“El Estado Soy yo”, frase atribuida sin pruebas históricas a Luis XIV, es la expresión más pura de la concepción autocrática de la vida política. Significa que el gobernante encarna al Estado, que su voluntad es la suprema ley y que resume en su persona todos los atributos y potestades estatales. Esta es la figura presidencial bajo la que muchos países pseudodemocráticos se han regido desde la reinstauración de la democracia moderna.
De acuerdo con Montesquieu, “todo hombre que tiene poder se inclina a abusar del mismo; continuará hasta que encuentre límites. Para que no se pueda abusar del poder hace falta que, por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder”. Así, confiando la vigilancia de los tres poderes entre sí, se controlan y detienen los excesos de los otros para impedir que, por ambición, alguno de ellos predomine sobre los demás. Esta fue la base de la división de poderes en el marco constitucional de los Estados Unidos, misma que después fue utilizada como modelo para muchas otras democracias.
El Proceso de Destitución o “Impeachment” en Estados Unidos es una herramienta de control democrático utilizada regularmente para investigar a funcionarios públicos; electos o no, sobre posibles quebrantos a la Ley. Cualquier servidor público con un rango de autoridad significativo, está sujeto a un Proceso de Destitución, incluyendo gobernadores, jueces y cualquier servidor público nombrado por el presidente. Este recurso fue diseñado para “cubrir una amplia gama de conductas graves e incompatibles con los deberes de la oficina”. Tradicionalmente El Congreso ha identificado tres tipos generales de conducta que constituyen motivos de juicio político:(1) exceder o abusar indebidamente de los poderes de la oficina; (2) comportamiento incompatible con la función y el propósito de la oficina; y (3) mal uso de la oficina para un propósito inapropiado o para beneficio personal. Once gobernadores han enfrentado el proceso, generalmente por corrupción. En tiempos recientes han renunciado antes de enfrentar el proceso. La Casa de Representante ha iniciado el proceso a 20 oficiales federales, de los cuales 15 han sido jueces, un secretario de Estado, un senador y tres presidentes: Andrew Johnson, Bill Clinton y Donald Trump.
Los senadores norteamericanos enfrentaron una situación mucho más profunda que el momento político durante el Proceso de Destitución de Donald Trump. Su actuación, que será evaluada por la historia, redefinió la división de poderes en los Estados Unidos al establecer -los abogados de la defensa- la posibilidad de que el Ejecutivo pueda evadir la supervisión del Legislativo, generando así una presidencia imperial.
La Constitución de EEUU es el resultado de un movimiento de independencia que buscaba alejarse de un sistema autocrático en la que el Rey no rendía cuentas a sus súbditos; un movimiento que estableció la igualdad de los hombres y defendió su libertad, asegurando poner suficientes límites a la figura del presidente. Y son esos límites justo los que ahora se verán afectados.
Trump es un dirigente reflejo de la corrupción de gobierno, empresarios y sociedad en general; un gobernante que se ha embriagado de poder buscando situarse por encima de la ley; que con su gusto por la provocación constante y su rampante narcisismo ha usado la burla, la mofa, el escarnio y la humillación; que en su interés por exculparse parece haber probado los límites de su poder y hasta dónde podía llegar la abyecta sumisión del Senado.
Si bien Trump se ha considerado a sí mismo como emprendedor, sus políticas han sido regresivas. Su gobierno ha sido un programa general de retiro: retiro del Acuerdo Climático de París, retiro del libre comercio, retiro del control regulatorio gubernamental de la economía y el medio ambiente, retiro militar en Siria y Afganistán, retiro de la política de migración del país. Un presidente que durante sus años de gobierno ha demostrado ser racista, mezquino, fanático religioso, misógino, deshonesto, mentiroso y no tener ningún respeto por la ley.
En el caso presentado por los 7 fiscales, los administradores del caso de la Casa de Representantes, se narró la historia del comportamiento de Trump y del por qué debería ser juzgado. Adam Schiff presentó el mensaje de apertura durante poco más de dos horas; Jerry Nadler relató la historia de Maria Yovanovich, la embajadora de Ucrania destituida por Trump por obstaculizar sus planes en aquél país; Silvia García de Texas, presentó la participación de Rudy Giuliani en Ucrania como el canal alterno del presidente; Jason Crow, exveterano de guerra de Colorado, explicó la importancia que para la Seguridad Nacional de EEUU implica el apoyo militar a Ucrania en la guerra con Rusia que el Presidente Trump decidió retener, acto que viola la Ley. Val Demings de Florida, refirió como la Casa Blanca utilizó la reunión con el presidente Zelenski a cambio de la investigación a los Biden. Joaquim Jeffreys de NY, realizó un análisis forense de la transcripción presentada por la Casa Blanca de la famosa llamada y Lofgren de California, veterana de las investigaciones en los procesos a Nixon y Clinton, presentó el plan de la administración Trump para encubrir las acciones del presidente. En apoyo a sus argumentos presentaron en pantalla correos electrónicos, mensajes de texto, registros de llamadas, transcripciones de llamadas, docenas de videos con los testimonios presentados al Congreso por oficiales del gobierno de Trump. También mostraron evidencias de información que ha salido a la luz después de que se iniciara el proceso, incluyendo una carta que Rudy Giuliani escribió al presidente de Ucrania solicitando una reunión y que fue entregada por Lev Parnas a la Cámara de Representantes.
Por su parte, los abogados de Trump iniciaron su defensa siguiendo la línea del presidente, la llamada fue perfecta, su preocupación por la corrupción en Ucrania y el desbalance en el apoyo económico de otros países europeos justificaban sus acciones. El Profesor de Harvard, Allan Dershowitz, expuso su visión sobre como un presidente cuya actuación resulte benéfica para el país, sea esta cual sea, no puede ser sometido a proceso por ello.
El conflicto de interés del abogado de Trump, Pat Cipollone quedó pendiente de resolución y podría tener consecuencias. Mientras tanto, el voto para no presentar testigos, además de ser un encubrimiento político partidista no solo fue antidemocrático (75% de los ciudadanos esperaban un juicio con testigos), sino que también fue histórico, ningún otro Proceso de Destitución se había llevado a cabo sin escuchar testigos. Este precedente cambiara por completo la dinámica de controles en la división de poderes. Trump no tardará en aprovechar la oportunidad, seguirá poniendo el sistema político a prueba, midiendo la fuerza de las instituciones; por esto, la frase de Luis XV, bisnieto de Luis XIV nos puede dar cierta luz al futuro: “Aprés moi, le déluge” (después de mí, el diluvio).