Que yo no tengo la culpa
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que te sale
de los pechos y las trenzas.
Bodas de sangre. F.G.L.
Que prohíban quererse a plazo fijo
que sean menos los cansancios y las penas,
que se besen en la esquina los mendigos
que sea más el chocolate en la merienda.
Que se rompan de envidia los espejos
que no cueste dar un tour por sus retratos,
que no quiera querer porque no quiero
que no duela jamás el desencanto.
Que se mueran por el sol los girasoles
que se envase el perfume de su trenza
y le curen las heridas con canciones;
que se calle la voz de la experiencia
que no sufran por amor los masajistas,
que sus ojos no miren a cualquiera.