Los Estados Unidos de América como primera nación independiente en el Nuevo Mundo, trataron de establecer un sistema de organización política diferente del régimen monárquico y colonial con el que acababan de romper. En su búsqueda por implementar el modelo de democracia representativa, concibieron un sistema electoral que, a pesar de las difíciles condiciones de la época, garantizara la delegación de soberanía del pueblo a sus gobernantes y representantes. Transcurría el último cuarto el siglo XVIII.
Han pasado más de doscientos años y el sistema político diseñado en aquel entonces para las trece colonias, ha evolucionado enormemente, dando lugar a una compleja administración integrada por cincuenta estados, el Distrito de Columbia, tres territorios y Puerto Rico.
Con más de medio millón de funcionarios de elección popular que van desde los miembros de las juntas directivas de las escuelas, alguaciles, jueces, alcaldes, gobernadores, diputados y senadores estatales, entre otros, la atención internacional se centra en las elecciones tanto del Congreso bicameral (Senado y Cámara de Representantes) como de la Presidencia y Vicepresidencia de los Estados Unidos.
Habrá que aclarar entonces que no existe un solo sistema electoral en los Estados Unidos, pues los estados definen sus propios sistemas y aun para los condados, que son 3141, existe la posibilidad de diseñar las reglas electorales para elegir a sus funcionarios locales.
Más recientemente, a nivel mundial surgió la pregunta sobre cómo funciona ese sistema donde el candidato que ganó más votos en las elecciones de 2000 y 2016[1] no fue electo, mientras que quienes obtuvieron menos votos de los electores, pero más más votos del Colegio Electoral, resultaron siendo presidentes de los Estados Unidos[2].
Vale la pena entonces revisar las normas, instituciones y procedimientos que integran el sistema político y electoral en el que se eligen los miembros del Congreso Federal (Senadores y Representantes), así como el presidente y el vicepresidente de los Estados Unidos.
Normas:
Ante un universo de normas electorales difusas en toda la nación, optamos por ir a la fuente, o sea, remitirnos a la Constitución que originariamente diseñó el sistema político y las reglas electorales fundamentales, las cuales se han ido modificando según lo exigían las nuevas realidades.
De las veintiséis enmiendas que se han aprobado desde su proclamación en 1787, más de un tercio se refieren al sistema electoral federal, empezando con la Enmienda XII del 15 de junio de 1804, antecedente directo del Colegio Electoral actual. Cada una de ellas se fue adoptando conforme la sociedad se desarrollaba, así la XV de 1870 permitió votar a los antiguos esclavos, la XIX de 1920 otorgó el derecho de sufragio a las mujeres, la XXII de 1951 limitó el mandato presidencial a dos periodos consecutivos, la XXVI de 1971 redujo la edad para votar, de los 21 a los 18 años.
Entre las otras enmiendas hay algunas que tienen relación con el sistema electoral y político, con los representantes del distrito donde se asienta el gobierno, la sustitución presidencial, los períodos o mandatos de los electos, etc.
Este cuerpo normativo es la esencia del sistema electoral estadounidense.
Procedimientos:
En toda democracia representativa, las elecciones constituyen los procedimientos idóneos para la delegación de soberanía. En los Estados Unidos, a nivel federal se practican dos tipos de elecciones: generales y primarias. Las elecciones primarias se celebran antes de la elección general, y en ellas se decide quiénes serán los candidatos de un partido en la elección general.
Las elecciones generales se celebran cada dos años para elegir a los 435 miembros de la Cámara de Representantes[3]. El número de representantes varía entre cada estado, según el tamaño de su población y se adjudican proporcionalmente por el método Hill-Huntington[4]. El tamaño de la población se establece mediante el censo nacional que se realiza cada diez años. El último censo se llevó a cabo en el 2010, y el más reciente culminó en septiembre de este año.
Durante esas elecciones también se elige un tercio de los 100 miembros del Senado. Existen dos senadores por cada uno de los 50 estados y por ley, el vicepresidente de los Estados Unidos es el presidente del mismo.
