La industria alimenticia ha dado un giro en los últimos años. Se habla de modas en la forma de alimentarnos, que sí somos intolerantes a la lactosa, al gluten, a la proteína animal, etc. Pero lo cierto es que, hoy en día, nos alimentamos mal y de forma poco saludable.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los alimentos naturales son los que no han sido añadidos con ningún componente -sal, azúcar, grasas- o compuesto industrial, o han sido mínimamente procesados o sometidos a algún tratamiento químico. Ello hace que su vida útil sea corta y después de pocos días se empiezan a descomponer. Dentro de estos se encuentran frutas, verduras, legumbres, semillas, huevos, carnes, mariscos.
Los alimentos procesados, en cambio, pasan por un proceso industrial que cambia su naturaleza y, generalmente, les son adicionandos grasas, azúcares, sales y otros componentes químicos. Los encontramos en conservas, dulces, jugos, leche pasteurizada, quesos.
Después de esta información es necesario preguntarnos ¿Sabemos exactamente lo que comemos?
Pues malas noticias. Los productos empacados y procesados no son más que una revoltura de químicos que introducimos a nuestro cuerpo pensando o creyendo, en muchos casos, que son nutritivos porque así lo marcan sus empaques. Sin embargo, si leemos detenidamente sus etiquetas, encontraremos que en su mayoría incluyen ingredientes que difícilmente podemos pronunciar ¿crees que eso sea natural o bueno para nuestro cuerpo?
La estadística de padecimientos como obesidad, cáncer, diabetes, enfermedades cardio vasculares, es cada día más alta en todo el mundo. Y mucho tiene que ver con nuestra deficiente alimentación.
Ello hace que prendamos las alertas y debamos poner un poco más de atención. Es importante analizar el contenido de los alimentos que compramos y observar cuál es su primer ingrediente y cuantos de ellos son artificiales. Por ejemplo, hay marcas de atún cuyo ingrediente principal es soya y como ingrediente final son trozos de pescado, lo que significa que lo que menos estamos comiendo ahí es atún. Otro ejemplo de ello, son los productos light, vivimos engañados por la mercadotecnia creyendo que son más sanos, pero los procesos e ingredientes adicionados son altamente dañinos -aspartame, concentrados, fenilalanina, acesulfame potásico, entre otros-. De verdad que, cuando uno se detiene a revisar los empaquetados, es sorprendente la mala calidad de los alimentos que consumimos actualmente.
Con esto no quiero decir que tenemos que comer todo orgánico (no hay cartera que lo soporte), pero sí ser más conscientes de la importancia de comer alimentos naturales y frescos. Hay muchísimas cosas que se pueden preparar para llenar el cuerpo de nutrientes sin ingerir tantos químicos. Hay productos como los superfoods, que poseen más propiedades que una sola fruta. El Camu Camu, por ejemplo, tiene 100 veces más vitamina C que un limón; los corazones de Hemp aportan proteínas y omegas; la espirulina contiene vitaminas, minerales, clorofila, y ácidos grasos esenciales.
No olvides revisar las etiquetas de lo que consumes y si el primer ingrediente no lo puedes pronunciar ¡mejor no lo consumas!