Durante esta época de pandemia todos buscamos formas de sobrevivir al aislamiento temporal que parece nunca terminar.
En mi búsqueda personal de entretenimiento le he agarrado un gusto especial a los juegos de mesa. Siempre me parecieron increíbles. En mi familia los jugamos desde que tengo uso de memoria, pero ahora cobran un significado especial. En serio que entretienen, te hacen olvidar cualquier preocupación y te llevan a pasar ratos muy divertidos con la gente que quieres.
Ahora bien, resulta que, sin darme cuenta -me dicen los jugadores contrincantes-, me transformo cuando juego, me vuelvo malvado y hasta grosero al jugar. Yo sé, de siempre, que soy competitivo y agresivo cuando de ganar se trata, pero nunca creí lo fuera tanto.
Descubrimos recientemente un juego padrísimo, se llama Catán, aunque me gusta decirle “Cacán” y ahora ya todos en mi entorno le dicen igual. Este juego es de estrategia y cooperación, se trata de ganar-ganar. Si no cooperas con los otros no puedes obtener materiales que te hacen crecer y obtener puntos. Mi lado competitivo no sabe de cooperar y, entonces, inconscientemente afecto a los otros jugadores y pues también me afecto a mí. Pero va más allá de mis fuerzas, no me puedo resistir a joder a los demás.
Por toda una semana jugamos Fabrizio, uno de mis mejores amigos (gracias dios por permitirme socializar por primera vez en tres meses), mi mamá y yo. Mi lado super malvado se dejó venir cada noche. Ataqué de forma personal a todos, hice lo imposible por destruirlos cada vez. Fue tal mi enfermiza forma de jugar que acababan odiándome y se aliaban para acabar conmigo. El colmo fue cuando vinieron a recoger a mi amigo. Su mamá jugó también y, aunque sé que me quiere, logré que me odiara por el tiempo que duró la batalla.
He decidido tratar de cambiar. No me creo pueda transformar momentos agradables en situaciones en donde ni yo ni los demás nos divertimos. Así los dejo con esta reflexión: hay que domar a los “yo” malvados que todos tenemos porque, aunque no sepan que existen, los que los rodean, si y nos padecen. Creo que esta cuarentena nos puede ayudar a conocernos mejor a nosotros mismos y mejorar para que cuando salgamos seamos mejores personas para un mundo al que le urge lo seamos.