El libro de Andrés Manuel en el País de las Maravillas es, tanto un cuento de fantasías para niños, como una sátira política. Esta parodia, con el perdón de Lewis Carol, pretende transportarnos a la cruda realidad que provocan los mundos fantasiosos que Andrés Manuel inventa bajo una nebulosa, ostentosamente, llamada “Cuarta Transformación”.
En este contexto, veamos cuántos capítulos podemos parodiar para esta segunda entrega en nuestro intento por dilucidar en qué consiste su transformación, aunque un buen indicador para lograrlo es el debate diario a nivel internacional y nacional que nos da una perspectiva muy diferente a la oficial. Por ejemplo, un artículo reciente en la revista Forbes lo define como un demagogo inepto.
Capítulo IV: La habitación y el Conejo Blanco
Tras quedarse nuevamente solo, Andrés Manuel ve pasar nuevamente al Conejo Blanco. El animal está buscando la 4T desesperadamente y, al ver a Andrés Manuel, le exige se la explique. AMLO obedece y llega a una casa en cuya puerta dice “Palacio Nacional”. Cuando entra, encuentra otra botella con líquido. A pesar de que la botella no tenía letrero alguno, esta vez bebe por curiosidad, ya que todas las bebidas de ese mundo le han provocado efectos sorprendentes. Esta no es la excepción y el tamaño de Andrés Manuel aumenta hasta quedar atorado, dándole la ilusión que nunca tendrá que salir de nuevo. Cuando el Conejo Blanco llega a reclamar su explicación y ante su sorpresa por el efecto de la botella, le dice: “ya entendí lo que significa el 4 de la 4t: 1 desempleo/pobreza, 2 inseguridad para todos, 3 insalubridad/muerte, 4 polarización/división. Ahí están los datos y, más que eso, ahí está el dolor, la tristeza, el desánimo y el abandono que sienten los mexicanos, particularmente los más pobres”. El Conejo va entonces a pedir ayuda entre la multitud que se reúne afuera para pedirle a su presidente cumpla su promesa de renuncia: “si más de 100,000 personas se reúne en mi contra, renuncio”. El capítulo termina cuando la multitud comienza a arrojar panecillos mágicos por la ventana. Andrés Manuel come algunos y disminuye de tamaño hasta poder salir de la casa a escondida, huye de la multitud yy se esconde en un bosque cercano. Se detiene frente a una seta gigante.
Capítulo V: El consejo de la Oruga
Encima de la seta gigante, Andrés Manuel encuentra una oruga azul sentada y fumando un narguile. La Oruga le pregunta sobre su identidad, pero no pude responderle de una manera sencilla. Resulta que, tras haber cambiado de tamaño varias veces, siente que la ha perdido y no tiene claro, en ese momento, quién es exactamente. Ambos personajes discuten una y otra vez para llegar a lo mismo siempre. Finalmente, Andrés Manuel expresa su inconformidad con la estatura que le dejó el ridículo que hizo con “rifa” del avión presidencial. Si, esa que no fue rifa porque no rifó nada y porque la mayoría de los boletos fueron comprados por él mismo con dinero público. La Oruga le ofrece de la seta que la alberga para animarlo y le explica que, con ella, puede volver a cambiar su estatura: si la come de un lado la aumenta y si es del otro, la disminuye. Como Andrés Manuel no podía saber qué lado era cual, cortó dos pedacitos de los extremos opuestos. Al probarlos, surtieron el efecto esperado: uno hacía que encogiera, mientras que el otro estiraba su figura y lo hacía ver desproporcionada. Andrés Manuel tuvo que comer varias veces de cada uno de los pedazos hasta alcanzar una estatura satisfactoria para él y su ego.
Capítulo VI: Cerdo y pimienta
Antes de que nuestro personaje se embarcara en su próxima fantasía, se encuentra frente a una casa en el bosque ante la que aparece un lacayo con cabeza de pez, quien toca a la puerta, seguido de un segundo lacayo con cabeza de rana. El Lacayo Pez trae una invitación para la Duquesa, dueña de la casa, de parte de la Reina de Corazones, para jugar al croquet. En tanto, AMLO presa del efecto idiotizante de la seta aplaude, pero no a lo lacayos, sino porque en su mente se dibuja la labor de la inútil de la CNDH que, con refrigerador lleno de costosos cortes de carne y demás viandas, se rehúsa a atender a las numerosas víctimas cuyos derechos humanos han sido violentados. El Lacayo Pez se va, y el Lacayo Rana se queda sentado afuera de la casa. Andrés Manuel entabla conversación y le cuenta cómo con su equipo anticorrupción y transparencia diseña estrategias de persecución fiscal contra sus opositores. De hecho, se atreve a preguntarle si él si sabe ¿quién financia a Loret de Mola? No logra perdonarle la difusión de los últimos videos de su hermano Pío aceptando dinero para su campaña en bolsas de papel y como, ese escandalito, frenó el show que había preparado con Emilio Lozoya y de quien, por cierto, acaba enterándose es amigo de la Reina de Corazones.
Andrés Manuel se aburre y continúa su camino por el bosque, en donde se reencuentra con el Gato de Cheshire, quien le invita a visitar al Sombrerero y a la Liebre de Marzo. Andrés Manuel decide ir a la casa de ésta última.
Capítulo VII: Una merienda de locos
Cuando llega a la casa de la Liebre, ésta lo invita a tomar el té con sus amigos ahí presentes: el Sombrerero y un Lirón. Andrés Manuel se une a los comensales, y comienza a conversar con ellos. Éstos, con sus acertijos confunden aún más a Andrés Manuel quien, como bien sabemos, no brilla por la lógica o congruencia de sus palabras. Empieza a hablar entonces del éxito de sus hijos empresarios y sus perspectivas de futuro. Aquellos no están muy interesados en el giro que ha tomado el diálogo y se quedan dormidos. Andrés Manuel, muy enojado, suspende la conversación al tiempo que encuentra una puertecita en un árbol que lo llevaría al juego de croquet. Se dirige hacia la puerta, estando seguro de haber asistido al “té más insufrible” de su vida.
SEGUNDA CONCLUSION
Esta analogía nos pone en camino a juzgar la transformación que está cambiando a México, pero no en el contexto que pretende Andrés Manuel en su viaje. En próximas entregas, y en sus correspondientes próximos capítulos, analizaremos si esta transformación nos está llevando por caminos sinuosos y oscuros. Hasta ahora, AMLO se encuentra muy lejos de los héroes nacionales que tanto admira – Hidalgo o Juárez- y si, más cerca de Antonio López de Santa Ana, autor de varias transformaciones convenientemente no mencionadas.