En 1717, la Compañía de Mississippi, constituida en Francia, se propuso colonizar el valle inferior del Mississippi, dentro de su proyecto estaba establecer la ciudad de Nueva Orleans. Para financiar sus ambiciosos planes, la empresa, que tenía buenas conexiones en la corte del rey Luis XV, vendió acciones en la bolsa de valores de París. John Law, director de la empresa, quién también fue gobernador del banco central de Francia y, a quién el rey había designado como contralor general de finanzas en 1717, facilitó la divulgación sobre las ventajas de invertir en el proyecto que, en realidad, ofrecía pocas atracciones más allá de pantanos y caimanes. Los aristócratas franceses, hombres de negocios y nuevos miembros de la burguesía urbana se enamoraron de las fantasías sobre tierras exóticas que Law diseminó, lo que derivó en un sustancial incremento en el precio de las acciones de Mississippi Co.
Inicialmente, las acciones se ofrecieron a 500 libras cada una, para el 1º de agosto de 1719 se cotizaban en 2,750 libras; 30 días después valían 4,100 libras y para el 4 de septiembre alcanzaron las 5,000 libras. El 2 de diciembre, el precio de una acción de Mississippi llegó a 10.000 libras. La euforia arrasó París, los parisinos vendían sus posesiones y se endeudaban para comprar acciones de Mississippi Co.
Días después, comenzó el pánico. Algunos especuladores se dieron cuenta de que los precios de las acciones eran totalmente irreales e insostenibles. Vendieron. A medida que aumentó la oferta de acciones disponibles, el precio disminuía. Cuando los otros inversionistas vieron que el precio bajaba, también quisieron salir rápidamente. El precio de las acciones se desplomó aún más, provocando una avalancha. Para estabilizar los precios, el banco central de Francia bajo la dirección de su gobernador, John Law, compró acciones, pero la situación era insostenible. Eventualmente, el Banco de Francia agotó sus recursos y cuando esto sucedió, el mismo John Law que también era el controlador general de finanzas, autorizó la impresión de más dinero para comprar acciones adicionales. Esto colocó a todo el sistema financiero francés dentro de una burbuja. Pero ni siquiera esta magia financiera pudo salvarles. El precio de las acciones de Mississippi Co. bajó de 10,000 libras a 1,000, para después derrumbarse por completo, las acciones perdieron todo su valor. Para este momento, el banco central y el tesoro real poseían una gran cantidad de acciones sin valor y no tenían más dinero. Los grandes especuladores salieron prácticamente ilesos, vendieron a tiempo. Los pequeños inversionistas lo perdieron todo.
La burbuja de Mississippi Co. fue una de las crisis financieras más espectaculares de la historia. El sistema financiero francés nunca se recuperó por completo. La forma en que la compañía utilizó su influencia política para manipular los precios de las acciones y alimentar el furor de las compras hizo que el público perdiera la fe en el sistema bancario francés y en la habilidad financiera de su rey. A Luis XV le resultaba cada vez más caro el acceso al crédito, en tanto que los británicos tenían acceso a tasa realmente bajas, Francia tenía dificultades para obtener préstamos y tenía que pagar intereses muy altos. El Rey de Francia requería pagar sus deudas, por lo que continuó endeudándose a tasas cada vez más altas, por lo que cuando, en 1780, Luis XVI asciende al trono, recibe un país con un presupuesto comprometido en más de la mitad al pago de la deuda y con una bancarrota inminente. Así comenzó la Revolución Francesa.
El recurso económico más importante de todo gobernante es la confianza en el futuro. Es tarea de los sistemas políticos garantizar la confianza mediante la legislación de sanciones contra los estafadores; así como establecer y apoyar fuerzas policiales, tribunales y cárceles para hacer cumplir la ley. Cuando los dirigentes no hacen su trabajo y no regulan los mercados adecuadamente, se pierde la confianza, se reduce el crédito y se deprime la economía. Esa fue la lección que nos dejó la burbuja de Mississippi Co. en 1719.
La confianza, es el acuerdo mutuo y firme que una persona o institución tiene en que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada. Es una hipótesis sobre la conducta futura del otro y, se construye en base a las experiencias propias y ajenas. Toma mucho tiempo construirla, pero se desmorona en un instante.
La confianza es el arma secreta de todo gobernante, desplegarla implica renunciar a privilegios e intereses personales, buscar el bien común, ante el bien personal. Y eso, no todos están dispuestos a hacerlo.