Se les llama elecciones de medio término cuando se celebran a mitad del mandato presidencial que es de cuatro años. Por razones históricas, se realizan siempre el primer martes del mes de noviembre[5].
Las elecciones primarias son las que celebran los partidos políticos para elegir a los candidatos a estos cargos federales. En algunos estados, los partidos, en lugar de primarias utilizan el mecanismo de asambleas electorales conocidas como caucus.
Los estados en coordinación con el liderazgo del partido establecen las fechas para la realización de las primarias o de los caucus, en su caso[6].
Los ciudadanos electos en las primarias o caucus son los que asisten como delegados a las convenciones nacionales de los partidos. Es ahí donde se elige a los candidatos que competirán en la contienda nacional. Este año, la Convención del Partido Demócrata estaba prevista entre los días 13 y 16 de julio en el pabellón Fiserv Forum de la ciudad de Milwaukee Wisconsin, sin embargo, debido a la pandemia del COVID-19 se realizó de forma virtual del 17 al 20 de agosto; Joe Biden y Kamala Harris pronunciaron su discurso de aceptación en Delaware. La convención del Partido Republicano estaba originalmente programada para celebrarse en el Spectrum Center en Charlotte, pero el 2 de junio el Comité Nacional Republicano declaró que retiraría el evento después de que el gobierno del estado de Carolina del Norte se negara a aceptar las demandas del presidente Trump quien exigía se llevará a cabo ante una multitud y sin medidas de salud pública para prevenir la propagación de la pandemia. Finalmente, aunque de manera oficial Charlotte fuera la sede, la ceremonia de aceptación de su nominación y la del vicepresidente Pence, se efectuó en Washington DC, en la misma Casa Blanca, generando críticas y denuncias de ilegalidad.
En los Estados Unidos, como una forma de combinar prácticas de democracia representativa con instituciones de la democracia directa, el día de las elecciones generales, las papeletas de votación en algunos estados (o localidades) suelen contener, además de los candidatos a los cargos electivos, preguntas sobre políticas públicas, referéndum, iniciativas ciudadanas e incluso, la revocatoria del mandato de algún funcionario (recall). Es una forma efectiva de aprovechar la convocatoria al cuerpo electoral para realizar lo que la Ciencia Política moderna denomina consultas ciudadanas.
Instituciones: NASS – Colegio Electoral – FEC – EAC
NASS
A diferencia de los sistemas electorales de los otros países del continente, en los Estados Unidos no existe una entidad encargada de administrar las elecciones a nivel nacional. Y aun si se trata de elegir a los congresistas federales o a la fórmula Presidencial, son los estados mediante sus Secretarías de Estado, los que se encargan de realizar los procesos electorales. Dada la permanente actividad desarrollada por estas oficinas, entre las cuales los procesos electorales son uno de sus componentes principales, se han constituido en la Asociación Nacional de Secretarios de Estado, NASS (por sus siglas en inglés)[7].
Cada estado sabe que elige dos senadores y el número de representantes que le corresponde a nivel federal. Y en el caso del presidente y vicepresidente, se elige igual número de delegados que conforman el Colegio Electoral del estado. Son estos delegados quienes, en definitiva, eligen al presidente y al vicepresidente de los Estados Unidos. Para ello, los Colegios Electorales de cada estado envían a Washington DC al presidente del Senado, sus votos en sobre cerrado y éstos se cuentan en sesión conjunta del Congreso en el mes de enero del año siguiente, lo cual constituye una formalidad, pues desde noviembre se sabe cuál de los candidatos obtuvo mayoría en los Colegios Electorales.
El Colegio Electoral
Esta institución tricentenaria es la que más confusión crea en la opinión pública, pues en los Estados Unidos no se elige al presidente por el voto popular directo de los electores, como en los sistemas presidencialistas, ni como al Primer Ministro, en los sistemas parlamentarios por el voto del Congreso, sino mediante el voto de representantes de los estados, quienes son electos para ese fin.
