La Hermandad de las Naciones es el título del discurso dado por mi finado amigo Luis Maldonado Venegas en la ocasión de ser el segundo mexicano presentado con la medalla de Miembro Honorario de la Orden Militar de la Legión Leal (Military Order of the Loyal Legion), en la sede nacional de Filadelfia, Estados Unidos. El primer mexicano así reconocido fue Benito Juárez, solo uno de 5 civiles así honrados al final de la guerra civil de ese país. La Legión, de la cual soy el 62° Comandante en Jefe, designó para este honor solo a aquellos que contribuyeron excepcionalmente a mantener la Unión Americana. La Legión es una orden hereditaria de descendientes directos de oficiales del ejército del Norte.
Honorary Companion Luis Maldonado Venegas entre sus muchas actividades políticas y culturales, además autor de muchos libros, fue vicepresidente del Colegio Mexicano de Abogados; vicepresidente y Miembro de Número de la Academia Mexicana de Derecho Internacional; presidente del Consejo Directivo Nacional de la Legión de Honor de México; presidente del Patronato de la Academia Nacional de Historia; vicepresidente del Instituto Mexicano de Cultura; presidente del Fideicomiso Horizonte Siglo XXI; vicepresidente del Patronato del Museo de la Revolución Mexicana; vicepresidente del Instituto Mexicano de Ciencias y Humanidades; y presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
Nuestra relación se inicia cuando otro gran amigo y miembro póstumo de la Legión, Mario Riestra Vengas nos presentó con el interés de que el legado de la relación Lincoln-Juárez se hiciese altamente visible en la celebración del 150 aniversario de la batalla de Puebla. La Legión fue invitada a participar en las celebraciones, donde un grupo de miembros en el uniforme de nuestros ancestros de la guerra civil, acompañados de la figura del presidente Lincoln desfilamos junto con los elementos representando al presidente Juárez. Recordamos el día y momento en que el ejército mexicano derrotó y humilló al ejército francés, dando una pauta crítica en la eventual victoria de ambos presidentes ante la alta probabilidad (hasta ese día) de presidir sobre el ocaso de ambas Repúblicas. La victoria del General Zaragoza impidió el avance del imperio francés para ocupar la ciudad de México y usurpar el gobierno y paralelamente evitó que los franceses controlaran el territorio que permitiría establecer líneas de suministros terrestres a los Estados Confederados del Sur; entre otros efectos, uno de los factores que ayudaron a la victoria de la Unión en la batalla de Gettysburg, fue la falta de artillería y municiones francesas. Este fue el factor que determinó el final de la batalla de tres días y el esfuerzo del Sur para lograr una victoria en territorio del Norte y obtener reconocimiento oficial de las naciones europeas.
La relación Lincoln-Juárez tiene muchas aristas, es larga y compleja. Inicia mucho antes cuando el ministro Matías Romero presentara una carta de apoyo al presidente-electo Lincoln con la oferta de apoyo incondicional y recibiendo una respuesta igual. Y de alguna forma culmina cuando el General Ulises Grant (después presidente y gran amigo de Matías Romero) ordena al General Sheridan vaciar la armería de Nueva Orleans y hacer llegar al presidente Juárez unos 35,000 rifles en la zona de El Paso, armamento que ayudó al avance al sur y la derrota final del Emperador Maximiliano y el sueño francés de establecer su imperio en América del Norte.
Las palabras de Luis al recibir la presea representan un importante resumen de nuestra hermandad, a pesar de las muchas asperezas, y me permite honrar su memoria:
El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no deberá desaparecer nunca de la Tierra —ABRAHAM LINCOLN, The Gettysburg Address.
