No sé si nos pasa a todos, pero la cuarentena poco a poco nos vuelve locos, sea que nos demos cuenta o no. Las relaciones en mi casa están tensas y el mínimo error, aún en la cosa más tonta, puede ser el detonante de una explosión de sentimientos entre mi madre y yo. No tengo un punto de referencia, pero si en todas las familias es igual encuentro este aislamiento algo peligroso.
Como muchos ya sabrán, y para los que no les cuento, toda mi vida he sufrido del abuso y maltrato psicológico por parte de mi endemoniada madre a la que tanto amo, por lo que me encuentro regularmente en escenas de gritos seguidas por largos periodos de castigos. Algo así como el ciclo de la vida en donde la especie dominante asecha al pequeño conejito esperando para comérselo o, como en mi caso, regañarme y castigarme.
Y déjenme decirles que, el hecho de estar solo ella y yo nos ha funcionado para resolver ciertos problemas, pero por otro lado no puedo escaparme ni por 5 minutos y eso me está resultando abrumador. Antes cuando nos peleábamos podía huir a mi escuela o a casa de algún familiar o amigo buscando refugio diplomático, pero en esta situación particular tengo que sufrir sus enojos hasta que se le pasan y, como últimamente me he lucido, pues no está tan padre.
Lo cierto es que no me he portado tan taaaaaaaan mal, solo que no le he echado muchas ganitas a eso de la educación en línea. Me aburro horrible, paso el día entero enfrente de la pantalla de la computadora y con audífonos puestos. No es justificación, pero de 24 horas del día estoy sentado así, sin pararme más que al baño, 9 horas o más. ¿No les parece increíble? No me gusta, no puedo dar el 100 y me siento frustrado. Obvio, como estoy a punto de reprobar varias materias ¿qué creen? Después de tremenda gritoniza, fui castigado de una forma bastante severa y me encuentro privado de todos los privilegios que califican a un ser humano de esta época. Prácticamente estoy viviendo, desde hace una semana, en la Edad Media: sin comunicación o acceso a la tecnología, la cual solo puedo usar para fines educativos que, hoy, ODIO!!!!!!
Y entonces, si antes no había sentido los efectos de la cuarentena, esta semana me he dado cuenta de lo que realmente extraño y lo que hacía que mis días tuvieran sentido en este periodo. Al inicio, cuando nos mandaron a nuestras casas y suspendieron clases presenciales, me emocioné bastante y, hasta hace no mucho, pensaba igual, pero gracias a este castigo finalmente veo que la comunicación con mis amigos fue la que hizo no resintiera el encierro. Fabri, por ejemplo, me alegra con el simple hecho de hablarle, es muy gracioso y, sin dudarlo, puedo decir que es mi mejor amigo; pero también están mis viejos y nuevos amigos con quienes los chats y reuniones zoom son divertidísimas y me hacen el día, me emociona saber nos veremos, aunque sea virtualmente.
Asumo mis castigos como un campeón, pero éste y en esta etapa realmente me dolió, y no porque muera por meterme a Instagram y ver las historias de todos, sino porque necesito contacto humano y hablar con ellos un rato. Espero que cuando acabe la cuarentena o mi castigo, lo que pase primero, seguirán ahí para mí esperando con ansias mi regreso.
Los extraño chicos y les dedico esta crónica y, como algún grande ha dicho, “los veré del otro lado”.