Actualmente se eligen 538 miembros del Colegio Electoral, el equivalente al número de senadores y miembros de la Cámara de Representantes más los 3 del Distrito de Columbia, sede del gobierno.
Para ser electo presidente de los Estados Unidos, un candidato o candidata necesita tener 270 votos del Colegio Electoral, es decir, mayoría simple. Si ningún candidato presidencial obtuviera la mayoría de los votos electorales, la Enmienda número 12 de la Constitución prevé que la elección presidencial sea decidida por la Cámara de Representantes. En tales casos, la Cámara elegirá al presidente por voto de mayoría, eligiendo de entre los tres candidatos que hayan obtenido el mayor número de votos electorales. Cada estado emite entonces, un voto[8].
Si ningún candidato a la vicepresidencia obtuviera la mayoría de los votos electorales, el Senado seleccionará al vicepresidente por voto de mayoría, y cada senador elige, de entre los dos candidatos que hayan recibido el mayor número de votos electorales.
El Colegio Electoral funciona únicamente para la elección presidencial, y fue concebido en un período histórico en el cual no había partidos políticos, la población estaba dispersa en un vasto territorio y los medios de comunicación y transporte eran sumamente limitados.
Según William Kimberling, su diseño original recuerda la República romana, donde los hombres adultos, según su fortuna, se reunían en grupos de 100 llamados centurias, para aprobar o rechazar propuestas del Senado romano. Así, los estados eran asimilados a las centurias, y el número de votos por estado dependía de su tamaño poblacional.
En la sociedad contemporánea con medios de comunicación masivos y transportes modernos, pareciera no tener sentido el continuar con el Colegio Electoral; sin embargo, se mantiene debido al relativo equilibrio que proporciona entre los estados federados y la representación popular. Funciona como una institución intermedia entre el criterio poblacional (variable) para elegir a los miembros de la Cámara de Representantes y el criterio territorial (fijo) para los miembros del Senado.
Cada estado tiene su propio sistema para elegir a los miembros del Colegio Electoral. En casi todos los estados, el partido del candidato ganador en ese estado gana todos los votos, excepto Nebraska y Maine que dividen a sus electores en proporción a la cantidad de votos que ganó cada partido.
En 2016, cinco de los 538 votantes se negaron a votar por la demócrata Hillary Clinton a pesar de que ella había ganado la mayoría de los votos en sus estados, y dos se apartaron del republicano Trump. Frente a la eventualidad de que “los votos rebeldes” se convirtieran en una verdadera negación al rol del Colegio Electoral, la Corte Suprema de los Estados Unidos resolvió que los miembros del Colegio Electoral, encargados de designar al presidente y al vicepresidente en el sistema de elección indirecta, no tienen libertad de acción con respecto del voto popular.
El fallo unánime de los nueve jueces del máximo tribunal permite a los estados destituir y penalizar a esos electores que se pronuncien en contra de la voluntad de la mayoría de los ciudadanos de sus estados. Algunos de los llamados “electores infieles” fueron penalizados por los estados de Colorado y Washington y dos impugnaron su sanción (una multa de 1.000 dólares para uno, el retiro del cargo de elector para el otro), en nombre de su “libertad de voto”.
Los empleados federales no pueden ser miembros del Colegio Electoral.
FEC
Existe una entidad que sí tiene competencia federal y que fue creada a partir de las grandes reformas al sistema electoral, generadas por el escándalo de Watergate en 1972 y la crisis política que terminó con la renuncia del presidente Nixon en 1974. La Comisión Federal Electoral FEC[9] (por sus siglas en inglés), la cual tiene por mandato supervisar los gastos electorales en las campañas presidenciales, asegurando la publicidad del financiamiento y garantizando que se mantengan los límites del mismo.
