Ningún Estado, ni ningún gobierno estaba preparado para enfrentar la crisis provocada por la pandemia que ahora nos azota; el mundo fue sorprendido por igual y los gobiernos puestos a prueba ante un desafío inesperado, repentino y mortal tanto para las personas, como para las economías.
Independientemente de cuando se podrá superar este grave problema, a casi 5 meses de que se declaró la pandemia, es un buen momento para poder analizar si estamos caminando por la ruta correcta; analizar en quien podemos confiar; y establecer que estamos haciendo bien y que estamos haciendo mal, tanto en el plano individual como en el plano colectivo. Es momento de ver que tan responsables hemos sido como ciudadanos y que tan responsables han sido los gobiernos.
Y hablo de los gobiernos porque justamente los fines del Estado-nación, considerando la teoría del contrato social de Rousseau y que están previstos en nuestra Constitución, son el garantizar a la población seguridad, salud, empleo y respeto absoluto a nuestros derechos fundamentales, tanto individuales como sociales y políticos, para eso sirve el gobierno, para eso hay leyes y para eso hay tres poderes y órganos autónomos que cuidan y garantizan que esto suceda.
Recordemos que fue el 20 de enero de 2020 cuando el Director General de la OMS (Organización Mundial de la Salud) declaró que el brote de la enfermedad causada por el Coronavirus 2019 (covid-19) era una emergencia de salud pública de importancia internacional; posteriormente el 4 de febrero, el mismo personaje tuvo una sesión informativa con el Secretario General de la ONU y solicitó la activación de la política de gestión de crisis, a fin de establecer un equipo que se encargara de coordinar el apoyo a los países miembros para que pudieran prepararse y responder a la crisis de la pandemia mediante un plan específico.
Esta guía que podemos decir fue el primer documento serio, determinaba cual era la ruta para que los países a través de sus gobiernos se prepararan y pudieran proteger a sus habitantes de la mejor forma. El Plan de la OMS disponible desde febrero, se funda en 8 pilares importantes que han sido los que, en mayor o menor medida, han puesto en práctica los países miembros tanto en Asia, Europa, África, América y Australia, para enfrentar la crisis sanitaria mundial.
Estos ocho pilares son: 1. Tener una Coordinación Nacional, que apoye en la planificación y seguimiento a nivel país; que involucre a todos los sectores de la sociedad, empresas, trabajadores y a los ministerios de salud, educación, turismo, obras, economía, trabajo, relaciones exteriores, gobernación etc., que elabore un plan específico a nivel nacional; 2. Que exista una comunicación permanente con la sociedad sobre los riesgos de la enfermedad, detectar las preocupaciones del público, apoyarlos con orientación que les permita protegerse; 3. Detectar casos y contactos, informar sobre la tendencia de la enfermedad y el impacto en los servicios de salud; 4. Cuidar los puntos de entrada al país para detectar y prevenir casos; 5. Establecer una estrategia con los laboratorios en el país, para hacer un gran número de pruebas para detectar la ruta del virus y prevenir contagios; 6. Revisar y reforzar los métodos de prevención de infecciones, que en las comunidades y en los establecimientos de salud, estén preparados y protegidos con equipos especiales para tratar a los pacientes de Covid-19; 7. En el manejo de casos, el personal de salud debe dar prioridad a los pacientes gravemente enfermos, y en casos leves se debe dar orientación y promover el autoaislamiento cuando corresponda, así como adoptarse programas especiales para grupos vulnerables; y 8. Apoyo operativo y aspectos logísticos para revisar los inventarios nacionales y hacer frente a la crisis y, en su caso, desplegar personal a zonas críticas, comprar suministros esenciales y cuidar el pago del personal sanitario, respaldar las funciones críticas que no pueden detenerse como agua, alimentos, combustible, internet, orden público, finanzas, transporte, etc.
Habrá tiempo para analizar con detalle qué tanto se aplicó este plan en los distintos países y por los distintos gobiernos, quiénes han sido más o menos responsables y qué lideres han actuado mejor. Lo único cierto, hasta el momento, es que México, se encuentra en el tercer lugar después de E.U.A. y Brasil en cuanto a más muertes registradas por Covid-19 en el mundo, más de 50,000. En su momento, habremos de ponderar la responsabilidad o no de nuestras autoridades a la luz de lo que hicieron ante el mismo problema otros gobernantes como Ángela Merkel en Alemania con 9120 muertos; Pedro Sánchez en España con 28432; Justin Trudeau en Canadá con 8870; Iván Duque en Colombia con 8525; o Sebastián Piñera en Chile con 8838.
Será también importante ver las estadísticas de los que lamentablemente han fallecido por el Covid-19 en México, recientemente la revista Forbes publicó datos interesantes y diferentes a los arrojados por otros países: en la CDMX una tercera parte (29%) de los muertos por Covid-19 tiene entre 35 y 55 años cuando el 70% de este grupo no tenía obesidad ni ninguna enfermedad previa como diabetes o asma, pertenecían principalmente a las delegaciones de Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Álvaro Obregón, la mayoría de bajos recursos.
Otro dato importante de un reciente estudio de la UNAM señala que de los que lamentablemente han fallecido, la mayor parte tenía un nivel de educación máxima de primaria, eran empleados públicos y trabajadores de bajos ingresos.
Tal vez todavía es momento de establecer un acuerdo nacional para enfrentar esta crisis y la tragedia económica que se nos viene. No hay recetas mágicas desde luego, pero la experiencia internacional es un buen punto de referencia para no seguir cometiendo errores que cuestan tantas vidas humanas.