Entre 1969 y 1972, Estados Unidos envió seis misiones tripuladas que aterrizaron en la Luna. A su regreso, los astronautas trajeron consigo un total de 382 kilogramos de rocas lunares o muestras de ellas: Apolo 11, 22 kg; Apolo 12, 34 kg; Apolo 14, 43 kg; Apolo 15, 77 kg; Apolo 16, 95 kg; y Apolo 17, 111 kg.
En contraste, las misiones no tripuladas que envió la Unión Soviética en 1970, 1972 y 1976 sólo trajeron a la Tierra un total de 326 gramos de rocas lunares o muestras de ellas: Luna 16, 101 gramos; Luna 20, 55 gramos; y Luna 24, 170 gramos.
Hasta el día de hoy, solo Estados Unidos y la URSS habían podido traer a la Tierra rocas lunares. Pero todo cambió este mes de diciembre de 2020 cuando China, después de casi 50 años, se convirtió en el tercer país en la historia en hacerlo, al traer dos kilogramos de rocas lunares desde una zona volcánica de la Luna, seis veces más material lunar que la URSS, aunque lejos de los 382 kilos que trajo Estados Unidos.
El pasado 23 de noviembre, un cohete Larga Marcha 5 despegó del Centro de Lanzamiento de Satélites de Wenchang, en la costa de la isla china de Hainan, para llevar a la Luna una nave no tripulada de 8.2 toneladas de peso que lleva por nombre Chang’e número 5, misma que alunizó el primero de diciembre.
La misión Chang’e 5 consta de cuatro partes principales: un vehículo orbitador, un módulo de aterrizaje, un vehículo ascensor y un módulo de reentrada en la Tierra.
El lanzamiento del Chang’e 5 estaba previsto inicialmente para 2017, pero el fracaso de un vuelo de ensayo del cohete Larga Marcha 5, llevó a aplazarlo tres años.
El Chang’e 5 alunizó en Mons Rümker, un volcán aislado que se encuentra en la parte noroeste de la cara visible de la Luna, en la parte norte del Oceanus Procellarum (que en latín significa Océano de las Tormentas).
Analizar la mineralogía de las rocas y los suelos cerca de Mons Rümker podría revelar por qué la región alberga una concentración inusual de determinados elementos -potasio, tierras raras y fósforo- y una intensa anomalía radioactiva provocada por los elementos torio y uranio.
El Chang’e-5 tomó muestras de material de dos formas. Un taladro perforó hasta una profundidad de dos metros, mientras que una pala recogió rocas y suelo lunar de la superficie. Asimismo, logró colocar una bandera de China en la Luna, que mide dos metros de ancho y 90 centímetros de largo, con un peso cercano al kilo. Lo había intentado en 2019, pero no logró plantarla correctamente.
Las muestras se almacenaron en un vehículo ascensor, que se elevó de la superficie lunar y transfirió exitosamente las muestras lunares al vehículo orbitador que volvió a la Tierra y cayó en Siziwang Banner, en la Mongolia Interior del norte de China, para ser trasladadas en un recipiente sellado hasta el Laboratorio Chino de Muestras Lunares, ubicado en el Observatorio Astronómico Nacional de Pekín.
Las rocas traídas por la Chang’e-5 “harán que reconsideremos por qué y cómo ha durado tanto la historia volcánica de la Luna”, afirmó Long Xiao, científico de la Universidad de Geociencias de China.
Las muestras de las misiones Apolo tenían más de 3,000 millones de años. Long señala que la Chang’e 5 quiere tomar muestras de menos de 2,000 millones de años para poder estudiar las últimas etapas del vulcanismo que moldearon las partes más jóvenes de la superficie lunar que vemos hoy en día.
Según National Geographic, en el futuro, una sonda llamada Chang’e 6 intentará traer muestras del polo sur lunar, un área de gran interés científico por la gran cantidad de hielo de agua y la presencia de uno de los mayores cráteres de impacto del sistema solar, la cuenca Aitken.
También se ha programado el aterrizaje de unas sondas más avanzadas, Chang’e 7 y Chang’e 8, cerca del polo sur para analizar la región y probar nuevas tecnologías, como la detección y extracción de materiales que puedan ser útiles para futuros exploradores humanos, como agua e hidrógeno, y probar la impresión 3D en la superficie lunar.
El objetivo a largo plazo es establecer una Estación Internacional de Investigación Lunar en torno a 2030 para apoyar misiones robóticas y, en última instancia, tripuladas.
Cabe mencionar que Chang’e -originalmente conocida como Heng’e- es la diosa china de la Luna. En una conversación entre Houston y el Apollo 11 se mencionó lo siguiente:
“Una antigua leyenda dice que una hermosa niña china llamada Chang-O ha estado viviendo allí durante 4,000 años. Parece que fue desterrada a la Luna porque le robó la píldora de la inmortalidad a su marido. También puedes buscar a su compañero, un conejo chino grande, que es fácil de detectar porque siempre está de pie sobre sus patas traseras, a la sombra de un árbol de la canela”.
Previamente, China había lanzado cuatro misiones no tripuladas Chang’e:
- En noviembre de 2007, Chang’e 1 entró en órbita lunar como sonda y se estrelló en la Luna 16 meses después. Los datos recopilados por Chang’e 1 fueron usados para crear un mapa de alta resolución en 3D de toda la superficie lunar.
- En octubre de 2010, Chang’e 2 entró primero como sonda en órbita lunar y luego abandonó la Luna para fotografiar el Asteroide Toutatis.
- En diciembre de 2013, Chang’e 3 logró un alunizaje controlado, siendo la primera misión china en lograrlo. La misión Chang’e 3 incorporó un rover lunar de seis ruedas llamado Yutu (Conejo de Jade), diseñado para transmitir video en tiempo real, excavar y analizar muestras de polvo.
- En enero de 2019, Chang’e 4 consiguió el primer alunizaje en el lado oculto de la Luna e incluía el rover Yutu 2. El módulo de aterrizaje llevaba un contenedor con semillas de algodón, colza, papa y arabidopsis, así como huevos de gusanos de seda y moscas de la fruta. Al final del experimento, se observó la germinación del algodón, pero no de las otras semillas. La planta duró viva poco más de 8 días terrestres, 212 horas en total.
Con esta misión, China se inscribe exitosamente en la carrera espacial.