En un país donde el costo de las elecciones ha crecido exponencialmente, y sobre lo que The Economist llamó en diciembre de 2015 el “el mayor espectáculo de la tierra”, es entendible que se hayan dado pasos tendientes a controlarlo, particularmente si vemos que la elección presidencial de 1996 se estimó en 448,9 millones de dólares; la del año 2000 en 649,5 millones de dólares; la del 2004, rebasó la alarmante cifra de 1000 millones de dólares; y la de 2016 según el Centro para Políticas Responsables (CRP, por sus siglas en inglés) costó más de $2,651 millones de dólares, un costo ligeramente superior a los $2.621 que costó la campaña de 2012. Es muy probable que la pandemia marque un giro coperniquiano y sirva para revisar el uso del dinero en la política dado que se espera que los reportes post electorales demuestren una fuerte tendencia a la baja en función de la sustitución de actos masivos, concentraciones y movilizaciones de amplios sectores por el uso de nuevas tecnologías y aplicaciones en las redes sociales.
EAC
Finalmente, hay que señalar que la fractura que sufrió el sistema electoral a raíz de las elecciones de 2000, y el caso patético de Florida que colocó a los Estados Unidos a niveles de cualquier república bananera, obligó como al inicio de los 70 a buscar mecanismos institucionales que corrigieran los graves errores cometidos y devolviera la confianza ciudadana a los procesos electorales.
No vale la pena recontar los vicios y delitos cometidos en esa ocasión, pues son de todos conocidos, sino la reacción institucional que pretende que no se repitan. Con ese propósito, en octubre de 2002 el Congreso de Estados Unidos promulgó la histórica Ley Ayuda a Estados Unidos a Votar (Help America Vote Act, conocida como HAVA por sus siglas en inglés), en virtud de la cual, por primera vez, el gobierno federal prestaba considerable asistencia a los 50 estados, al Distrito de Columbia y a los territorios estadounidenses para mejorar el proceso electoral.
Mediante esa ley se creó la Comisión de Asistencia Electoral (EAC en inglés)[10], como centro nacional de la administración de elecciones y, por primera vez en la historia del país, se asignaron más de tres mil millones de dólares en fondos federales para la mejora del proceso electoral. La EAC que inició su labor a finales de 2003, es un órgano integrado por cuatro miembros, dos republicanos y dos demócratas, nombrados por el presidente y confirmados por el Senado de Estados Unidos.
El sistema judicial
Finalmente, y sin ser parte constitutiva del sistema electoral, la Corte Suprema de los Estados Unidos, al igual que el resto de las instancias jurisdiccionales que integran el Poder Judicial, intervienen en la solución de los conflictos electorales. El hecho de que no exista una entidad específica para lo contencioso/electoral, permite a la justicia común dirimir las impugnaciones de resultados, entre otros casos, que se deriven de los procesos electorales. De esa manera, los tribunales de distrito, las cortes estatales y cortes regionales hasta llegar a la Corte Suprema pueden convertirse en gran elector.
El caso de las elecciones de 2000 nos muestra cómo, a través del writ of certiorari, que mutatis mutandi equivale a un Juicio de Amparo, el máximo tribunal dividido (5 votos contra 4) mediante un Per Curiam, es decir la opinión del tribunal, resolvió el 12 de diciembre de 2000 quién sería el presidente de la nación más poderosa del planeta.
Conclusiones
A menos de un mes para las próximas elecciones, el martes 3 de noviembre de 2020, las encuestas muestran las mismas tendencias que en 2016, con una ventaja a nivel nacional del candidato demócrata sobre el republicano. Y en aquella ocasión, las encuestas acertaron en relación con los resultados nacionales, pues la candidata demócrata obtuvo cerca de tres millones de votos más, de los electores estadounidenses, que su rival republicano.
Lo que no reportaron las encuestas, eran las preferencias electorales estado por estado, particularmente de los llamados estados bisagras o indefinidos (swing states), que son al final de cuenta los que definen el resultado electoral.
Para la mayoría de los analistas, son 11 los estados bisagra que juntos suman 146 votos electorales: Nevada, Florida, Virginia, Colorado, Pennsylvania, Wisconsin, Carolina del Norte, Michigan, Iowa, Ohio y New Hampshire.
