Mientras escribo este artículo estoy dudoso sobre su contenido. No logo dejar de pensar y reflexionar sobre mi última estupidez, bueno sobre la más reciente, dudo que vaya a ser la ultimísima. Y es que no tengo tiempo más que para eso, mis días de super flojera se acabaron, resulta que ahora solo debo estudiar pues así lo manda mi hermosa madre.
Pero les cuento. Sucede que mis calificaciones no son las mejores. El semestre pasado literal “pancé”, o sea que apenitas pasé. Y lo que va de éste ando en las mismas. Sé que no estoy dando mi máximo esfuerzo y ese no es el mayor problema, sino que mi mamá lo sabe también -es como adivina-, y me puso un regaño brutal como se podrán imaginar quienes la conocen.
Espero mi madre no lea esto en un rato, es un tema sensible todavía y apenas me dirige la palabra, por ello trato de evitarla lo más posible y hacerla sentir bien si puedo, aunque no creo le dure mucho más tiempo el enfado.
Pero bueno el día de la masacre comenzó justo en el momento que me subí a la camioneta para regresar a casa y me preguntó bien confiada por mis calificaciones (después de cada examen yo le había dicho que me había ido bien excepto en francés). Error, le di noticias que no esperaba. Y ahí comenzó la violencia psicológica que seguro me dejará traumas de por vida, me causará sufrimiento por el resto de mis días y evitará pueda disfrutar hasta de una mañana soleada.
Y aunque todo lo que decía, más bien me gritaba, tenía bastante sentido y claro que ponía mucha atención -de no hacerlo ese ser en esos momentos es capaz de cualquier brutalidad-, no podía esperar a que terminara la tortura, pero como vivo a una media hora más o menos de mi colegio, el regaño fue laaaaaargooooooo. Tan cerca y, al mismo tiempo, tan lejos de esa salvación y protección que son mi casa, mi cuarto, mi cama, bueno hasta mi baño. Lo que hubiera dado por esconderme unas dos horas junto al WC.
Iluso de mí, aunque llegamos a mi hogar, el regaño ¡no terminó! Y no había escape. No sé si logran entender el sufrimiento por el que pasé. ¿Acaso sus padres son igual de exagerados, neuróticos, histéricos, diabólicos, engendros del mal, etc, etc, etc?, Vaya que siento el mal trato de parte del demonio encargado de mi persona.
Pero madre, no te tomes esto en serio, si entiendo el porqué del regaño y tienes razón. Te quiero y considéralo parte de mi aprendizaje, a fin de cuentas y aunque no esté muy feliz con los métodos espero los resultados sean mejores, y aunque es muy triste mi tragedia te pido perdón. No pienses que todo lo que me dijiste no tuvo sentido, claro que si y te haré caso durante todo este siguiente periodo. Lo siento y gracias por todo lo que haces por mí.
Ah, y por cierto, no me inviten a nada en los próximos 20 años. ¡Estoy castigado!