El viaje del héroe o monomito es un término que Joseph Campbell definió como una serie de patrones que se repiten en historias de todo tipo, y apareció por primera vez en el libro llamado “El héroe de las mil caras”[1].
Ésta es una pequeña intro para enfocar el presente artículo dado que mis ángeles y mis demonios, en esta pandemia, han vivido definitivamente su viaje que no estoy segura ha terminado, pero sé que con él inicia una nueva etapa.
Lo principal por comentarles, es que cada uno tiene su propio viaje en donde somos los personajes protagónicos de la obra y la contamos según nuestra percepción. Yo veo esta etapa “Tiempos del COVID 19:”, como un juego de video en un nivel de lo más elevado -el nivel pandemia-, en el que todos hemos tenido que participar, pero la pregunta interesante sería ¿qué hemos aprendido de todo esto?
Pongo mi ejemplo, con la esperanza de que los valientes hagan su propio ejercicio.
Para mí, las etapas han sido claras. Todo inicia con el “llamado a la aventura” y mi personaje se involucra en un proyecto sin saber todo lo que vendría, he de aclarar que éste ha sido uno de los periodos más complejos de mi vida. He pasado haciendo cálculos lógicos (aunque mi lógica creo que sólo yo la entiendo) en donde, si bien parecía algo retador tampoco representaba nada del otro mundo. En esas andaba cuando llegó la segunda etapa: “ayuda sobrenatural”, cuando una inversión que parecía perdida se salva como por arte de magia, dos meses antes del reto Covid 19, cuando aparece mi “guardián del umbral”, una persona que es uno de mis apoyos más grandes y que me instó a seguir, dándome su apoyo incondicional, absoluta libertad con su inversión y la mía, que me dejó seguir tomando todas las decisiones; con él, ella, el sabor y la confianza plena, aunque con otro proyecto de vida que no le ha permitido estar presente.
Todo parecía funcionar, pero había que hacer una remodelación y, justo ahí, inicia la pandemia. Todo empezó a costar más de lo previsto pues no había materiales, las tiendas estaban cerradas y las construcciones canceladas. Aun así, seguimos con los planes y atendiendo las indicaciones sanitarias de las autoridades, afortunadamente, ninguno nos vimos afectados por el virus… no sabíamos si, uno de esos días, nos iban a clausurar, pero no fue así. De cualquier manera, conseguir materiales, manejar trabajadores y cuidarlos, no fue nada sencillo. La aventura tomó mucho más tiempo y dinero, se tornó una aventura épica que podría denominarse “el viaje del héroe”.
Así llegaron los “mentores y ayudantes” para enfrentarme, enseñarme y corregirme en el camino: la fortaleza y la lealtad con esa voluntad de hierro que nunca se detiene; la belleza, suavidad y empatía en atribulaciones con ese temple variante pero siempre solidario; la nobleza y gracia de aquel que ante sus problemas y retos, pinta mis paredes con alma y amor; el atractivo y firmeza creciente de quien casi en silencio, se planta buscando su madurez; el regreso de la fe en la amistad verdadera y solidaridad de quien resurge en alegría ante su propia lucha y conocimiento personal; el trazo firme, la sorpresa constante y la confianza, siempre tarde pero a tiempo, en su misterio de vida buscando alargar cada instante en su travieso desafío; la dulzura, el placer y la esperanza que volvió a latir ante poder creer en la pareja, en el hombre, incluso virtual; la simpatía y el placer, de quien con sus conflictos y risas, me devolvía al mundo, revelando y reafirmando la amistad; y todos aquellos más lejanos pero siempre constantes con su ciencia, con su perfección, con sus teorías, con su inocencia, con su ligereza, con sus dudas, con sus faltas, con sus buenas y malas intenciones… a cada paso de los “retos y tentaciones” de mi viaje, hasta caer en mi propio “abismo”, del que estoy “renaciendo”, aceptando que no tenía la capacidad de hacerlo sola, intentando “transformar” mi ego creciente, “expiando” cada que me saturo, para poder “regresar” y cumplir el proyecto. (*las comillas marcan las etapas del VDH).
Quizá suena romántico, pero vivirlo y decidir ver el lado amable es una cuestión de valor, pues es doloroso y vergonzoso, aceptar que uno se equivocó muchas veces en el camino, que tomó malas y costosas decisiones, que afectó a otros con sus arrebatos y que tuvo que asumir muchas incapacidades, pérdidas y derrotas. Hacerlo es la única manera de aprender y realmente evolucionar. Pero también sé, que todo viaje es así, que todos caemos y nos levantamos, y sólo queda perdonarnos y seguir adelante.
¿Será posible que nuestro mandatario y sus secuaces tengan el valor de analizar su Viaje del Héroe? ¿Qué en lugar de justificaciones, discursos y premios con comisiones y huesos, reconozcan lo mal preparados y la cantidad de errores que han costado miles de pérdidas económicas, materiales y humanas? Y que siguen costando…
Si podemos tener la humildad y valentía, que aún no veo en cabecita desarticulada blanca y sus secuaces, de aceptarlo y transformar el camino, seremos héroes frente a otros héroes que intentan hacer su viaje lo mejor posible. No hay manera de estar en acuerdo todos, no la hay, cada uno tenemos visiones distintas pero podemos ser empáticos, respetar y entender que esta etapa fue, es y será todavía uno de los peores momentos de nuestra historia, pero por lo menos que se note que somos capaces de disculparnos, y así reconocer y aprender de los errores; que somos capaces de ponernos una mascarilla o lo que sea necesario y mostrar que lo que puede parecer debilidad es coherencia e inteligencia; que puede ser más grande quien con temple reconoce que necesita ayuda de otros más aptos y así, conquistar la etapa, y en este caso, detener al gran monstruo que sigue acechándonos afuera de nuestras casas.
No ha sido sencillo para nadie pero el precio del viaje, también se paga, y hasta el momento, a menos que sigamos siendo ciegos, (como lo comentaba en el artículo anterior) nos vendieron un cambio, nos vendieron un presidente preocupado por la gente y los pobres (eso sí, ha conseguido más pobres) que sólo ha mostrado una tremenda falta de capacidad y peor aún, se ha mostrado como un necio, abandonando a todos los héroes que seguimos padeciendo la lucha. Yo pago y seguiré siendo responsable del precio de mis decisiones, ¿ellos lo harán o pagaremos por sus errores? Ojalá los mexicanos hayamos aprendido y no dejemos que nos sigan engañando con apariencias y palabrería. Sólo así servirá el viaje personal de cada uno y todas las vicisitudes que hemos padecido.
Mi ángel sigue teniendo la esperanza de que, un día, nuestros políticos por fin, se hagan responsables y nos hablen con la verdad, por vergonzosa que sea.
[1] Campbell sostenía que todos los mitos de todas las culturas y tiempos siguen un mismo patrón al que llamó MONOMITO -término que no es de su autoría sino del escritor irlandés James Joyce-: “El héroe se lanza a la aventura desde su mundo cotidiano a regiones de maravillas sobrenaturales; el héroe tropieza con fuerzas fabulosas y acaba obteniendo una victoria decisiva; el héroe regresa de esta misteriosa aventura con el poder de otorgar favores a sus semejantes”.