El libro de Alicia en el país de las Maravillas de Lewis Carol es tanto un cuento de fantasías para niños como una sátira política de su tiempo. Esta parodia, con el perdón de Lewis Carol, nos transporta a la cruda realidad que, en México es más dura y triste, dado los mundos fantásticos que Andrés Manuel inventa cada día bajo una nebulosa ostentosamente llamada “Cuarta Transformación”. Bajo esta premisa, veamos cuántos de los 11 capítulos originales podemos parodiar en esta primera entrega. Se trata de encontrar ¿cuál es esa transformación que nos proponen? y ¿cómo se cuantifica? Un buen indicador es el debate diario a nivel nacional e internacional sobre este gobierno y que nos puede dar una perspectiva muy diferente a la oficial, tan solo un ejemplo, un artículo reciente en la revista Forbes sintetiza: Andrés Manuel es un demagogo inepto.
Capítulo I: El descenso por la madriguera
Todo comienza cuando Andrés Manuel se encuentra sentado en un árbol al aire libre, aburrido, junto a su pareja. La pareja leía un libro “sin ilustraciones ni diálogos”, lo que hace que Andrés Manuel divague por el aburrimiento que alimenta su sed de poder.
Repentinamente, aparece junto a él una visión “sacrosanta”, salida de una estampita que tiene junto a un billete de un dólar, que le murmura: se hace tarde mientras revisa su reloj de bolsillo. Andrés Manuel siente curiosidad y decide seguirla hasta su madriguera, un túnel horizontal más profundo de lo esperado y que, súbitamente, se convierte en un pozo vertical sin asidero alguno, por donde Andrés Manuel cae durante un largo tiempo mismo que lo lleva a pensar en su gato, en las cosas que ha aprendido en sus múltiples campañas, en su anhelo de llegar a la presidencia de México y en sus posibles venganzas. Durante el trayecto, se pregunta si el túnel lo hará llegar a las “encuestas populares”, término que, por cierto, confunde con “encuestas elaboradas”.
Al finalizar su caída y sin haberse hecho daño, López entra en un mundo de absurdos y paradojas ilógicas. Encuentra una pequeña botella, la primera de varias que encontrará en su aventura, con una etiqueta que dice «BÉBEME», cosa que hace atraído por la curiosidad. La poción lo encoge hasta hacerlo medir veinticinco centímetros de altura.
Enseguida, Andrés Manuel intenta abrir una pequeña puerta para continuar explorando esta nueva fantasía. A través de la puerta se atisba un atractivo jardín, pero la llave que abre la puerta está sobre una mesa que no puede alcanzar debido a su nueva estatura. Intenta entonces recuperar su estatura original, comiendo un pastel que encuentra con la etiqueta «CÓMEME Y VERAS LA CUARTA TRANSFORMACIÓN».
Capítulo II: En un mar de lágrimas
El pastel tiene el efecto esperado y Andrés Manuel crece más de tres metros y su cabeza aún más. Con su nueva altura, consigue tomar la llave, pero al no dejar de crecer, choca con el techo y queda imposibilitado de acceder a la puerta diminuta. Entonces, comienza a llorar e inunda la habitación en un charco de lágrimas de diez centímetros de profundidad. Mientras tanto, la figura sacrosanta con el reloj pasa nuevamente frente a él, apresurado y, sin querer, deja caer un abanico que López toma para refrescarse. El abanico resulta ser mágico y le encoje de nuevo.
El charco de lágrimas es ahora un mar donde Andrés Manuel se ve forzado a nadar para no ahogarse. A su lado pasan nadando unos ratones de MORENA. Intenta entablar conversación con ellos y profetiza su fantasiosa Cuarta Transformación; esto, demostrando su falta de educación y cultura, pretendiendo anticipar hechos que solo la historia años después juzgará sin requerir su opinión. Ellos ofrecen guiarlo hasta la orilla con todo su apoyo ‘incondicional’. En el camino, ve que otros animales también se encuentran nadando y tratando de salir del mar de lágrimas. Entre los animales, distingue a una expresidenta del sindicato de maestros, un sindicalista de PEMEX, un Slim, uno que otro PRIISTA reciclado varias veces como él, un pájaro dodo y un loro.
Capítulo III: Una carrera en comité y un cuento largo.
Andrés Manuel y los animales consiguen llegar a tierra firme. El dodo organiza una carrera para secarse el lastre que traen todos y ofrecer un mundo nuevo sin corruptos. La carrera no tiene reglas ni duración definida, salvo correr en círculos, lo que hacen todos hasta creer quedar secos. El dodo también decide declarar ganadores de la carrera a todos los participantes y decide que Andrés Manuel es quien otorgará los premios. Ante el acoso general, el tabasqueño hurga en sus bolsillos y encuentra varios confites, nombramientos para su gabinete y otras para otras instituciones del Estado como la CFE y PEMEX, que reparte entre todos. Como él también fue ganador de la carrera, pero no recibió confite, se autopremia con un dedal que también traía en el bolsillo (reliquia de sus días al frente del gobierno de la Ciudad de México) y que da al dodo para que, simbólicamente, él le entregue el premio y con ello pueda gobernar de “dedazo”, inmune a las leyes y a la Constitución. El capítulo finaliza con el relato del Ratón, donde explica la razón de su odio hacia los neoliberales y ‘fifís’. Imprudentemente, Andrés Manuel menciona su intención de gobernar basado en sus sueños de la noche anterior interpretándolos todas las mañanas en una conferencia donde sus ideas y dictámenes se imponen sobre toda realidad. Los presentes, antes de salir corriendo a buscar sus recompensas prometidas, aplauden como focas de circo entusiasmados por este nuevo tipo de gobierno.
PRIMERA CONCLUSION
Esta analogía nos pone en camino a juzgar la Cuarta Transformación que está afectando a México y cambiando al país, pero no en el contexto que pretende Andrés Manuel en su viaje. Con el paso del tiempo, veremos los capítulos más negros de su historia donde en lugar de comparar a Andrés Manuel con Hidalgo o Juárez, su homólogo más cercano va a ser el dodo a quien personifique en la figura de Antonio López de Santa Ana, autor de varias transformaciones convenientemente no mencionadas.