Las relaciones entre los países se realizan a través de negociaciones continuas. Tal cosa afirman los teóricos de la interdependencia compleja, como Robert Keohane y Joseph Nye. En el caso del comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, la renegociación del TLCAN no escapa a la regla obligada por la interdependencia innegable de las tres naciones. Y luego de meses de estira y afloja entre los llamados “Tres Amigos”, recién se dio a conocer el primer resultado de tantas reuniones entre sus respectivos expertos de comercio exterior: el surgimiento del Acuerdo comercial preliminar entre México y Estados Unidos, que por ahora no incluye a Canadá, aunque hay grandes posibilidades para que en cuestión de días se concrete la adhesión próxima del país más nórdico de los tres.
A reserva de conocer los detalles del Acuerdo comercial preliminar, y considerando que tanto Estados Unidos como México son expertos en la llamada “letra pequeña” de los tratados, es posible avanzar algunas reflexiones sobre la naturaleza y el alcance de las nuevas disposiciones en materia comercial. En primer lugar, destaca el hecho de que no se dio por concluido el TLCAN como había amenazado el gobierno de Donald Trump. Se logró rescatar un nuevo acuerdo; y eso en sí mismo es ya un gran avance para las dos economías y una buena noticia para los consumidores de ambos países. Quiere decir que no habrá incremento en los precios de las importaciones a las que estamos acostumbrados, en la industria y en el consumo diario, tanto mexicanos como estadounidenses.
En segundo término, es notable que el grueso del contenido del TLCAN ha sido retomado en el nuevo Acuerdo preliminar. Hasta donde se ha dado a conocer, detalles más o detalles menos –y sin olvidar que “el diablo está en los detalles”–, las reglas del viejo tratado se mantienen en lo general para miles de productos que a diario intercambian ambos países y que integran los más de 700 mil millones de dólares de comercio anual bilateral. Asimismo, se preservó el sistema de solución de controversias comerciales, que Trump quería anular, y se evitó la llamada “Cláusula Sunset”, mediante la cual se daría fin al acuerdo cada cinco años, con posibilidad de ser renovado o concluido en esa periodicidad.
También se mantienen las disposiciones en torno a la “tasa cero” en todos los productos y servicios que ya participan en las cadenas de valor establecidas entre México y Estados Unidos. Y si bien no se ha dado a conocer qué ocurrirá con los llamados Acuerdos Paralelos en materia laboral y de protección al medio ambiente, es de preverse que tendrán ajustes mínimos, en tanto que no fueron considerados en las negociaciones específicas, y tampoco se ha dado a conocer que hayan sido eliminados. Es decir, México y Estados Unidos preservan su relación especial en materia comercial y, con ello, se fortalece la competitividad de cientos de sectores productivos en ambas naciones. De igual forma, se mantienen las visas NAFTA que otorga Estados Unidos a profesionistas y trabajadores especializados mexicanos al amparo del capítulo XIV del anterior tratado.
Por otra parte, aún no se especifica qué pasará con el Banco de Norteamérica para el Desarrollo (NAD Bank), que financia proyectos de saneamiento ambiental en la frontera compartida entre México y Estados Unidos. Otra cosa que queda en el limbo de las indefiniciones es el apartado sobre servicios de transporte, en especial la que se refiere a la provisión de servicios de transporte de empresas mexicanas en Estados Unidos.
Ahora bien, en cuanto a lo que sí se altera con el Acuerdo preliminar:
- Se modificó el contenido regional para el sector automotriz, que pasó de 62.5% a 75%. Con esto, se moderó un tanto la pretensión trumpiana de elevarlo a 85%, y si bien afecta a una tercera parte de la producción actual mexicana, hay elementos para pensar que en poco tiempo las armadoras de autos lograrán ajustar su oferta y alcanzar el nuevo nivel de contenido regional establecido en el Acuerdo.
- Entre el 40 al 45% del contenido de los automóviles que se exporten a Estados Unidos deberán ser producidos por trabajadores que ganen al menos 16 dólares por hora. Esto generará un incremento salarial para los trabajadores mexicanos, aunque ya el 70% de la industria cumple con este nivel salarial, según ha reportado la Secretaría de Economía.
- Las armadoras que no cumplan con las condiciones anteriores, deberán pagar un arancel de 2.5% por sus envíos de automóviles, de acuerdo con las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
- Se incluye específicamente el concepto de comercio electrónico, que antes estaba ausente en el TLCAN. Con ello, se prohíbe a las partes la aplicación de derechos aduanales y otras medidas discriminatorias a productos digitales, con el fin de facilitar las transacciones digitales, con medidas adicionales para proteger la privacidad y las comunicaciones no deseadas.
- Asimismo, el monto para transacciones de productos y servicios sin arancel de importación y exportación (minimis) pasa de 50 a 100 dólares. Con ello, las pequeñas y medianas empresas tienen mayor margen para enviar muestras de sus productos, así como surtir pedidos individuales hasta ese monto, y así poder participar en el comercio exterior, especialmente a través del comercio electrónico, con sus contrapartes de Norteamérica.
- El nuevo acuerdo tendrá una vigencia de 16 años, con posibilidad de ser renovado por otro periodo igual.
- Se elimina la parte de solución de controversias entre inversionistas y gobiernos, la cual puede ser reemplazada con acuerdos específicos de arbitraje internacional en materia de inversión extranjera, de los cuales hay cientos en muchas partes del mundo.
- Asimismo, hay disposiciones específicas en temas aduaneros, propiedad intelectual, derechos laborales de inmigrantes regulares, reglas para otorgar subsidios a empresas sustentables, entre otros.
En lo general, México sale ganando porque continúa el muy provechoso libre comercio con Estados Unidos, el cual ha llegado a la impresionante cifra de 1 millón de dólares en transacciones por minuto, en promedio. Y Estados Unidos también gana porque, en el fondo de las causas, el nuevo acuerdo tiende a corregir su déficit comercial de alrededor de 15 mil millones de dólares con México, al menos en el corto plazo, lo cual será anunciado sin duda como una gran victoria de Trump al lograr uno de sus objetivos más destacados durante su campaña. Y si a pesar de las malas formas, Canadá se suma al nuevo Acuerdo preliminar, también se fortalecerá la competitividad de la región de Norteamérica y se habrá sorteado el neoproteccionismo tan anunciado por Trump.
Falta por supuesto, que lo apruebe el Senado de la República, el Senado de Estados Unidos y, en su caso, el Parlamento de Canadá. Y desde luego, faltaría incorporar los ajustes que resulten en caso de que Canadá se adhiera o no al tratado. Sin embargo, todo indica que se ha superado la etapa más difícil de la negociación, y el acuerdo entre México y Estados Unidos, con la muy probable inclusión de Canadá, dará continuidad a los acuerdos transnacionales ya en marcha en la región. Es decir, podemos concluir que Acuerdo habemus, aunque insisto, hasta no conocer completamente la letra pequeña del mismo.