Haciendo la pregunta a una inteligencia artificial sobre qué es México, en resumen, esto me respondió: “México es un país vibrante lleno de historia, cultura y diversidad. Es conocido por sus paisajes variados, que incluyen playas impresionantes, majestuosas montañas, vastos desiertos y selvas tropicales. Además, es un país reconocido por la calidad y hospitalidad de su gente”. Definición maravillosa, pero un poco ambigua, si hablamos del estado actual de su medioambiente.
México está considerado entre los principales países con mayor diversidad natural; sin embargo, esa riqueza natural se está agotando a un ritmo alarmante y lo que queda enfrenta serios peligros de conservación, principalmente por motivos humanos. La situación del agua, componente vital para la vida, presenta niveles preocupantes, cerca del 58% de la población solo tiene acceso diario al agua potable. Más de la mitad del territorio nacional enfrenta problemas de sostenibilidad hídrica, agravando la crisis. En estados como Guerrero, apenas el 10% de la población tiene garantizado el suministro de agua diariamente, mientras que, contrariamente, Nuevo León, más del 95% de la población cuenta con la infraestructura necesaria para su suministro, no así con el agua suficiente. El Sistema Cutzamala, que abastece a la Ciudad de México y al Estado de México, ha visto disminuir su almacenamiento al 57.2% de su capacidad, reflejando la presión sobre los recursos hídricos.
A los problemas de desperdicio, contaminación y huachicol del agua para consumo humano, se suma el pronóstico climático para México en 2025, que tiende a agravar la situación. Según los especialistas, se espera que la primavera sea más cálida de lo normal en el norte del país, con una reducción en las lluvias, lo que podría agudizar la sequía en algunas regiones. Durante el verano, se prevé una temporada de calor intensa. En estados como Nuevo León, Tamaulipas y Veracruz, las temperaturas podrían alcanzar los 40°C, mientras que, en el sur, como en Chiapas, la sensación térmica podría superar los 40°C. En cuanto al invierno, se espera la llegada de frentes fríos, con temperaturas mínimas de hasta -10°C en zonas montañosas de estados del norte de la República. Por lo tanto, la futura relación con el medio ambiente no parece prometedora, sobre todo en regiones densamente pobladas. Si a esto se le suma la contaminación de todo tipo, la acelerada extinción de fauna y flora, los fenómenos naturales que pudieran ocurrir, como son los ciclones, huracanes, tormentas e incendios forestales, harán que se agudice la crisis actual.
El gobierno federal debe marcar las pautas para hacer de nuestro país un territorio favorable para el bienestar y desarrollo de la población. La presidenta Claudia Sheinbaum presentó al inicio de este año el “Plan México”, diseñado para que los mexicanos vivamos en un entorno saludable, económicamente viable y socialmente progresivo. Aunque el proyecto es teóricamente aceptable, su realización se ve obstaculizada por múltiples causas, siendo una de ellas la falta del recurso económico necesario, lo que ha llegado a ser considerado una ilusión deseable, pero poco factible de llevarse a cabo. La reciente decisión del presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, de favorecer a México en su nueva política arancelaria, ha llevado a la presidenta Sheinbaum a fortalecer este plan, incluyendo acciones para el abastecimiento de agua y energía, principalmente, para fomentar la inversión económica. Originalmente, el documento considera medidas para mejorar el ambiente territorial y combatir el cambio climático, como la movilidad sustentable, mejora de la calidad del aire, reforestación, aumento de espacios verdes, gestión sostenible del agua y políticas para mitigar los efectos del cambio climático.
Estas propuestas requieren voluntad política y recursos por parte de las autoridades del gobierno, pero prevalece el interés en otros aspectos, como son los programas sociales destinados a mantener a Morena en el poder, limitando los recursos monetarios para la conservación ambiental y otros rubros. Por ejemplo, el estado de Puebla ha asignado para 2025, solo 2.5 millones de pesos para la conservación de un 1.6 millones de hectáreas de bosques y áreas verdes, mientras que el INE otorgó más de 354 millones para la actividad de partidos políticos en el estado, de los cuales 117 millones son para Morena. Así como éste, existen muchos ejemplos más, que evidencian la falta de compromiso y escaza preferencia gubernamental por la conservación ambiental de nuestra nación.
Las diversas prioridades económicas, sociales, culturales, educativas, de salud, seguridad y políticas del pueblo mexicano, dependen entre otras cosas, del estado en que se encuentre el territorio, hablando de sus ecosistemas y servicios ambientales. Con el continuo deterioro del suelo, será cada vez más difícil alcanzar las metas propuestas, como contar con una población sana y bien alimentada, si se encuentra viviendo en espacios insalubres y carentes de recursos naturales básicos para su desarrollo. Por ello, toda iniciativa política y programa debería estar acompañada por medidas ambientales que permitan su logro con una base natural sostenible. La Presidente de nuestro país acaba de anunciar la necesidad de fortalecer el Plan México, orientado a impulsar una mayor inversión productiva en el país, pero no aborda la problemática de la contaminación ni el daño a los ecosistemas que los polos de desarrollo puedan generar; fenómenos que quedan en el olvido y, por tanto, se les resta importancia o simplemente no se asignan las directrices, ni los recursos necesarios para ser atenuados.
Se dice, afirmación que yo comparto, que, para lograr una mejor conservación del mundo, es crucial comenzar con una educación adecuada desde la niñez. Esto, puede verificarse en los hogares, observando a los niños y adolescentes con el diferente manejo que le dan a la basura según la enseñanza recibida en la casa y en la escuela. La permanencia de un gobierno en el poder a través de crear programas sociales que solo otorgan apoyo económico para lograr su aceptación, sin proporcionar una educación y servicios de salud de calidad, plantea un reto difícil y complejo para alcanzar un país ambientalmente sano. Sin embargo, es posible lograrlo con esfuerzo, constancia, paciencia y trabajo tanto individual como comunitario, fomentando una educación ambiental que haga valorar a las personas, la importancia de contar con un entorno sano y bien conservado. La responsabilidad no debe recaer únicamente en el gobierno. La sociedad civil desempeña un papel clave en la democracia, permitiendo un mayor control sobre los recursos humanos y materiales de un país. Para ello, es esencial que la sociedad civil se organice, promueva y apoye una educación ambiental básica, exigiendo medidas de conservación adecuadas a los gobiernos en turno; que las ONG’s existentes, redoblen esfuerzos, para tener una mayor participación en la vida social y política del país, aumentando su poder de convocatoria y acción. Urge que nosotros como ciudadanos, realmente valoremos nuestro entorno natural, para evitar que sigan aumentando los costos por vivir en un país deteriorado. El territorio mexicano también forma parte de México. Ese espacio geográfico es un elemento vital para su desarrollo, cuya conservación no debe quedar relegada.