¿Cuántas veces no hemos leído en el periódico o escuchado en la radio que las autoridades capturan a bandas criminales conformadas por menores de edad? En México, Cada vez hay más jóvenes involucrados en atracos, asesinatos, delincuencia organizada y hasta narcotráfico. La pregunta del millón es ¿por qué?
Apenas hace un par de meses, las autoridades capitalinas detuvieron, al menos dos veces, a un grupo de jóvenes, llamados “Los Diablitos”, por intento de robo sobre algunas de las avenidas más transitadas de la ciudad. Todos ellos eran menores de edad, alrededor de 12 y 13 años. Su arma era una pistola de juguete. Como estos casos, cada vez es más frecuente toparnos con historias que parecen emanadas de la ficción, pero que en este México mágico ya son una realidad cotidiana.
Es cierto: en México cada vez hay más jóvenes involucrados en la comisión de delitos. Así que es importante preguntarnos qué está pasando con este repunte alarmante (y triste).
En pocas palabras, esto debe verse y enfrentarse como un fenómeno social y de salud pública no sólo como un incidente recurrente.
Al respecto, en una entrevista con El País, la socióloga española experta en educación, Amparo Tom, afirma que la delincuencia juvenil pone en evidencia la “enorme crisis” de los modelos educativos. Entonces, es en las aulas donde se erradican o se fomentan esas acciones delictivas. “Las normas que rigen la socialización surgen de las familias, escuelas, medios de comunicación y amigos. La escuela es el único ámbito que podemos reglar de todos ellos y habrá que hacer una fuerte reflexión cuanto antes sobre cómo estamos construyendo la identidad de los niños y de las niñas”.
Si tomamos en cuenta que la delincuencia es un fenómeno social, es importante atacarlo desde la sociedad misma y, lo más importante, cimentar las acciones cotidianas con políticas públicas que garanticen una educación digna (y dignificante) para todos, y que poco a poco vayan minimizando dicha polaridad social. En ese sentido, Tomé asegura: “Existe una responsabilidad también de la sociedad. Hay cuatro agentes que forman identidades, más la ciudad donde se desarrollan todas ellas. La ciudad debe ser educadora.[…] La ciudad debe cuidar el buen vivir. No se pueden cambiar las flores todos los días cuando hay barrios con necesidades. Y así la ciudad también educa para el cambio”.
En charla con una maestra en Psicoterapia Humanista, González Berra, explica que hay varias razones detrás de esta tendencia delictiva. Al tratarse de jóvenes o adolescentes, muchas veces el origen se encuentra en el núcleo familiar, pues muchas veces son chicos que vienen de familias desintegradas, que sólo han conocido la violencia y la carencia.
También, a los papás del siglo XXI les cuesta mucho trabajo establecer límites claros a los niños y jóvenes. El tema de delito está muy relacionado con las adicciones, ya que muchas veces los jóvenes que comenten delitos se encuentran devorados por las drogas, por eso es un tema también de salud pública, hasta que se convierte en un fenómeno social.
Otros factores son la polaridad social, la falta de oportunidades y el escaso acceso a una educación de calidad, que va desde la educación formal escolar hasta la educación emocional, que permita obtener habilidades emocionales para relacionarse y crear una conciencia de responsabilidad individual y social.
Sea como sea, es imperativo tomar cartas en el asunto para evitar que esta tendencia le llegue de golpe a las nuevas generaciones.