“No hay mal que por bien no venga”, refrán muy utilizado para dar ánimo en condiciones como las que actualmente vive el mundo a propósito de la propagación del virus conocido como COVID-19, y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado pandemia. Esto hace necesario encontrar los beneficios que todo fenómeno negativo trae consigo para valorar, en su justa dimensión, el impacto total y no quedarse solamente con los aspectos adversos.
De inicio, podría decir que existe un beneficio muy claro y en demasía, que todavía no es apreciado por los gobiernos y la población en general, por estar metidos, sumergidos diría yo, en la gran cantidad de información, cierta y falsa, que se difunde y propaga por los diferentes medios electrónicos. Esto, considero, ha generado pánico y nos hemos perdido de analizar las ventajas que para la naturaleza representa la cuarentena y consecuente suspensión de muchas actividades en todo el mundo. Sin duda, el impacto económico empieza a cobrar más importancia que el aspecto social o medioambiental, sin embargo, el aislamiento social está resultando bueno para nuestro planeta, le está dando un respiro y está provocando una reducción en su ritmo de deterioro y agotamiento.
COVID-19. Pandemia que, según se dice, fue pronosticada tiempo atrás por diferentes personajes y fuentes. Creída o ignorada por muchos. Utilizada a favor o en contra, según la posición u organismo que la emplea, ya sea desde un punto de vista político, social o económico. Y en lo que sí, la mayoría coincide, es que el mundo será otro una vez superada la crisis. Será tan grande y diverso su impacto, que cambiará la forma de vivir de mucha gente. La forma de gobernar será otra, así como las relaciones entre países y personas. Tampoco hay duda, que la economía a nivel personal, micro y macro, tendrá contracciones radicales, esto hará, sin dudarlo, que la pobreza en el mundo aumente considerablemente.
Todo comenzó cuando el coronavirus pasó de ser una epidemia en la ciudad de Wuhan en China, a un contagio masivo en Italia, España, Estados Unidos y un sin número de países, lo que llevó a ser declarado pandemia. El aumento exponencial de los contagiados por este virus ha hecho que se tomen drásticas medidas preventivas, como el distanciamiento y aislamiento social, ya aplicado en muchos países. Estas disposiciones están ocasionando ya efectos económicos negativos ante el cierre de comercios, industrias, hoteles, entre otros; afectando directamente a la mano de obra, formal e informal. Se pronostican graves daños financieros en todos los niveles y segmentos.
Y pese a todo lo trágico, no pasa igual en la dimensión ambiental. El simple hecho de tener a gran parte de la población mundial en reposo o aislamiento, en su mayoría en los países más “desarrollados” y con ciudades poblacionalmente más grandes, ha hecho que se reduzca, de manera importante, la contaminación de todo tipo y su degradación, favoreciendo por tanto la regeneración de la naturaleza. Esta inactividad también contribuirá a reducir el número de muertes ocasionadas por la contaminación ambiental originada por el mismo ser humano y que, según un estudio de la Sociedad Europea de Cardiología, provoca anualmente en el mundo, la muerte de 8.8 millones de personas, que por supuesto no acaparan la misma atención que las cerca de 50,000 defunciones por el coronavirus en 4 meses. ¿Será que los medios noticiosos y publicitarios influyen en eso y nos conducen a darle una importancia mayor que a peores efectos que causamos diariamente? Será interesante, al final del año, comparar estadísticas entre las diferentes causas de muerte, incluyendo las provocadas por el coronavirus, para poder hacer una medición y evaluación de daños y mejoras al ambiente, causados por esta crisis que vive el mundo entero y colocarlos en la balanza, con objeto de definir nuevas estrategias de conservación.
Estimado lector, la intención es que reflexionemos en estos momentos de crisis, sobre lo que dice el refrán: “no hay mal que por bien no venga”. No todo será negativo. Si bien, lo mejor sería tratar de evitar este tipo de pandemias evitando muertes, ya sea una o millones, pero esto resulta prácticamente imposible por el estilo de vida que llevamos, lo cierto es que también nos ayudará a limpiar y fortalecer en cierta medida nuestro ambiente; seguramente hará que la población tome acciones precautorias para evitar este tipo daños y puedan corregirse o mejorarse muchas costumbres o modos de vivir, sobre todo en las ciudades, que lleven a modificar diferentes aspectos y puedan hacer que la calidad de vida sea mejor. La naturaleza es sabia y no se equivoca, ya necesitaba un respiro. Hasta la próxima.