Es decir que, de nuevo, el Colegio Electoral será llamado en el mes de diciembre, para definir al próximo presidente y vicepresidente de los Estados Unidos, y como desde hace más de doscientos años, su misión será elegir al 46º Presidente, tal como lo definiera Alexander Hamilton, padre ideológico de la institución, en su perfil actual, con el objetivo primario de impedir que alguien como Aaron Burr, a quien consideraba un libertino e incompetente para el cargo, fuera electo por el Colegio Electoral; lo que lo hizo apoyar la elección de su rival Thomas Jefferson, y en una de sus tantas contribuciones a The Federalist Papers, Hamilton escribió que la Constitución debía asegurar que la Presidencia “nunca recaiga en manos de ningún hombre que no esté dotado con las capacidades requeridas”; logrando una reforma al Artículo II, Sección 1, Cláusula 2 de la Constitución, conocida como la XII Enmienda de 1804.
Desde luego que, aunque las condiciones entre las elecciones recién pasadas de 2016 y las del próximo mes de noviembre no son las mismas, hay muchas variables a considerar tanto en los issues nacionales que dominan la agenda doméstica, como en el manejo de la crisis del COVID-19 y la violencia que afecta grandes ciudades como New York, Chicago, Portland y Seattle, todas en estados azules o demócratas, pero que refleja una conmoción a nivel nacional, en una de las políticas públicas más sensibles –que se suponía superada- como es el tema de la discriminación racial.
En esta campaña, temas como la migración forzada, el muro en la frontera sur y otros concernientes a América Latina han pasado a segundo plano. A nivel internacional, sin duda la política proteccionista del actual mandatario influyó en el comercio internacional, y las relaciones por diferencias arancelarias con socios tradicionales como la Unión Europea se agravaron con la guerra verbal iniciada con China, además de la confrontación con -y en- los organismos multilaterales como OTAN; OMC y OMS.
¿Son riesgos calculados, son temas que redituaran en resultados favorables por contar una base conservadora y poco ilustrada? Lo sabremos pronto.
[1] Al Gore y Hillary Clinton, respectivamente y ambos del Partido Demócrata.
[2] Candidatos que perdieron las elecciones por el voto popular pero ganaron la presidencia por el Colegio Electoral: John Quincy Adams en 1824, Rutherford B. Hayes en 1876, Benjamin Harrison en 1888, George W. Bush en 2000 y Trump en 2016.
[3] Puerto Rico elige por voto popular un Comisionado Residente ante la Cámara de Representantes de Estados Unidos, por un período de cuatro años, quien goza de los privilegios de los Congresistas, pero no tiene derecho a voto. Igual los delegados del Distrito de Columbia y los tres territorios Samoa Americana, Guam e Islas Vírgenes.
[4] Considerando que los Estados Unidos tienen al 1 de enero de 2020 un estimado de 330, 222,422 habitantes, a cada estado le corresponde en promedio un congresista por cada 759,132 habitantes. De todas maneras, está previsto que los estados con poblaciones inferiores a esta cifra tienen derecho igualmente a tener un congresista. Cada estado estará dividido en tantos distritos electorales como número de congresistas le corresponda. Los parámetros de estos distritos son regularmente revisados cada diez años para garantizar la proporcionalidad de su población por el censo.
[5] Estados Unidos comenzó siendo una sociedad básicamente agrícola, y los legisladores tuvieron en cuenta ese dato cuando eligieron la fecha de noviembre de los años pares para las elecciones: después de la cosecha del verano y antes del invierno que dificultaba el transporte, de por sí precario en la época, para los votantes que vivían en alejadas zonas rurales. Se eligió el martes en lugar del lunes porque siendo muy religiosos asistían a los servicios de sus iglesias los domingos y así podrían desplazarse el lunes y llegar a tiempo para votar. No se escogió el 1 de noviembre por ser el Día de Todos los Santos, y más importante aún, porque los mercaderes solían hacer el balance de los libros del mes anterior el primer día de cada mes.
