Es muy interesante que el mexicano, en general, se queja de la corrupción, la prepotencia y los abusos que, supuestamente, se perpetúan contra todos y de cómo el pueblo es víctima de tales abusos, etc. Supuestamente, ese fue el motivo principal por el cual, una mayoría importante de mexicanos, cansada de la corrupción, de la falta de Estado de derecho, de la existencia de jueces vendidos al mejor postor, de la violencia sin control, del crimen organizado y desorganizado sin castigo, de la falta de oportunidades, etc., castigó a los partidos políticos tradicionales y se lanzó al abismo echándose un “volado” eligiendo al llamado Peje y dándole la mayoría legislativa a su partido, MORENA, con la esperanza de que algo cambie.
Pero, debemos recordar que todo pueblo tiene el gobierno que se merece y el mexicano se merece los gobiernos de que tanto se ha quejado. Por cierto, el nuevo gobierno no pinta como solución a todo lo anterior. Los sindicatos de maestros lograron que se abrogara la muy necesaria reforma educativa, los bandidos de las carreteras siguen tomando casetas sin que ninguna autoridad intervenga mientras paran tráfico y se hacen ricos con sus “colectas voluntarias”. El ejercito es abusado por criminales y pseudo defensas populares demandando entrega de armas ilegales, y no pasa nada. Y así la lista de actividades que aterrorizan a la nación, en donde salir a la calle representa un alto grado de riesgo pues un asalto, violación, secuestro, en una tienda, restaurante, el auto sucede en casi todo el país sin distinción de colonia o ciudad.
Del otro lado de la moneda está el por qué de la afirmación de que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. En principio, las leyes en México están de adorno, hasta el mismo presidente se las pasa por el ‘arco de triunfo’, algo que afirmó recientemente poniendo su voluntad por encima de la constitución. ¿Algo inusual? En realidad, para nada. La ley en México es tema de plática, pero no de práctica, a menos que sea para extorsionar al pueblo por parte de las ‘autoridades’ y el ciudadano siempre buscando como violarla a su conveniencia.
¿Quién le pone el mal ejemplo a quién? ¿El gobierno al pueblo o el pueblo al gobierno? En realidad, es una relación simbiótica. Aunque hay una clase política incestuosa por medio de la cual se perpetúan los hijos y nietos de quienes fueron importantes, simplemente se adjudican los apellidos para tratar de asegurar una perpetuidad en la oligarquía política. Pero, en realidad la clase gobernante, en su mayoría, inició su vida como parte de la población en general y sus integrantes han ido escalando al poder con una mezcla de talento y de aplicar las no-reglas del vale madrismo que rigen al pueblo mexicano.
MI Perspectiva
¿A qué me refiero? Ejemplo, en días recientes aterrizando en un vuelo de negocios, hice el comentario a mi compañero de asiento: ¿sabes cómo distinguir a los mexicanos en los aviones? respuesta: son los que se levantan de sus asientos antes que se autorice y/o se llegue a la puerta de desembarque sin importarles las medidas de seguridad, que son normas. En ese momento, y aún en la pista, se oyen los pasos apresurados de un señor que corría hacia la puerta. Los sobrecargos diciéndole que se quedara en su asiento. ¿Les hizo caso? Por supuesto que no. El avión se frenó de repente y casi se cae de boca -lástima que se pudo detener- y siguió su carrera aunque aún faltaba un buen trecho para llegar al puente de desembarque. ¿Le importó al señor? NO, le valió madres. En Estados Unidos o en Europa lo hubiesen arrestado y remetido a la autoridad. Aquí, no pasó nada.
Mi punto: la ley en México está de adorno para la mayoría de los ciudadanos quienes constantemente se burlan de ella, pero se quejan cuando algo va mal. En la vida diaria se pasan altos cómo y cuándo quieren; los motociclistas se sienten exentos de toda normatividad vial; al tratar con el gobierno de cualquier nivel, la primera pregunta no es ¿cuál es el proceso? sino ¿cómo lo arreglamos para no cumplir con la ley y cortar camino? Si hay algún problema, en la rara ocasión en que un agente de tránsito se moleste en detener a un transgresor de alguna regla -real o inventada por el agente- la pregunta obligada es: ¿de a cómo? Si es necesario resolver un problema de electricidad, agua, licencias -especialmente de construcción- la situación es la misma. La única diferencia notable entre los ciudadanos radica en el poder adquisitivo en donde el “de a cómo” va de los 50 pesos a los 50 millones. El ejercicio de vale madrismo, o lo que es lo mismo, la corrupción, es igual.
Epílogo
Como dice la canción de Frank Sinatra, el mexicano lo “hace a su manera” en prácticamente todos los aspectos de su vida y como parte de su cultura. Por lo tanto, la única pregunta que resta hacer es: si ésta es su naturaleza, ¿por qué la queja constante de falta de Estado de derecho, si al final del día, nadie lo practica?
Para todos los demás- los que no son corruptos- cierro con un comentario que hizo el presidente John F. Kennedy sobre algo que se le atribuye al político ingles Edmund Burke: “Lo único que es necesario para que triunfe el mal, es que la gente buena no haga nada.”