De acuerdo con Paul Lazarsfeld, una de las funciones esenciales de los medios de comunicación es el refuerzo de las creencias personales y de las normas sociales. La reproducción de éstas da estabilidad a los sistemas sociopolíticos y, por lo tanto, permite su reproducción. Distintos estudios -desde los realizados por Lazarsfeld y su equipo- han confirmado que las audiencias eligen los programas radiofónicos o televisivos que refuerzan sus puntos de vista sobre temas que son importantes para ellos.
En países con tradiciones democráticas longevas, el sistema de medios de comunicación incluye opciones para distintas posturas políticas o ideológicas. En Estados Unidos, incluso se identifican con partidos específicos: se sabe que los republicanos prefieren Fox News y los demócratas, CNN. Y algo similar ocurre en Inglaterra, Francia o, más recientemente, en España. En esos países se puede afirmar que los sistemas de medios reflejan la diversidad de sus sociedades.
En América Latina, sin embargo y dado que los sistemas de medios se consolidaron al amparo del poder político, la diversidad ideológica no es tan clara. En la mayoría de los casos no fue el mercado el que definió las opciones periodísticas dominantes, sino su cercanía con el presidente o líder en turno. Los medios crecieron vinculados a grupos políticos que los financiaron, los protegieron y de los cuales actuaron como sus voceros. Lo anterior es más claro en el caso de la televisión. Por lo tanto, la diversidad de ideas no era un signo de la prensa latinoamericana, al menos hasta la década de los 90. Aunque, vale aclarar que la prensa escrita y la radio ofrecieron mayor apertura en su programación. Pero, en general, las opciones mediáticas no reflejaban la diversidad de sus sociedades.
En México, por ejemplo, el movimiento estudiantil de 1968 -que conmemora 50 años- fue distorsionado o de plano ignorado por los medios más influyentes, lo que significó el distanciamiento de una parte de la población que no vio reflejada su necesidad informativa en las pantallas televisivas o en las portadas de los diarios. “El primer reclamo democrático” de la sociedad mexicana, de acuerdo con José Woldenberg, provocó la búsqueda de información alternativa a la oficial. Tímidamente se abrieron opciones periodísticas y, si eran muy agudas, se cerraban al poco tiempo; salvo excepciones notables, como la revista Proceso, fundada por don Julio Scherer.
Pero la necesidad de contar con medios que cumplieran con la función de contrapeso al poder que les asigna la Teoría Política, fue creciendo. En 2012, incluso se convirtió en la exigencia central del movimiento estudiantil #YoSoy132.
Los reclamos de la sociedad obligaron a los medios a ampliar la oferta cultural e ideológica, y vimos o escuchamos voces críticas en espacios relevantes. Poco a poco se fue reflejando la diversidad en las frecuencias radioeléctricas. Pero la sociedad exigía más.
Por eso, en 2018, la importancia de las redes sociales se incrementó significativamente. Quienes tenían opiniones que no se reflejaban en los medios tradicionales, optaron por informarse en las redes sociales. De acuerdo con una encuesta de Parametría, los votantes de los candidatos López Obrador y “El Bronco”, se informaron, principalmente, mediante las plataformas de internet. Mientras que los votantes del PAN y el PRI privilegiaron informarse en los medios tradicionales.
Las lecturas son amplias, pero en este artículo se propone pensarlo a partir de la oferta mediática: ¿en qué medida han cubierto la diversidad de la sociedad mexicana? La humilde opinión de quien escribe es que los medios aún están en deuda y, si no rectifican, seguirán siendo desplazados por medios horizontales.
Tabla 1. Principal fuente de información de los votantes por candidato presidencial.
Medio/candidato | PAN | PRI | MORENA | “El Bronco” |
Televisión abierta | 54% | 50% | 36% | 38% |
Internet | 18% | 16% | 31% | 34% |
Otros | 28% | 34% | 33% | 28% |