[6] Recordemos el caso reciente de los estados de Florida y Michigan, donde el Comité Nacional Demócrata los sancionó con no permitir que sus delegados asistan a la Convención por haber anticipado las elecciones primarias, alterando el calendario electoral del aprobado por CND para el año 2008.
[7] La Asociación Nacional de Secretarios de Estado, creada el 28 de septiembre de 1904, es la organización de altos funcionarios públicos más antigua de USA. Promueve la excelencia en el servicio público y tiene entre sus componentes, el electoral. Además de encargarse de administrar los procesos electorales en los 50 estados, ha promovido políticas públicas como bajar la edad de los electores y disminuir los requisitos de residencia para votar, uniformar los horarios para el cierre de la elección, reformas en el sistema de financiamiento de las campañas. Impulsa proyectos como el registro y educación de electores, dirigidos sobre todo a jóvenes como “Rock de Vote”, “la generación del nuevo milenio”, “GOTV”, etc.
[8] En 2016 hubo una campaña de persuadir a los delegados republicanos que no votaran por el candidato Donald Trump, porque alegaban su falta de idoneidad para el cargo. Tampoco pedían votar por la candidata demócrata Hillary Clinton, sino que fuera la Cámara de Representantes quien eligiera al presidente. Dicha iniciativa no tuvo ningún éxito.
[9] In 1975, Congress created the Federal Election Commission (FEC) to administer and enforce the Federal Election Campaign Act (FECA) – the statute that governs the financing of federal elections. The Commission is made up of six members, who are appointed by the President and confirmed by the Senate. Each member serves a six-year term, and two seats are subject to appointment every two years. By law, no more than three Commissioners can be members of the same political party, and at least four votes are required for any official Commission action. This structure was created to encourage nonpartisan decisions. The Chairmanship of the Commission rotates among the members each year, with no member serving as Chairman more than once during his or her term.
[10] La EAC lleva a cabo las siguientes funciones bajo la ley HAVA:
• Promulga directrices sobre la ley HAVA
• Adopta y mantiene las directrices voluntarias para sistemas de votación.
• Administra el primer programa de certificación de sistemas de votación del gobierno federal.
• Conduce auditorías sobre el uso de los fondos proporcionados a los estados bajo HAVA.
• Funge como centro de información nacional sobre la administración de elecciones.
• Desarrolla y provee recursos y ejemplos de prácticas efectivas a funcionarios electorales sobre cómo administrar elecciones.
Mantiene el formulario nacional de inscripción de votantes, desarrollado en acuerdo con la Ley Nacional de Inscripción de Electores de 1993 (NVRA). Los comisionados sólo pueden servir dos términos de cuatro años, y no más de dos comisionados pueden ser de un mismo partido. En adición, HAVA estableció dos juntas para aconsejar a la comisión: Junta de Estándares y Junta Consultiva. La ley también estableció el Comité de Desarrollo de Directrices Técnicas (TGDC) para asistir a la comisión en el desarrollo de las directrices voluntarias para sistemas de votación.
HAVA requiere que la EAC presente un reporte anual al Congreso y que testifique periódicamente ante ellos sobre el progreso de HAVA y temas relacionados. La comisión también lleva a cabo reuniones y audiencias públicas para informar al público sobre sus programas, actividades y desarrollo.
HAVA crea nuevos estándares mandatarios mínimos para los estados en varias áreas claves de administración electoral. La ley provee fondos a los estados para ayudarlos a cumplir con estos estándares nuevos, reemplazar sistemas de votación y mejorar la administración de las elecciones. HAVA estableció a la EAC para proporcionar fondos de HAVA a los estados y para asistirlos a cumplir con los requerimientos de HAVA. La EAC también es responsable de desarrollar directrices para sistemas de votación y administrar el primer programa de certificación de sistemas de votación del gobierno federal.