En esta ocasión les contaré sobre una de las ideas más locas que se me han ocurrido y que, honestamente, creo que podría llegar a concretarse si acaso alguna vez me pongo muy creativo y emprendedor.
Decidí que podría hacer una religión o culto sobre mí, no se rían, dejen primero les explico cómo llegó a mi este fantástico pensamiento.
Todo comenzó cuando mi mamá y yo veíamos una serie de Netflix muy buena llamada Snowpiercer. Para no hacerles el cuento largo, les sintetizo la trama para que puedan entenderme.
Esta serie trata de un tren de 1001 vagones, el Snowpiercer, que transporta a lo último que queda de la raza humana. Resulta que el planeta se congeló por las acciones de los seres humanos, y la única forma de mantenerse en calor y generar energía es que el tren no se detenga.
Ahora bien, el creador de la máquina, la logística, reglas de convivencia y planeación para determinar quiénes eran los elegidos, es un hombre llamado Wilson, quien en realidad es una especie de dictador a quien todo mundo teme y admira, incluso llegan a adorarlo como si fuera un dios porque se crea una leyenda alrededor de su persona, es algo así como una religión conocida como Wilfordistas.
Mientras yo veía esto no pude evitar pensar en lo interesante de tener una religión o grupo de admiradores que fuera completamente fiel a mi causa. Ellos serían conocidos como los Bernardianos.
Ésta sería la primera vez que utilizaría mi segundo nombre y tengo una fuerte razón para ello: Bernard viene de Bernhard que, según las lenguas germánicas, significa “fuerte como un oso”, así que habría de honrar ese significado. Además de que creo que al ser un nombre con el que nadie me relaciona o conoce, sería un poco más poético que renazca en un nuevo mundo de admiración con un apelativo que hasta suena del tipo extraterrestre.
Los Bernardianos tendrían una misión básica, admirar a mi persona y mis distintos actos; mis seguidores y yo tendríamos en lugar de iglesias, gimnasios y nos dedicaríamos a embellecer nuestros cuerpos y mejorar nuestra musculatura. Seríamos una raza de mamadísimos.
Así que, si algún día desean pertenecer a este grupo de elegidos, no duden en comunicarse conmigo para formar parte de mi club de fans.