Inicia el año 2020, con importantes noticias nacionales que muestran situaciones que, en lugar de favorecer el bienestar de los mexicanos como se supone es el objetivo del gobierno de la Cuarta Transformación, se disminuirá de manera drástica y peligrosa en este, su segundo año de mandato.
Entre los principales problemas sociales que se agravan, están: la atención médica y el abasto de medicinas en clínicas y hospitales del sector salud; el incremento en la inseguridad y violencia en todos los rubros; el ingreso desmedido de migrantes, mayormente centroamericanos, por nuestra frontera sur, y su consecuente estela de violencia, enfermedades, violación a los derechos humanos, presión social y presupuestal; a diario se pueden observar un sin fin de protestas ante Palacio Nacional de trabajadores despedidos, familiares de parientes desaparecidos o asesinados violentamente, campesinos, camioneros, policías federales y demás grupos sociales, que se quejan ante la falta de atención o incumplimiento de promesas gubernamentales. Unas protestas con razón y otras, a lo mejor no tanto, pero que reflejan el malestar que viven los ciudadanos a menos que usted esté de acuerdo en que es un show, como dice el señor presidente.
Aunado a todo ello, en el reglón económico, el dato dado a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) del fabuloso crecimiento económico del país en 2019 de -0.1 %, no augura esperanza de mejora para este año. Y por si faltara algo, la naturaleza hace sus travesuras y arroja a las playas caribeñas toneladas de sargazo; y se pronostican sequías y altas temperaturas que, sin duda, afectarán a las cosechas, al ganado o incentivarán incendios.
Y pese a todo, los datos de nuestro presidente López Obrador, indican que el país marcha de manera correcta y ordenada, que todo va de maravilla para los mexicanos, solo es cuestión de tener fe y esperar a que los procesos terminen, y el que se porte mal será acusado con su mamá -si es que la tiene-, y se le darán abrazos para evitar los balazos. Y no es burla, esas son las palabras exactas pronunciadas por el mandatario supremo de la nación.
Este escenario lo que si ha provocado es un incremento de la pobreza y una afectación directa a la clase media. Ahora bien, siendo la pobreza uno de los factores que más impacta el cuidado del ambiente (a mayor pobreza más deterioro ambiental), podemos hablar de una acelerada destrucción del mismo en nuestro país. Es así que la misma inercia de los diferentes problemas sociales y económicos que vive México provocan una disminución en la efectividad de las diversas medidas tomadas para la conservación de la naturaleza.
La periodista e investigadora Thelma Gómez[1] dijo, en días pasados, que algunos de los principales desafíos ambientales que México tiene para este año son: “detener la deforestación que avanza en varias regiones del país, garantizar la conservación de hábitats y especies amenazadas, atender las emergencias ambientales, impulsar el manejo forestal comunitario, cumplir con los compromisos globales para hacer frente al cambio climático y atender las causas que han llevado a que México sea uno de los países más peligrosos para los defensores de ambiente y territorio”. Señaló también que el obstáculo principal que tendrá el país para enfrentar estos retos, es el referente al presupuesto que se destinó para el sector ambiental de 29 mil millones de pesos, monto que representa 56% menos de lo que se le designó en el año 2015, y un 6% menor de lo otorgado el 2019.
Aunado a esta preocupación está el hecho del escaso o nulo interés de los mexicanos por el cuidado del medio ambiente. Se podrá tener un presupuesto jamás imaginado, las leyes y normas más idóneas, la tecnología más avanzada, pero si no existe la voluntad ciudadana para mejorar la situación ambiental, de nada servirá todo lo anterior. Al respecto, la Consultora Kantar, una de las mayores redes mundiales de investigación, realizó un estudio el año pasado en 24 países de Latinoamérica, Asia y Europa, para analizar la participación activa de la gente ante los problemas que está originando el cambio climático. Para México, el resultado fue desolador: “el 78% de los mexicanos no tienen interés alguno en el medioambiente ni toman acciones al respecto, mientras que un 5% de los mexicanos mantiene un pensamiento “eco” que sí lleva a la práctica. El 17% restante se ubica en “me importa, pero me cuesta hacer un cambio”. En otras palabras, al 95% de los mexicanos no le importan los efectos del cambio climático. La empresa Kantar también investigó sobre: ¿qué preocupa más en esta crisis ambiental? La encuesta arrojó que al 44% de los mexicanos les preocupa la escasez y desperdicio del agua, mientras que la emergencia climática sólo le preocupa al 16% y la contaminación a un 12%. Cifras que muestran la realidad del pensamiento y sentir nacional, solo a un 5% de la población le interesa conservar el medio ambiente y a menos de la mitad de los casi 135 millones que ya somos, le preocupa el problema del agua.
Por lo tanto, ante la problemática, social y económica que existen en el país, ante los retos ambientales que se tienen y al escaso o nulo interés que tienen los ciudadanos por cuidar nuestra naturaleza (a solo 6 millones de personas les preocupa cuidarlo), el panorama para el 2020 y los años venideros no se ve nada halagüeño. La actitud de la gente ante los problemas ambientales, independientemente de la escasa preocupación por cuidar su entorno natural, sigue siendo tarea exclusiva de los gobiernos en turno que además depende de su grado de compromiso e interés. Es necesario trabajar a todos niveles, empezando en el seno familiar, para cambiar esa mentalidad pasiva y la poca disposición de los individuos, para mejorar nuestra tierra. Es una tarea titánica que 6 millones de personas convenzan a 129 millones más sobre la urgente necesidad de cuidar, proteger y conservar nuestro entorno natural, de lo contrario, cualquier acción que pretenda llevar a cabo ese 5% de mexicanos, de poco servirá. Hasta la próxima.
[1]Thelma Gómez Durán, periodista mexicana. Ha sido reportera y editora en periódicos y revistas de México. Se ha especializado en temas sobre derechos humanos, medio ambiente y corrupción.