En las noticias se informa constantemente de los grandes avances que están teniendo las entidades de gobierno en los tres niveles dada la inversión en tecnología de punta en los llamados C4, 5, 6, 7, 8, etc., adornándose cada vez con más palabras y números sin mejorar su eficiencia y efectividad (excepto en el ego y la fantasía mental de quienes así los nombran). Pero pese a esos nombres y supuestos cambios, sigue siendo lo mismo: un Centro de Operaciones originalmente copiado del sistema militar americano llamado C3I Comando-Control-Comunicaciones-Inteligencia. Estos centros operan las famosas CCTV (Closed Circuit Television) o Televisiones de Circuito Cerrado que hoy vemos o nos informan están en todas partes: calles, edificios, parques, centros comerciales, bancos, clubs, escuelas, oficinas de gobierno, centros de recreación, auditorios, edificios y comunidades inteligentes, etc. Por esto, es muy común que se nos informe en muchos lugares que estamos siendo vigilados y, por tanto, posiblemente protegidos. Vayamos a saber. Estos sistemas de video vigilancia tienen como función principal la de disuasión para prevenir crímenes y provocar acciones de emergencia en tiempo real para evitar, contener o, de alguna forma, atender la situación.
Esta mega inversión está enfocada a dar confianza, a crear certidumbre de que la seguridad está mejorando y podamos vivir sin temor en las comunidades y áreas así vigiladas. Sin embargo, al ver las noticias podemos dilucidar es solo una fantasía muy cara. Diariamente conocemos de actos delictivos cometidos sin ser ‘vistos’ por los sistemas de CCTV, a pesar de que los hechos sucedieron en frente de las cámaras. Pocas veces, los operadores o interesados pueden encontrar videograbaciones que pueden ‘ver’ los hechos y quienes los perpetraron.
Hay casos notables y tristes como el de Puebla en donde una mujer de negocios fue levantada saliendo de su casa y horas después se encontró su cuerpo semidesnudo tirado en una de las carreteras de la ciudad. Nadie vio nada pese a que el gobierno de Rafael Moreno Valle hizo una gran inversión en su C5 con la instalación de una plataforma llamada Ventana Ciudadana que con bombo y platillo se lanzó como la gran maravilla y modelo para todo México[1] y que, con el cambio de gobierno, resultó como la canción de la burrita: “un pasito pa’ delante, dos o más pasitos para tras”.
¿Por qué?
Hay muchas razones del por qué los “ojos no ven”. La primera es la falta de compromiso de las autoridades que manejan los Centros, la falta de continuidad ante cada cambio de gobierno; la no profesionalización de quienes los integran pues, en muchos casos, los nombramientos dependen más de “ser cuates” del gobernador o los alcaldes antes que profesionales de seguridad. Y mientras menos profesionales son, más obsesionados están con evitar algo muy notable, ‘la continuidad’. Espíritu contrario al de los países avanzados para quienes el relevo de un gobierno no requiere gastar fortunas en cambios de logotipos, abandonar obras sin terminar y cambiar los procesos y políticas anteriores.
La falta de conciencia sobre la continuidad es tema para otro día, pero el caso del C5 de Puebla resalta como agua hedionda. No solamente no ha habido continuidad, sino que se abandonó totalmente lo que ya estaba funcionando bien, no perfecto, pero bien.
Otra razón primordial, es la falta de voluntad para contratar y capacitar profesionalmente a los operadores de los sistemas, en particular aquellos encargados de monitorear las cámaras. Muchas entidades -públicas y privadas- que instalan sistemas de CCTV, sin importar la inversión, contratan personas sin definición de la responsabilidad que implica la videovigilancia y los sientan en los puestos “a ver qué ven”. Ciertamente, no ven nada. El ser monitorista no es algo sencillo, se requiere personal con aptitudes muy específicas y capacitación profesional, no solo una orientación[2]. Aunado a ello había que sumar la siempre presente corrupción. Sin un sistema de control interno adecuado, nos encontramos que hay quien paga para que ciertas cámaras ‘no vean nada’ en momentos específicos.
Conclusión
En el mundo moderno ya nos acostumbramos a que en todas partes hay “ojos” que nos ven constantemente. Sin embargo, en México la alta inversión en los sistemas de seguridad encargados de vernos para cuidarnos, resultan en “ojos” poco capacitados e incapaces de cumplir con su cometido, es decir, “ojos” que no ven porque no quieren o no pueden ver.
[1]Revista Seguridad en América, edición 110 bimestre septiembre-octubre de 2018 Videovigilancia Colaborativa como Pilar de la Seguridad Pública de México: El Modelo de Puebla
[2]Revista Seguridad en América, edición octubre 2011, La necesidad de profesionalizar y establecer un proceso de certificación para los Monitoristas de CCTV