Está de visita en el zócalo de la ciudad de Puebla, México, la escultura monumental
del artista mexicano José Rivelino titulada “Tú”, obra en bronce y acero que pesa 25 toneladas y con una longitud de 15 metros, que muestra dos dedos índices que se apuntan uno al otro sin tocarse, haciendo referencia a cuando una persona señala a otra, ya sea de manera negativa o positiva. Además, para el autor implica un reconocimiento de un ser a otro, igualdad y equidad. Así que, si Usted, estimado lector, puede darse el tiempo vale la pena visitar la obra y apreciarla físicamente, no dude en colocarse en el vacío que queda entre los dedos y reflexionar un momento sobre estos aspectos de equidad e inclusión.
Bajo este marco de referencia y situado en ese hueco de la escultura, vino a mi mente el título de esta sección de la Llave de Pandora y la sucesión de crisis en el mundo y particularmente en nuestro país, no solo las ocasionadas por la pandemia de la COVID-19, que parece va en extinción, si no que ahora se le suma el conflicto bélico en Ucrania y su impacto mundial.
Dentro de los múltiples problemas a la vista están la inflación acelerada con sus graves consecuencias en cuanto a incremento de la desigualdad y la pobreza. La expectativa para México es de alrededor del 5% al cierre de este año. Otro fenómeno que está contribuyendo al aumento de la pobreza es el desempleo; a nivel mundial existe una reducción de más de 200 millones de plazas que va en aumento, estimando para nuestro país una tasa de desempleo superior al 4% en este 2022. Otro aspecto que está golpeando fuertemente la vida de los ciudadanos, especialmente la de los mexicanos, es la inseguridad que gobierna en las calles, y en particular, la lucha del crimen organizado por apropiarse del territorio nacional generando una ola de violencia, nunca vista antes en México. No se quedan atrás los problemas relacionados con la migración que provocan severos conflictos en las naciones receptoras, hoy somos testigos del éxodo de millones de ucranianos debido a la invasión rusa o las caravanas de migrantes por el sur de nuestro país con rumbo a los Estados Unidos. A ello sumemos los problemas ambientales (mundiales y nacionales), el atraso y baja calidad de la educación formal de niños y jóvenes con motivo de la pandemia; y la deficiencia en los servicios de atención médica y de salud, sobre todo a la población de escasos recursos. Todo estas crisis y deficiencias provocan que la calidad de vida de las personas vaya en retroceso, generando una la brecha, cada vez más grande, entre pobres y ricos, en donde puede observarse una clara disminución o exterminio de la clase media.
Este terrible y preocupante desequilibrio nos lleva a señalar la cada vez más imperiosa necesidad de buscar su nivelación. Por ello, la escultura de Rivelino presenta, de alguna manera, los objetivos a alcanzar ante este mundo incierto e injusto: igualdad, equidad y oportunidades de mejora y reconocimiento para retomar el rumbo perdido y poder salir del caos en que está metida la sociedad en general. Los gobiernos y sus autoridades, quienes tienen la responsabilidad de proporcionar a sus gobernados, oportunidades y formas para lograr una mejor calidad de vida, deben guardar un reconocimiento y equilibro de poderes, con una sana distancia que permita la discusión y el acuerdo necesario para bien del Estado y sus ciudadanos, bajo un marco democrático. Por otro lado, si los dedos simbolizan nuestros recursos naturales, renovables y no renovables, éstos deben guardar cierto equilibrio también, así como dejar cierta abertura para su aprovechamiento. No es posible cerrarlos y evitar su consumo, pero si debemos ocuparlos y conservarlos para que esa distancia no crezca ni disminuya con objeto de evitar su desaparición o la restricción total. Y si esa escultura la llevamos al terreno económico y social, creo que representa muy bien la meta que debemos lograr entre todos los ciudadanos del mundo, no solo las autoridades gubernamentales. Si bien, las sociedades o grupos sociales son diferentes, deben estar al mismo nivel de oportunidades, guardando ciertas distancias para una sana convivencia.
En resumen, esta obra de arte es justamente un señalamiento que muestra lo que hace falta y hacia donde debemos movernos como sociedad; la veo como un llamado a que los ciudadanos despierten de una manera efectiva y solidaria para hacer valer sus derechos de manera conjunta y democrática, pero sobre todo para detener y disminuir esas brechas inmorales de desigualdad. Si como sociedad no lo entendemos, el mundo seguirá en franca caída y las generaciones futuras vivirán bajo mayor presión, violencia e inseguridad. No hay más: “Equilibrio y Punto”. Hasta la próxima.