Estamos ya a menos de 60 días de que se lleven a cabo las elecciones extraordinarias para elegir a los principales funcionarios del Poder Judicial Federal y del Poder Judicial en 19 estados del país, el debate respecto a si se originó por un capricho, por venganza, por ignorancia, por ingenuidad o de que ésta no era necesaria, se superó con los resultados de la elección del año pasado y por una serie de decisiones institucionales y personales sucias, que permitieron que esta reforma constitucional tan importante finalmente exista y se deba cumplir.
La pregunta es ¿para qué quiere el gobierno controlar al Poder Judicial?, ¿será para cambiar los criterios de defensa de derechos humanos, pro-persona; o para restringir derechos de defensa, por ejemplo en el tema de impuestos; o para ensanchar las facultades de detención y espionaje; o para acabar con empresas incómodas, expropiar y decomisar? Todo ello sería posible aún con la defensa ante la Corte Interamericana a la que últimamente no le han hecho caso. El ¿para qué?, no lo sabemos, pero ha sido tan decidido el empeño de hacerlo impulsado por AMLO que algo muy perverso debe de haber.
Es cierto que antes el partido mayoritario tenía mano para proponer a los ministros, pero, uno, se tenían que hacer acuerdos con otras fuerzas políticas que vigilaban la idoneidad y; dos, por el sistema de escalonamiento en el término de los periodos de 15 años de ejercicio, esta correa de transmisión se diluía y ya en el caso de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito se privilegiaba la experiencia y trayectoria.
Es importante señalar que en nuestro país ya tuvimos elecciones para elegir a los ministros de la Suprema Corte de Justicia, bajo la vigencia de la Constitución de 1857 bajo la Presidencia de Ignacio Comonfort y la Presidencia de la Corte de Benito Juárez, que fue electo, aunque no por voto directo ya que el voto universal y directo se dio hasta 1911, con la elección de Francisco I Madero, pero si por voto indirecto a través de representantes electos por voto popular, algo similar al Colegio electoral de E.U.A.
Tras la salida de Comonfort y la caída del segundo Imperio mexicano, en 1867 se realizaron elecciones para ministros de la Corte. Destacaron juristas y políticos como Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias, Ignacio L. Vallarta, Ignacio Ramírez (el Nigromante), Ignacio Manuel Altamirano, quienes a decir del Dr. Juan Pastrana, eran personas íntegras e independientes, que supieron separar su cargo, de su amistad y afinidad partidaria con el presidente de la República, Benito Juárez.
Desde luego que no descartamos que las nuevas personas, ministros de la Corte que sean electas se comporten con la misma calidad jurídica y moral, aunque es cierto una mayoría está ligada al gobierno y a su partido Morena y que con el argumento de que ahora es el pueblo quien los elige, ni siquiera tuvieron que acordar sus candidaturas con otras fuerzas políticas.
Pienso en todo caso, concediendo que las resoluciones de la Corte eran tardadas y que el acceso a la justicia es complicado, lo ideal hubiera sido realizar la renovación de forma ordenada y paulatina y solamente para los ministros de la Corte. El ampliar la elección a otros cargos que deben ser muy especializados y técnicos nos pondrá en un problema de inexperiencia e improvisación ante un tema muy sensible para la vida nacional.
Desde luego que hacer políticos a personas técnicas es mandarlas al Coliseo Romano, a ser gladiadores sin armas, vemos en las redes que se convirtieron en actrices y en actores improvisados, pero además las reglas de propaganda y fiscalización que están imponiendo como si fueran candidatos de partidos políticos, son complicadas y excesivas: contratar proveedores del INE, presentar agenda de actividades, informar en tiempo real los gastos, tener una cuenta bancaria específica, para cumplir con todo ello, se necesita contratar especialistas. ¿No hubiera bastado simplemente con fijar topes e impedir que funcionarios públicos, Iglesias y terceros en general se pronunciaran a favor o en contra de las personas candidatas?
Quisiera de verdad dar un voto de confianza a que esto no saldrá tan mal y que acudirán a las urnas cerca del 20% de la lista nominal, lo que será posible gracias al impulso del voto por los programas sociales “de Morena” como dicen sus promotores, aunque eso es lo de menos; lo preocupante es la opinión internacional que se generará ahora que se empiezan a conocer las historias de terror de algunas de las personas candidatas; nos exhibiremos como un país poco serio en un momento muy serio respecto a nuestra relación con Trump o “trun” como le decía nuestro anterior mandatario.
Me preocupa la condición que tendrá el INE después de la elección, ya que cualquier falla será pretexto para debilitarlo y terminar el plan A, que quedó pendiente, lesionando su organización y profesionalismo, me preocupa que se repita la historia y le demos vida a la opinión de Don Emilio Rabasa respecto de la elección de 1867, que señaló que fue la instauración de la dictadura democrática, en donde el sistema tiene todo para empezar a acabar con las libertados ciudadanas y con ello romper paulatinamente el pacto social que empezábamos a consolidar.
México no es el mismo de 1867 estamos inmersos en la globalización económica, en un tratado comercial ahora privilegiado pero tambaleante, con término próximo, observados por el mundo a través de las redes y las telecomunicaciones, pero principalmente vigilados por el Big Brother naranja que verificará que la nueva Corte no afecte a sus intereses, so pena de volver a amenazar con todo y para todo.