierno de izquierda otorga apoyos directos para que no se queden en las marañas del Estado burocrático? Esta opción siempre ha sido un reclamo de gobiernos liberales, quienes preferirían los apoyos directos, pero que terminan por acceder a la corporatización inescapable de la Ley de Hierro de la Oligarquía, como lo sentenció el teórico italo-germánico, Roberto Michels. Inclusive, desde los experimentos sociales de Robert Owen a principios del siglo XIX, la lógica del socialismo va justo en sentido contrario: el de organizar a la sociedad desde el Estado, para centralizar la producción y la distribución, al tiempo de estandarizar el consumo, como vía para generar ahorros en los esfuerzos de producción y evitar así el desperdicio y el consumismo que acompaña a la producción de tipo capitalista. Owen incluso puso como ejemplo que si se organizara un comedor colectivo en una colonia urbana, y todos sus habitantes realizaran ahí sus comidas, mientras algunos de ellos tendrían que cocinar y atender a los comensales y esta tarea se repartiera por turnos, todo ello redundaría en un ahorro extraordinario del esfuerzo productivo social que, a su vez, redundaría en el mayor beneficio económico de la comuna. Este fue el inicio de la ideología socialista, que ahora López IV revierte mediante su proyecto-ocurrencia de otorgar apoyos directos a las madres usuarias de las guarderías, ya organizadas por el Estado, para dárselos a discreción de ellas a esas mismas guarderías, a otros establecimientos, o a los abuelos que cuiden a los críos. Esto es el justo el socialismo al revés.
En el fondo de las causas, la mentalidad (que no ideología) de López IV es la regresión de México al Tercer Mundo, y la persecución de todos aquellos que alguna vez intentaron hacer algo para poner a México en camino hacia allá. De ahí el reclamo por una “disculpa pública” a todos quienes impulsaron la Reforma Energética, que incluye no sólo a los políticos, dirigentes y promotores nacionales, sino a varias agencias internacionales, una de las cuales, la OCDE, tiene un dirigente mexicano, José Ángel Gurría (se
ñalado por muchos como notable neoliberal, por cierto). Y también de ahí viene la idea de que todos en México deberían ganar menos de lo que ganan, al concebir, sin mencionarlo, el adagio atribuido a Salvador Díaz Mirón: “Nadie tiene derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo estricto.” El problema con llevar estrictamente a la práctica esta divisa es que de esta forma nunca se reunirían los fondos necesarios para emprender inversiones, que a la vez se transforman en empleos directos e indirectos a través del efecto cascada (tricke down effect) de los beneficios de una inversión original, tal como lo estableció John Maynard Keynes en los años treinta del siglo pasado.
En resumen, el gobierno de López IV es una regresión a los años 70, cuando las diferencias entre ricos y pobres eran menos extremas, y no existía una clase media tan extensa que atemperara las desigualdades y que promoviera la democracia. Esto explica también su diatriba contra la sociedad civil, pues no sólo representa un contrapeso no pedido a su presidencia, sino una expresión de lo mismo que quiere combatir: la promoción de México a una sociedad más igualitaria y participativa, con recursos, oportunidades y anhelos, como lo es la clase media global, que algunos confunden con el primer mundo.