El dilema básico de la humanidad es entre la libertad y la comodidad; la mayoría suele preferir la comodidad.
MICROS Y MACROS
Se pregunta la Paty Haas, recordándonos que el tamaño sí importa: “Y pensar que cuando trabajé en la IBM, la computadora de ellos procesaba la nómina del DF como la gran cosa. La máquina ocupaba unos 150 metros cuadrados y de altura medía como 6 metros. Estaba en la planta baja del edificio de IBM en Mariano Escobedo, en Polanco, a una cuadra del Camino Real. Corría el año de 1972. Ahora, casi 50 años después, estamos viendo qué ha estado haciendo IBM, pero ostensiblemente ya fue rebasada por los chinos. ¿Estaremos viendo una carrera, más que entre compañías, más que entre Oriente y Occidente, más que entre comunismo y capitalismo, entre la filosofía del TAO y la filosofía del Dios hebreo-cristiano? ¿O estaremos en la antesala de una fusión de las dos ideologías para llegar, como termina la película ‘Cabeza de Vaca’, al concepto de ‘Dios, el único DIOS’?”
REGUSPATOFF
Hace años, cuando los gringos se creían el único “pueblo excepcional” (ilusoria categoría social muuuuuy abundante y conocida como “etnocentrismo”, que en la historia va pasando de raza en raza, de nación en nación, de etnia en etnia… que casualmente siempre es la propia) solían decir que todo lo inventaban ellos y que los demás eran meros copiones, en especial sus grandes rivales durante la llamada “guerra fría” (1945-1991): los comunistas de la Unión Soviética. Se burlaban afirmando que el mayor inventor soviético era el camarada Reguspatoff: la Registration US Patent Office. A ver qué piensan ahora que ellos mismos se encargan de hacer papilla su extenuado sueño de reconstruir a su país como la única superpotencia mundial, y viendo cómo el eterno péndulo del poder geopolítico oscila otra vez, como hace milenios, de occidente a oriente, de EU a Asia (como antes de Europa a América, y antes de Roma a Venecia, y antes de Atenas a Roma, y antes de Babilonia a Persia, y de Asiria a Egipto, etc). Al parecer el turno hoy pasa de los anglos a los chinos-han. A menos que, como siempre ha pasado durante miles de años, el imperio declinante dé un manotazo en la mesa y suelte a los perros de la guerra. El problema es que esta vez la guerra será nuclear y moriremos todos. Antes se decía “Better red than dead”, pero acaso ahora no será así… y acaso no deba ser.
TAIWÁN
La tercera (y final) guerra mundial, hoy, puede detonarse en la isla de Taiwán, que sus habitantes consideran como un país aparte y China considera una provincia más de un solo país (el suyo, naturalmente). La isla tiene 36 mil kilómetros cuadrados, 24 millones de habitantes muy bien armados… y un tremendo temor-odio (bien correspondido) contra el partido comunista chino.
FORMOSA, CHINA
WIKIPEDIA: “Hoy en día permanecen en uso varios nombres para la isla de Taiwán, cada uno derivado de exploradores o gobernantes durante un período histórico particular. El nombre Formosa data de 1542, cuando los marineros portugueses avistaron una isla inexplorada y la anotaron en sus mapas como Ilha Formosa (‘isla hermosa’). El nombre ‘Formosa’ eventualmente ‘reemplazó a todos los demás en la literatura europea’ y siguió siendo de uso común entre los angloparlantes en el siglo xx.
PRUEBAS RECTALES
Ahora resulta que algunos “expertos” chinos ensayan una inesperada prueba para detectar el virus maléfico. Como es un bicho que ataca las vías respiratorias, es lógico que las pruebas más exactas (según esos “especialistas”) se apliquen… ¡en el ano! Obvio, ¿no? Se trata de “análisis”. Nunca mejor dicho.
https://www.terra.com.mx/mundo/2021/1/27/pruebas-anales-para-el-covid-19-china-aplica-nuevo-polemico-metodo-rectal-11364.html
Por algo dice el meme que si el 2020 nos pareció “culero”, el 2021 pinta aún peor.
CERTIFICADO DE VACUNACIÓN
“Había que sacar un pasaporte en las oficinas de Relaciones Exteriores. La visa gringa se obtenía en la embajada, además de un permiso de Gobernación para salir del país y un certificado de vacuna emitido por la Secretaría de Salubridad y Asistencia.” Cita del fascinante libro “Nomadisea”, de Fernando Amerlinck (2020). El año era 1956 (hace 64 años). Las oficinas de la SRE estaban en la esquina de avenida Reforma y avenida Juárez. La embajada gringa estaba frente a la glorieta de Colón (estatua instalada ahí en 1877 y hoy recientemente desaparecida por las hordas que quieren borrar la historia). El pasaporte costaba entonces $20 (menos de dos dólares). El permiso para salir del país, por fortuna, ya no lo exige Gobernación (para desmayo de algún burócrata autoritario, supongo; no les des ideas, no sea que quieran revivirlo). La entonces SSA, se llama ahora Secretaría de Salud (en uno de esos “cambios” idiotas, irrelevantes y gatopardistas que tanto agradan a la burocracia porque no cambian nada de nada dizque efectuando un cambio). Y la pandemia que sirvió de pretexto en aquella ocasión, era la viruela (esta vez al parecer será el Covid y será global, no meramente nacional, indispensable para todo, no solamente para viajar).