Por primera vez en su vida, Donald Trump enfrenta la responsabilidad de sus actos. Un día después del testimonio de Robert Mueller ante el Congreso, Trump sostuvo una llamada con el presidente Volodymyr Zelensky de Ucrania, en la que condicionaba la ayuda otorgada por Estados Unidos tras la invasión rusa a Crimea – ayuda reflejada en fondos para capacitación, equipo militar y asesoramiento para desarrollar la capacidad de las fuerzas armadas- a cambio de conseguir evidencia contra Joe Biden, en un contexto electoral.
A lo largo de su vida, Trump ha demandado la atención del público, de la prensa, y de políticos, siempre evadiendo cualquier tipo de escrutinio hacia sus negocios o su persona, sin embargo, hoy enfrenta las consecuencias de haber presionado a otro país utilizando su posición desde la Presidencia para beneficio personal.
No existen pruebas sobre sobre ninguna acción indebida entre Biden y el gobierno de Ucrania. Los reportes contradicen las acusaciones de Trump, pero la transcripción de dicha llamada muestra que Trump hizo precisamente aquello de lo que acusa a su oponente:
“Nosotros hemos sido muy buenos con Ucrania y me gustaría que nos hiciera un favor”, le dijo Trump a Zelensky, de acuerdo a la transcripción de la llamada dada a conocer por la Casa Blanca. “Tenemos mucho de que hablar sobre el hijo de Biden, muchas personas aquí en Estados Unidos quieren saber lo que sucedió, así que lo que puedan hacer con el Fiscal General Barr será buenísimo. Biden ha estado alardeando sobre que logró detener la investigación, así que si pudieran ver este asunto… Me parece horrible”.
Si hay “mucho que hablar” acerca del hijo de Biden, es sobre los rumores promovidos por Trump, sus incondicionales, su abogado personal Rudy Giuliani y el Fiscal General William Barr.
Biden se encuentra a la cabeza de los candidatos demócratas que buscan ocupar la candidatura del partido por la Presidencia en 2020, por lo que Trump ha estado tratando de socavar al posible y más aventajado contendiente. La solicitud al presidente de Ucrania para que investigue al hijo de Biden constituye, sin duda alguna, un abuso de poder.
Parecería inconcebible que un presidente de Estados Unidos utilice su posición para presionar a otro país para que le ayude a alcanzar sus aspiraciones políticas, pero Trump espera que el gobierno de Estados Unidos funcione de la misma manera que sus negocios. Simplemente no puede concebir que cualquier deseo suyo esté fuera de su alcance y menos siendo el presidente. A lo largo de su vida ha operado bajo condiciones especiales que le permitieron lograr prácticamente todo lo que deseaba, muchas veces pasando por encima de la Ley. Un ejemplo de esto ocurrió en diciembre de 1990 cuando el abogado de Fred Trump, su padre, compró 3.5 millones de dólares de fichas en una mesa de Black Jack del Casino Taj Majal y salió de este con ellas, sin jugarlas, y de esta manera ingresar dicha cantidad al casino, sin rastro financiero. Esta maniobra infringió las regulaciones estatales, pero la multa impuesta al Casino de Trump por 30,000 dólares fue una minucia a cambio del efectivo que recibió para salvar su Casino.
La fortuna familiar siempre rescató a Trump en momentos difíciles, permitiéndole tomar riesgos que otros hubieran evitado. Su carrera en el mundo de los negocios transcurrió de bancarrota en bancarrota, pero gracias al dinero de la familia, Trump mantuvo su estatus y continuó promoviéndose como un exitoso empresario, alardeando de su enorme fortuna constantemente. Trump logró mantener sus mentiras debido a que no existía forma de verificar sus alardes y siendo que sus empresas son privadas, nunca estuvo obligado a presentar reportes financieros.
El imprudente intento de extorsión al presidente Zelensky, no es tan solo un acto de abuso de poder; muestra abiertamente su estilo de vida. Solamente una persona deshonesta y sin guía ética puede asumir que todas las personas actúan de igual manera, de ahí su sorpresa ante la denuncia anónima que sobre dicha llamada hiciera un oficial de inteligencia. Trump parece ignorar que, en la democracia estadunidense, el presidente opera bajo un sistema de controles y equilibrios, y que dentro de su gobierno aún existen personas éticas.
Tras este escándalo, una avalancha de información ha puesto al descubierto que la administración Trump ha estado clasificando llamadas telefónicas y reuniones de servidores de altísima seguridad, utilizados para operaciones clandestinas, evitando su divulgación. Tal es el caso de la reunión que sostuvo con el Ministro de Asuntos Exteriores y Embajador de Rusia, Sergey Lavrov y Sergey Kislyak, en mayo de 2017, desestimando la importancia de la intervención de ese país en las elecciones estadounidenses. En esta época los ataques a la soberanía nacional también son cibernéticos, y el ataque de Rusia fue una afrenta directa contra las instituciones de Estados Unidos. Esto equivaldría a que tras el ataque a Pearl Harbor, el Presidente Roosvelt hubiera invitado a la Casa Blanca al Emperador Hiroito y al General Tojo para decirles “nos atacaron, no hay problema y si nos quieren atacar de nuevo, podrían beneficiarme en la elección de 1944”.
Lo que une a Trump con Putin, Kim Jong un y demás líderes autoritarios, es su desprecio a la ley, los derechos, acuerdos y reglas. El verdadero peligro que representan estos nuevos políticos es el regreso a un tipo de gobierno que muchos países ya habían logrado extirpar.
En los próximos meses podemos esperar que Trump aprenda que sus actos tienen consecuencias y que es responsable por ellos. Será para él una lección que nunca antes tuvo en su vida.