Las elecciones en Brasil para elegir Presidente y Vicepresidente, así como otros cargos, serán el domingo siete de octubre. Tanto el Presidente como el Vicepresidente serán elegidos a través de un sistema de dos rondas. Si el candidato más votado obtiene más del 50% de la votación general en la primera ronda, se le declara electo. Si ningún candidato obtiene más del 50% de los votos, se hará una segunda vuelta el último domingo de octubre. En Brasil el periodo de gobierno para el Presidente y Vicepresidente es de cuatro años, del 1 de enero de 2019 al 1 de enero de 2023. Entre el día de las elecciones y la toma de protesta del nuevo Presidente hay un periodo de dos meses.
El mismo día también se elegirán dos terceras partes de los 81 miembros del Senado Federal -54 senadores-, ya que el otro tercio -27 senadores- fue votado en 2014; y para la Cámara de Diputados se elegirá a la totalidad de sus 513 integrantes.
El proceso electoral en Brasil es organizado por la Justicia Electoral (JE) cuyo órgano máximo es el Tribunal Superior Electoral (TSE) que también organiza las elecciones y que el pasado 15 de agosto cerró el plazo para recibir inscripciones de candidatos a la Presidencia de Brasil, lo que significa el inicio oficial de las campañas electorales, con dos mujeres y once hombres, como candidatas y candidatos que participarán en los debates, tratando de ganar votantes.
El candidato del Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva, es quien lidera las encuestas con más del 30% de la intención de voto.
El expresidente Lula es un candidato que se encuentra en una situación legal inédita dado que está preso desde el 7 de abril pasado en la Superintendencia de la Policía en Curitiba, tras ser condenado en segunda instancia por corrupción pasiva y lavado de dinero en el escándalo Lava-Jato y que lo llevará a ser juzgado por el Tribunal Superior Electoral. Así, Lula tiene hasta el 17 de septiembre, 20 días antes del día de las elecciones, para decidir si compite o no por la presidencia de Brasil. Técnicamente, la llamada Ley de Ficha Limpia, sancionada por el propio Lula y que veta la postulación a cualquier cargo público de personas condenadas en segunda instancia, es la que ahora le impide competir como candidato.
Ante una eventual negativa de los siete miembros del Tribunal Superior Electoral para permitirle ser parte del proceso electoral, el Partido de los Trabajadores tendrá que escoger entre insistir en el derecho de Lula a ser candidato, argumentando que es un preso político, o adoptar la estrategia pragmática de desistir del nombramiento del expresidente, antes de que se tome una decisión final, para poder sustituirlo por un candidato que no corra el riesgo de ser impugnado. Si la consideración sobre la elegibilidad de la candidatura de Lula se extiende hasta el punto en el que él pueda disputar la segunda vuelta y finalmente ganar la contienda, su candidatura podría llegar a ser revocada por las autoridades electorales, incluso después de ser elegido presidente. Algo jurídicamente posible, pero socialmente muy delicado.
Según un amplio sondeo divulgado por la firma Datafolha, en una simulación con Lula en la lista de candidatos, éste obtiene el 39% de la intención de voto muy por arriba del segundo lugar, el diputado ultraderechista Jair Bolsonaro quien solo logra el 19% y quien se ha manifestado a favor de la pena de muerte y en contra del aborto.
El padrón electoral de Brasil está conformado por 147 millones de ciudadanos con derecho al voto, distribuidos en 5,570 municipios del gigante sudamericano. Las mujeres representan el 52.5% del electorado, siendo el grupo demográfico más importante. Hoy en día, las mujeres suman poco más del 10% de la Cámara de Diputados y el reto es incrementar sustancialmente su presencia en la política brasileña.
La votación es muy sencilla, a través de urna electrónica, y es obligatoria. Quienes incumplen tienen que pagar una multa o justificar su ausencia, mientras que los que viven fuera de Brasil pueden tener dificultades para renovar su pasaporte.
El electorado brasileño en el exterior asciende a 500,729 ciudadanos que podrán votar en embajadas y consulados de Brasil en el mundo. El voto desde el extranjero ha sido de aproximadamente 50% de los ciudadanos registrados. Lo que dificulta el voto de los brasileños desde el extranjero es el traslado a los consulados o embajadas.
Por primera vez, la Organización de Estados Americanos (OEA) ha sido invitada para observar diversos aspectos del proceso, entre los que se encuentran la organización y la tecnología electoral (totalmente automatizada), el financiamiento de las campañas y la participación política de las mujeres. La misión de la OEA estará integrada por 50 ó 60 expertos y será liderada por la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla. La observación será desplegada desde una semana antes del día de los comicios en todas las regiones de Brasil. Si hubiese segunda vuelta -como pronostican las encuestas- los expertos permanecerán en Brasil.
Para los mexicanos es muy importante observar cómo funcionan otras democracias y como superan sus desafíos. Corresponderá pronto a los ciudadanos brasileños decidir quién será el nuevo inquilino del Palácio do Planalto en Brasilia en estas nuestras democracias sin fronteras.