Ha pasado mucho tiempo desde mi última Crónica y muchas cosas me han sucedido y he provocado en estos meses y, aunque me gustaría contarles todo, algunas de estas vivencias y anécdotas me las guardaré para mí, pues tampoco se trata de colocarme en el banquillo de los acusados bajo la imagen de un total irresponsable o aprendiz de psicópata, o darle más información de la necesaria a mi madre para que encuentre nuevas formas de torturarme.
Pero recapitulemos un poco sobre la pandemia o más bien sobre el encierro ¡Finalmente terminó! Ya somos libres de salir de nuestras casas y festejar a todo pulmón como solo nosotros, los mexicanos, sabemos hacer (o al menos eso me gusta pensar, que somos únicos cuando se trata de fiesta y diversión).
Regresamos a las clases completamente presenciales que, sin mentir, es miles de veces mejor de lo que recuerdo. Cuando inició la pandemia y nos anunciaron seguramente cerrarían los colegios, no cabía de felicidad. Hoy, lo mejor que puede pasarme cada día es ir a clases, ver a mis amigos y hasta a los profesores. Claro, siguen sin gustarme los exámenes o las tareas, por alguna razón misteriosa ahora me son más complicados o yo soy más burro, pero la interacción física con otros humanos no la cambio ya por nada.
También, durante este tiempo me casé y tuve dos hijos, bueno solo en los sueños, pero de otros, ya me conocen soy un espíritu libre e indomable. Mala suerte para los que apostaron en mi contra a que sería un papá luchón antes de los dieciocho, y si, te hablo a ti Fabrizio.
Hey, y ¡cumplí 18 años! ya soy todo un señor hecho y derecho, al menos eso dice mi credencial de elector, porque para serles honesto, siento que aún soy demasiado inmaduro, ya ustedes me conocen, así como saben de varias de mis mejores y más sonadas hazañas. Por supuesto que saben de lo que hablo.
Aunque ahora, he de aceptar que con la edad me ha llegado una nueva claridad, algo así como una revelación, es como si al llegar los 18 me convirtiera en automático en otra persona, para empezar, soy cada vez mejor hijo con mi madre y eso considerando que ahora pueda golpearme y sacarme de la casa sin problema. También siento que ahora pienso un poco más las cosas antes de actuar (un poco solamente, no exageremos tampoco), ya no soy tan impulsivo y de a poco me siento cada vez más identificado con mis compañeros adultos. Don Raoul ya brilla en el círculo de la adultez.
Lo cierto es que los 18 años no me han pegado tanto como creí que lo harían, estaba muy preocupado por cumplirlos sobre todo porque no he definido del todo el rumbo hacia donde debo encaminar mi vida, o al menos no me siento seguro con las decisiones que estoy tomando. ¿Qué carrera estudiar, en dónde, en qué quiero trabajar, a qué me quiero dedicar toda mi vida, quiero seguir en México o no, etc.?
De pronto, me encuentro terminando la prepa y se siente como si el mundo estuviera también por acabar, que la vida como la conoces dejará de existir. Y eso causa cierta angustia y miedo. Sin embargo, sé que, aunque todo cambie, lo importante seguirá ahí, el cariño y respaldo de mi madre, el mío hacia ella, el amor de mi familia y amigos, aunque nos separemos.
Para aquellos que estén preocupados como yo por llegar a la mayoría de edad, tranquilos solo es una fecha y un número más, piensen mejor en lo mucho que han vivido y lo mucho que les falta, y si, también asúmanlos como un parteaguas o como un recordatorio sobre cuánto ya llevamos aquí y cómo hacer para no desperdiciar ni un solo día de los años que aún nos queden en este planeta.