Es un gran honor recibir el día de hoy tan importante reconocimiento de parte de la Orden Militar de la Legión Leal. Este honor es aún mayor al realizarse en esta noble ciudad, emblema de la independencia, pues aquí se firmó la carta de independencia un cuatro de julio de 1776, y emblema también de la fraternidad, pues la etimología en el nombre de la ciudad, y su historia, han hecho que Filadelfia sea la ciudad de la hermandad por antonomasia, tal como comúnmente la conocemos: The City of Brotherly Love. Esta fraternidad nos hace recordar las similitudes que hermanan a ambas naciones, a los Estados Unidos de América y a México. Ambos países hemos sido hermanos de lucha, hemos luchado contra la esclavitud y hemos vencido; luchamos también contra los resabios del colonialismo y salimos triunfantes. Esa es nuestra verdadera hermandad, la de estar unidos por los mismos principios de igualdad e independencia. Independencia, porque ambos países ganamos nuestra soberanía frente a otras naciones; igualdad, porque ambos defendimos la igualdad jurídica de los individuos como de los Estados en el concierto de las naciones.
No cabe la menor duda de que hemos compartido ideales en el pasado y de que seguiremos compartiendo los mismos ideales en el futuro: En 1862 México enfrentaba al enemigo invasor de Francia, mientras Estados Unidos defendía la Unión y la igualdad de todos los hombres ante la ley. Ambas luchas no sólo coincidían en el tiempo, sino que coincidían en un principio inalienable: la libertad ciudadana. Hoy día tenemos la misma preocupación, seguimos luchando porque nuestros ciudadanos sean ciudadanos libres, y para lograrlo estamos dispuestos a enfrentar todo aquello que impida la soberanía de una nación y la libertad de sus ciudadanos. El narcotráfico y la ilegalidad son los nuevos enemigos de la libertad, estoy seguro que juntos, como antes lo hemos hecho, vamos a vencer.
Hay que recordar que no he sido el primer mexicano que ha tenido el gran honor de ser invitado a portar la medalla de la Orden Militar de la Legión Leal e incorporarme como un “Companion Honorario”. Desde sus primeros años, la Orden ha reconocido a miembros de otros países, de entre ellos, una figura sobresale: la insignia número 00156 concedida a Benito Juárez, presidente de México durante los años aciagos en que ambas naciones combatían contra la esclavitud y la sujeción. Entre los tantos logros del ex-presidente Benito Juárez, se encuentra su defensa irrestricta al Estado de Derecho, de tal modo que Juárez suscribiría como suyo el lema que dicta la medalla de la legión: Lex Regent, Arma tuentur —Las leyes gobiernan, las armas defienden, Laws Rule, Arms Defend—; Benito Juárez y Abraham Lincoln suscribirían ese lema y uno más, el conocido aforismo de Juárez: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. La similitud intelectual entre Lincoln y Juárez es sorprendente, fueron verdaderos estadistas que supieron responder a los retos de su tiempo. De algún modo, vivieron vidas paralelas, biografías compartidas que quizás nos iluminan en la comprensión de estos temperamentos lúcidos y libertarios. Ambos tuvieron un origen modesto, una infancia marcada por la pobreza. Lincoln provenía de una familia de colonos cuáqueros y granjeros venidos a menos, por azares del destino tuvo la oportunidad de recorrer el Misisipi y conocer de cerca las injusticias que padecían los esclavos; Juárez nació y se crió en las agrestes montañas de Oaxaca, en su pueblo y con su gente, de origen zapoteca, conoció y columbró las desigualdades sociales de su tiempo. Sin duda, estas duras experiencias fueron las que influyeron a estos brillantes personajes en la formación de una conciencia y una preocupación especial hacia el pueblo y los individuos. Aunque nunca pudieron reunirse e intercambiar ideas, pues cada uno se encontraba ocupado en resolver las dificultades que atravesaban sus naciones, lo cierto es que la empatía entre ambos políticos surgió incluso antes de que Lincoln tomara la presidencia, es importante recordar que Juárez envío a Matías Romero, entonces Canciller de México, a dialogar con Abraham Lincoln y transmitirle un mensaje de apoyo contra la esclavitud y a favor de la República. A su vez, Lincoln responde con la misma intención e intensidad, dando su apoyo irrestricto al gobierno mexicano, apoyo que, y cito al mismo Lincoln: “nada podría hacer cambiar”.
Hemos dicho que ambos próceres columbraron las necesidades de su pueblo, conocieron la severidad social muy de cerca, ambos también liberaron a su pueblo para que lograra subsistir por siempre “el poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Muchas gracias.
Gracias Luis, te extrañamos, Reposa en Paz