El cambio de horario, como el del pasado 27 de octubre, fue propuesto por el estadounidense Benjamín Franklin en 1784 cuando era embajador de su país en Francia. Su idea era aprovechar al máximo la luz natural y ahorrar energía dado que la duración del día y la noche es variable a lo largo del año, siendo que los días son más largos y las noches más cortas en verano, y de manera contraria en invierno. Estas variaciones son de mayor impacto en los países del norte y sur del planeta a medida que se acercan a los polos, por lo que el cambio de horario dos veces al año, verano e invierno, les permite aprovechar mejor la luz solar. En las naciones que están más cercanas a la línea del ecuador, la variación entre el día y la noche, prácticamente no existe, duran lo mismo a lo largo del año y por lo tanto no existe motivo alguno para hacer cambios de horario. En México, esta modificación no es tan significativa, por lo que su efecto es muy pequeño, pero ayuda a optimizar la luz del día.
El cambio de horario se aplicó en Alemania, por primera vez, durante la Primera Guerra Mundial. A lo que siguieron el resto de países europeos. Este cambio no duró mucho tiempo. Fue hasta 1973, a raíz de la crisis petrolera, cuando se empezaron a usar por algunos países, dos horarios al año, el de verano con inicio el último domingo del mes de marzo (cuando se adelantan los relojes una hora) y el de invierno (comienza el último domingo del mes de octubre, atrasando una hora los relojes) para volver al horario normal o al “horario de Dios”.
El horario de verano implementado en México desde 1996, durante el sexenio de Ernesto Zedillo, según cifras de la Secretaria de Energía, ha generado ahorros económicos de alrededor de 75 millones de dólares anuales en los últimos años, equivalentes a satisfacer el abasto de energía eléctrica, de poco más de medio millón de casas al año.
Esta variación en el horario ha sido objeto de discusión entre especialistas a nivel mundial sobre si realmente permite ahorros importantes de energía e incluso, algunos se atreven a manifestar que tiene el efecto contrario, es decir, que causa pérdidas cuando se consume más energía de lo normal durante las mañanas, cuando todavía no amanece. Por otro lado, y con referencia a la salud humana, existe otra controversia: algunos especialistas argumentan efectos positivos para las personas y otros, en su mayoría, advierten consecuencias nocivas para su salud, como es el caso del investigador alemán T. Roenneberg, quien afirma que los relojes biológicos circadianos de los humanos, nunca se acostumbrarán a una hora extra de luz durante el verano, trayendo como consecuencia mayor cansancio, menos productividad, mayor susceptibilidad a enfermedades y, como consecuencia, una disminución en la calidad de vida. De hecho, un estudio llevado a cabo en los Estados Unidos en 2013, arrojó que se tenían pérdidas millonarias anuales dada la baja productividad durante el horario de verano. Con base en este y otros estudios similares, se están elaborando propuestas en varios países para eliminar el cambio de horario, como es el caso de la Unión Europea. En México, se han levantado varias voces clamando por su eliminación, respaldadas con documentos que avalan pérdidas económicas y daños a la salud.
Parecía que con la llegada al gobierno federal de las autoridades que encabezan la Cuarta Transformación del país, la eliminación podría ser más factible, al tener como bandera principal el bienestar de las personas y el combate a la corrupción. En 2001, cuando fue jefe de gobierno del entones Distrito Federal (DF), López Obrador expuso su oposición al cambio de horario y buscó la manera de eliminarlo para el DF, pero sin ningún resultado favorable. Hoy, siendo presidente del país, teniendo el apoyo de la mayoría de los legisladores del Congreso de Unión y con el respaldo de su partido político, Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), que expuso que el cambio de horario no ha traído los beneficios esperados y que tiene efectos nocivos en la vida y bienestar de los ciudadanos, no ha hecho nada para eliminar esta medida. En su tradicional conferencia mañanera del 26 de octubre pasado, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), comentó que eliminar el horario de verano no es un tema de vital interés para el país, por lo tanto, no habrá consulta a la población, quedando pendiente el envío de una propuesta al cuerpo legislativo, para su eliminación. Días después, en su conferencia del 28 de octubre, AMLO –riendo- dijo que, con el cambio de horario, ya se puede levantar la gente más temprano para hacer ejercicio. Otro reflejo más del controvertido y a veces ignorante gobierno federal. Que teniendo en sus manos una forma de mejorar el bienestar de todos los mexicanos, de una manera rápida y absoluta, no hace otra cosa más que reírse burlonamente. Por lo visto, para nuestro presidente, la única forma de elevar la calidad de vida de las personas es repartiendo dinero a solo unos cuantos. Es triste darse cuenta también que, pese a ello, ninguna de las múltiples organizaciones y grupos no gubernamentales ha levantado la mano en señal de protesta o descontento.
La Unión Europea (UE) eliminará en 2021, el cambio de horario, dejando en libertad a cada país de la comunidad, de elegir cual adopta, el de invierno o verano. Esto, basado en una cuesta que se realizó entre sus países miembros: el 84% se pronunció en contra del cambio de horario.
Sin lugar a dudas, esta política tuvo su efecto positivo en la década de los 70, cuando ocurrió la crisis petrolera. Existen poco más de 100 países en el mundo, la mayoría en el hemisferio occidental, que utilizan ambos horarios, sin embargo y atendiendo al cambio dispuesto en la UE, muchos de ellos empiezan a estudiar la alternativa de suprimirlo. México era uno de ellos, pero dada la risa burlona de nuestro presidente y el poco interés de nuestros legislados de beneficiar a todos los mexicanos de una manera rápida y efectiva, el bienestar de algunos cuantos, quedará reducido a una “mejora económica temporal”. Hasta la próxima.