A un mes de concluido el proceso electoral, se van conociendo, por parte de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), los funcionarios, las políticas, las estrategias y propuestas para hacer de México un mejor país.
Un gabinete entrante que, en promedio, cuenta con alrededor de 60 años y que, en puestos clave como la infraestructura del país y la energía eléctrica, incluso rondan los ochenta o más. Esto nos hace preguntarnos si tendrán la fuerza física para soportar el ritmo de trabajo que demandan los organismos e instituciones que presidirán, o si contarán con el conocimiento al día, de las nuevas tecnologías que se requiere emplear para que el país avance. Desde luego, no estarán solos, pero con la política de baja de sueldos al personal burócrata anunciado por AMLO ¿a quién contratarán para desarrollar los proyectos? Por los sueldos que, se rumora, percibirán directores y empleados, creo que no podrán contar con gente realmente experta.
En la Semarnat se anuncia a Josefa González Blanco Ortiz Mena, nieta de antiguos funcionarios del gobierno mexicano durante la época dorada del PRI, quien es una apasionada de temas ambientales según lo que ella misma ha expresado en diversas entrevistas en medios de comunicación. Pero que, sin embargo, carece de experiencia como funcionaria pública a nivel nacional, más bien, su trabajo se ha enfocado en una región muy concreta: Palenque en el estado de Chiapas. Su labor en pro del ambiente, será fundamental para lograr orientar la vida nacional hacia un desarrollo sustentable. Se requerirá que se convierta en un puente de enlace entre los diferentes sectores sociales y productivos del país, para tomar las mejores decisiones y estar en continuo cuestionamiento de las acciones que pretendan tomar los demás funcionarios de arriba, de abajo o a los lados, para que siempre la dimensión ambiental sea correctamente valorada y tomada en cuenta en las diversas acciones a realizar.
A propósito de propuestas para un mejor desarrollo del país, llama la atención la señalada por AMLO, dentro de las diez necesarias para cambiar a México, y que dice lo siguiente: “Para promover el desarrollo en todo el territorio nacional y a fin de estar en mejores condiciones de enfrentar el reto de la vulnerabilidad de la Ciudad de México ante sismos y problemas de abasto de agua y otros servicios, se descentralizará el gobierno federal”.
Entre secretarías, subsecretarías y diversos organismos, se habla de relocalizar a 32 instituciones. Propuesta que ha sido muy criticada en todos sentidos, pero me atrevería a decir, que nadie o casi nadie, ha cuestionado el impacto ambiental que tendría dicha medida y si realmente traerá los beneficios esperados para todos y no solo, para la gente de la Ciudad de México.
Ésta sin duda, será una medida muy importante y de grandes consecuencias, que tendrá que ser valorada por los futuros dirigentes de la Semarnat y su equipo, para asesorar correctamente al Presidente electo y su gabinete, y poder tomar las decisiones bajo un enfoque integral (social, económico y ambiental), a fin de evitar individualismos que puedan llevar a errores graves, tal y como pareciera está pasando.
Un ejemplo de lo anterior es lo dicho por Esteban Moctezuma, futuro titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y elegida para trasladarse a la ciudad de Puebla. En la entrevista con EFE el 29 de julio pasado y que publica Chicago Tribune, Moctezuma comenta que “personalmente quiere dirigir el proyecto del cambio de sede, hablar con las autoridades locales y cuando tenga un estudio serio, se lo presentará al presidente (AMLO) para saber si hay presupuesto para la mudanza”. No dudo de su capacidad para dicha labor, pero para este tipo de acciones, se requiere la intervención de especialistas en varios campos y tomadores de decisión en forma mancomunada, para que el efecto causado del cambio, realmente conlleve a un desarrollo regional; ya que llama la atención que dentro de los motivos de la descentralización gubernamental, está el de atenuar los riegos sísmicos e hidráulicos que se presentan en la CDMX y por ello se quiere mandar, además de la SEP a la ciudad de Puebla; a la CFE a Tuxtla Gutiérrez en Chiapas; al IMSS a la ciudad de Morelia; la SEDESOL a Oaxaca, Oax.; la Secretaría de Salud a Acapulco, Gro.; la Secretaría de Cultura a Tlaxcala, Tlax.
Todo esto requiere la intervención de expertos en sismos, ya que las instituciones citadas, serán reubicadas en zonas altamente sísmicas, de igual o mayor riesgo que la CDMX, sobre todo, por carecer de medidas de seguridad y protección civil, a la altura de la capital del país. Eso sin contar, que como Puebla, hay otras ciudades que tienen graves problemas para solventar las necesidades actuales y futuras de agua potable, el crecimiento acelerado de la contaminación de todo tipo y otros más. Por lo tanto, desde el punto de vista ambiental, es cuestionable si estas reubicaciones promoverán una mejora en la vida de los ciudadanos de origen y en las ciudades designadas, o se agudizará la problemática ambiental que se tiene y con ello un consecuente menor bienestar.
Mi profesor de Desarrollo Regional en el doctorado, lo definía como “un proceso, generalmente a largo plazo, que permite a una región y sus habitantes, el logro de un bienestar social óptimo, basado en una convivencia humana equitativa, sustentable y armónica, y un proceso técnicamente posible, económicamente viable y socioculturalmente aceptable”. Para ello se requiere, ante cualquier cambio o acción humana que afecte al ambiente, de una valoración ambiental que involucre las tres dimensiones del desarrollo (social, ambiental y económica), con el objetivo de poder elegir la mejor alternativa que logre elevar la calidad de vida de la población y reduzca la pobreza.
Tal parece, que la naturaleza es lo que menos importa a nuestros futuros gobernantes, el anuncio de sus próximas acciones sin la necesaria evaluación al impacto ambiental se antoja descabellado. Ojalá me equivoque, y que al entrar en funcionamiento el nuevo gobierno, se realicen acciones conjuntas, autoridades y ciudadanos, bajo un enfoque integral, para que ese elemento –la naturaleza- que es el origen y sustento de nuestras vidas se cuide de la mejor manera.
El economista E. F. Schumacher, señala que las verdaderas causas de la extrema pobreza son inmateriales, y radican en deficiencias necesarias de superar: disciplina, organización y educación, aspectos que hacen mucha falta a autoridades y ciudadanos de nuestro país. Hasta la próxima.