Nos enteramos, día con día, de importantes noticias que atraen la atención del público dado que, por su naturaleza, podrían originar cambios importantes en la vida del país. Me refiero a los asuntos relacionados con los escándalos por el desabasto de medicinas; el movimiento feminista y su protesta contra el alto número de feminicidios, la desigualdad de género y las agresiones a mujeres ocurridas en todo el territorio nacional y, cuyo evento cumbre será este 9 de marzo, bajo el lema: “El nueve nadie se mueve”; las marchas de protesta de estudiantes universitarios que empezaron en la ciudad de Puebla después del asesinato de 3 de sus compañeros y un trabajador de Uber que les brindaba servicio, y que ha cobrado fuerza, habiendo protestas en diferentes ciudades del país, incluyendo a la Ciudad de México, en donde estudiantes del Instituto Politécnico Nacional y de la Universidad Nacional Autónoma de México se sumaron al movimiento, manifestándose frente a Palacio Nacional; desde luego, la detención de personajes reconocidos de la administración pasada, en Estados Unidos y España por delitos de corrupción, atrajo las miradas de los mexicanos, al igual que todos los casos de desapariciones, asesinatos y demás casos relacionados con la impunidad y falta de estrategia y trabajo gubernamental en seguridad. No deja de seguir siendo noticia, el sorteo del avión presidencial -cuyo premio mayor no es el avión-, y cuya fecha de inicio de venta de boletos tuvo que ser movida para un día después de la protesta a nivel nacional por parte de las mujeres, cuya convocatoria a no laborar, ha traído diferencia de opiniones.
Todas estas noticias han sido de gran impacto, pero ninguna ha acaparado más la atención nacional y mundial como la de la nueva epidemia de coronavirus COVID-19. Hasta la semana pasada había en nuestro país 5 casos confirmados de gente contagiada por este virus, hoy ya son siete. La Organización Mundial de la Salud ha declarado emergencia sanitaria internacional y ha establecido ciertas medidas precautorias para tratar de evitar la propagación masiva de este virus que ya ha llegado a más de 65 países con alrededor de 5,000 muertes.
Existe un interés generalizado en la población sobre todo por las medidas preventivas que están o no tomando nuestras autoridades. También existe expectación por su impacto económico -turismo, importaciones, exportaciones-, y el ya sensible desabasto de cubre bocas y geles antibacteriales. Por el momento, nadie presta atención sobre sus efectos en el medio ambiente que, por cierto, no son negativos: gracias al cierre de ciudades en donde se ha impuesto la cuarentena y el cierre temporal de varias fábricas se ha logrado disminuir la contaminación del aire, situación que es visible desde el espacio. La cancelación de vuelos también ha representado un respiro. Habrá que esperar, para poder hacer una medición y evaluación de daños y mejoras al ambiente: por ejemplo, la cantidad de muertes que causó el virus en la ciudad china de Wuhan, donde empezó el brote epidémico, contra la mejora en la salud de sus 11 millones de habitantes por efecto del aumento en la calidad del aire que respiran, causada por el paro de labores. En fin, hay mucho que hablar del ambiente y su mejora o deterioro dados los diferentes acontecimientos citados, no la sociedad, no los gobiernos. Por ello, nada que escribir sobre el tema ambiental. Hasta la próxima.