A primera vista, el mundo está colapsando. Nada parece estar en su sitio y los viejos estándares de coexistencia internacional están naufragando. Hay inestabilidad macroeconómica que apunta a una inevitable recesión y a una fragilidad manifiesta de los mercados financieros globales. Hoy más que nunca, “todo” se descontroló y los actores internacionales que siempre salían a remediar las crisis se han visto rebasados. Pero ¿A qué se debe este “colapso”?
Identifico tres razones muy poderosas:
1.- El retorno de Donald Trump a la presidencia norteamericana, ha significado la posibilidad de una recuperación hegemónica de los Estados Unidos de Norteamérica más violenta y avasallante. La presencia de los sectores conservadores en el poder, con claro respaldo derivado de las elecciones del 2024, legitima las acciones retadoras del Ejecutivo norteamericano que pone al mundo “contra la pared”, en donde todos están en el patíbulo; aliados históricos, rivales económicos e ideológicos están advertidos… “No más abuso de la nobleza norteamericana”.
No sólo son las amenazas arancelarias, son advertencias ideológicas, políticas, diplomáticas, militares, migratorias e incluso intelectuales tanto a los “american citizens” como a cualquier ciudadano del mundo que se oponga a las órdenes ejecutivas promulgadas.
La prensa internacional identifica el accionar de Donald Trump como “pirotecnia discursiva”, pero hay que tomar en cuenta que las acciones derivadas de dichas órdenes ejecutivas están en curso y se traducen simple y llanamente, en la aprobación del presupuesto federal para llevarlas a cabo.
Donal Trump lleva al extremo su papel de liderazgo implacable; ridiculiza a mandatarios, los humilla en la oficina oval y se regodea del temor que causa en el mundo. Toda vez que amedrenta a sus “contrincantes” y los pone al filo de la navaja, les da un ligero respiro y abre la posibilidad de “negociar”; vaya forma de lograr resultados. Aunque parezca absurdo, hay quienes le rinden pleitesía a este personaje, basta con señalar a los ejecutivos de El Salvador y Argentina; sin olvidar la gentileza del gobierno de Qatar de regalarle un Boeing 747 para ser el nuevo Air Force One del presidente norteamericano.
En definitiva, a los Estados Unidos de Norteamérica le está costando mucho trabajo redefinir a su favor los equilibrios geopolíticos globales y su tradicional fortaleza militar sigue operando como un factor que puede inhibir una acción militar, contando como excepción el caso de la intervención rusa en Ucrania y el genocidio israelí en la franja de Gaza.
Ahora bien, en esta compleja etapa, existe una entramada red de intereses corporativos que respaldan abierta o calladamente el accionar de la dirigencia norteamericana; nada es casualidad y se “necesita” un reordenamiento hegemónico que ratifique o en su caso rectifique las jerarquías existentes en el mundo; eso sí, en congruencia con el diseño dibujado por las élites norteamericanas; el desafío está en curso.
2.- El protagonismo de China es evidente; sus avances científicos y tecnológicos ponen en entredicho la hegemonía de occidente y en particular de los EE. UU. Han rechazado las amenazas norteamericanas y tienen los recursos y el poder para retar los designios de Donal Trump; ellos no se amedrentan y muestran al mundo los éxitos que han obtenido en sus proyectos estratégicos y se presenta como un actor confiable en el contexto asiático y latinoamericano. Se está consolidando un claro liderazgo internacional de la República Popular China que supera la visión de un “futuro alternativo” y lo constituye como un “mundo alternativo”.
China en específico, reclama una participación más activa en la toma de decisiones en el plano mundial y mantienen la expectativa de ganar los espacios que, en primera instancia, dejaría vacante la hegemonía norteamericana.
En consecuencia, estamos presenciando una muy clara y bien planeada estrategia por parte de la dirigencia china, para erigirse como la potencia mundial emergente que encabece los esfuerzos por reanimar la economía global y encausar sus recursos para lograr una mayor cobertura de los mercados financieros y comerciales. En todo este proceso, es de gran relevancia identificar las posibles alianzas que América Latina en general y México en particular, pueden llevar a cabo y palear los efectos de las agresiones económicas de los EEUU. Si somos proactivos, la actual situación, nos abre la posibilidad de diversificar los mercados y de tener un aliado alternativo en materia de inversión y de generación de empleos. Incluso, a nivel de América Latina, podemos identificar una serie de retos regionales que, en términos prácticos, nos hace voltear hacia el “Pacífico Asiático”, en donde, a la par de Corea del Sur, Japón y China, se perfilan como potencias financieras, comerciales y tecnológicas del presente siglo.
3.- La inestabilidad democrática como rasgo de la realidad política internacional. Los datos son realmente preocupantes:
“…Según el informe The Global State of Democracy 2024, cuatro de cada nueve estados están en peor situación democrática que antes y aproximadamente solo uno de cada cuatro ha mejorado en su calidad…” (Carme Colomina 12/24)
En el pasado inmediato, la pandemia del COVID-19 nos dejó un “…mundo más endeudado, más digitalizado e individualista, donde han ido ganando terreno las respuestas discordantes entre los grandes poderes globales; donde los objetivos climáticos, económicos y geopolíticos son cada vez más divergentes. En este mundo no chocan únicamente las políticas, sino también los discursos…” (Carme Colomina 12/24)
Los actores políticos tradicionales se encuentran en un profundo abismo; hoy los electores se guían más por sus temores y sus emociones que por sus convicciones ideológicas; ya no responden a consignas de justicia y bienestar social, buscan respuestas que atiendan lo cotidiano y resuelvan problemas derivados del olvido institucional; aquí los más afectados son los jóvenes que ven las elecciones como una pantomima de la “clase política”. El siguiente dato es demoledor:
“…En las elecciones europeas de 2024, se produjo un descenso de la participación electoral entre los menores de 25 años. Solo el 36% de los votantes…”
Los modelos cooperativos están siendo sustituidos por esquemas defensivos; no hay un afán colectivo, se profundiza el individualismo, prácticamente en un modus operandi de sálvense el que pueda.
En conclusión, no es que estemos en un mundo anárquico; estamos en un contexto de reacomodo global, en donde la pregunta central es ¿Qué tanto el Sistema Internacional en sus nuevos esquemas, es capaz (o incapaz) de resolver las causas estructurales de la problemática global?