Nos encontramos a un año de que, en el país, se realicen las elecciones para renovar la Cámara de Diputados, 13 Gubernaturas, 27 Congresos locales y, en 28 entidades todos los Ayuntamientos. Será, como se ha dicho, la elección más grande realizada hasta ahora, ya que además de los cerca de 3200 cargos de elección, se estima que se tendrá un padrón electoral de 95 millones de ciudadanos con posibilidad de votar en México y más de 1.5 millones con posibilidad de hacerlo desde el extranjero.
Pese a ello, la elección del 6 de junio de 2021 será crucial no por lo grande sino por lo trascendente para el futuro del país. Dos visiones de futuro se enfrentarán, tal vez, de forma definitiva por la vía electoral: la elección entre los dos Méxicos en que nos ha dividido el presidente, el México de la cuarta transformación y el que está en contra; uno que mira al pasado con un presidente muy fuerte, un estado omnipresente y benefactor; y, el otro con un poder acotado, buscando el crecimiento económico y el cuidado de los indicadores principales de inversión. No hay más.
Es previsible que el fin último de la elección, más allá de partidos políticos y candidatos, será si se apoya o no a López Obrador, sus decisiones tomadas en los dos primeros años, el cumplimiento de sus compromisos y promesas, el curso de la economía, el manejo de la epidemia sanitaria, la seguridad y el empleo y, en resumen, la repercusión de todo ello en cada familia mexicana.
Lo importante para poder definir un escenario realista de lo que puede pasar en el 2021 consiste no en saber si los 28 millones que no votaron por él siguen en contra, lo que se asume como seguro; sino determinar el porcentaje de quienes sí lo hicieron -30 millones- y se siguen manteniendo a favor. Veamos:
¿Por cuáles promesas votaron?
- Reducir el salario del presidente en 60%. Apoyo 89%
- Reducir el salario de los funcionarios de gobierno, 88%.
- Eliminar las pensiones de los expresidentes, 86%.
- Que el presidente pueda ser juzgado por corrupción, 84%
- Duplicar la pensión de los adultos mayores, 82%
- Revisar contratos de Pemex con empresas privadas, 77%
- Someter a consulta ciudadana el nuevo aeropuerto, 64%
- Convertir a los Pinos en centro cultural, 63%
- Mover las secretarías a los estados, 51%
- Cancelar la reforma educativa, 43%
- Perdonar a criminales por su condición de pobreza, 31%
Como puede observarse, ha cumplido las promesas de campaña principales y, en especial, las que tuvieron mayor apoyo. De ahí se puede entender que, luego de casi dos años de gobierno y pese a provocar una economía en recesión -esto lo logró antes del Covid-; con más de 7000 muertos por la pandemia y con millones hasta ahora en el desempleo, mantiene el 50% de aprobación en las encuestas. Ello, sin embargo, no significa necesariamente el 50% de los votos que se depositarán el próximo año en las urnas, pero si nos da una idea de lo que representa su base de apoyo.
Existen también otras promesas que no se han cumplido y que, al parecer, hasta ahora no le han representado un alto costo político:
- Crecer al 4% anual
- Sacar al ejército de las calles
- Tener un país más seguro.
El llamado Obradorismo parece sentirse satisfecho con el desempeño del presidente, pero hay que considerar que, en esta ocasión, AMLO no estará en la boleta y los candidatos que presente Morena y aliados serán sometidos al escrutinio social y público lo que le puede reducir votos; por otro lado, tiene la ventaja de que la oposición se encuentra dividida y entre por lo menos 6 fuerzas políticas se repartirán los votos en su contra. Es previsible entonces que la primera minoría, si no es que la mayoría, la mantenga Morena aunque con menos votos que en el 18 y con derrotas en algunos estados.
Lo que preocupa desde ahora es la reacción del presidente frente a los resultados de la votación. Si gana las elecciones como lo hizo en el 2018, asumirá que el pueblo está con él y que no tiene límite en sus pretensiones de convertir a México en una nueva China, con rumbo claro hacia el comunismo, con o sin el apoyo del poder Legislativo y Judicial; si no gana por mucho, pero conserva la mayoría en el Congreso y gana estados importantes, la segunda mitad de su gobierno será muy parecida a la primera, impulsará cambios pero dentro del marco constitucional y dejará el poder en 2024; si los resultados le son contrarios y pierde la mayoría en el Congreso y casi no gana estados, seguramente alegará fraude, pretenderá cambiar las reglas electorales y la conformación del INE y buscará volverse a medir en las urnas en el 2022 con la revocación de mandato, para demostrar que perdió Morena pero él, no.
México no será el mismo después de la votación del 2021. El encuentro con el destino es inevitable. Dependerá de los actores políticos, pero principalmente de los ciudadanos determinar que queremos para el futuro, para los jóvenes y para los niños y niñas que vivirán en el país que les dejemos.