En estos momentos los reflectores de la “opinión pública” en México están dirigidos a la renegociación del TLCAN. Desde hace poco más de un año se inició este proceso, con la clara postura de la presidencia norteamericana de acabar con el “peor” tratado comercial que los Estados Unidos de Norteamérica habían firmado en su historia. Es claro que, en el afán de reactivar la economía norteamericana, Donald Trump intenta revertir el déficit de su balanza comercial bilateral, en donde México tiene un claro superávit que ascendió en 2017 a poco más de 65 mil millones de dólares (El Economista 07/01/2018).
Sin embargo, tenemos que tener muy claro que lo comercial es sólo una de las áreas que integran la compleja y dinámica relación económica entre México y los EEUU. Es necesario incluir la inversión, la transferencia científico – tecnológica, el turismo y el envío de remesas de los trabajadores mexicanos radicados en aquel país.
Estamos en la llamada “zona natural de influencia” de los EEUU y eso es determinante para nuestro país. “… Antes de la firma del TLC, ya México era inscrito dentro de los intereses vitales de los EEUU. Algo casi idéntico a lo que se considera su seguridad nacional” (González-Souza 1994). Para el proyecto hegemónico de los norteamericanos, México aparece como un punto central y está permanentemente en el “ojo del huracán” y en su estrategia de dominación, le otorga a nuestro país un papel protagónico. En pocas palabras, cuando se discute en el Congreso Norteamericano la problemática de México no es, en los hechos, un tema de su agenda de política exterior, es en realidad un tema de su política interior que pone en jaque su seguridad nacional.
Ante este panorama y ante el escaso margen de maniobra de la dirigencia gubernamental mexicana, se identifica una clara dependencia económica, en la que se imponen las condiciones y las propuestas emanadas del gobierno norteamericano que, como es obvio, articula sus intereses con los de su sector empresarial y diseña toda una estrategia pragmática y contundente que direcciona los procesos y prioriza sus intereses sobre los de cualquier otro país. Para el caso que nos ocupa, la prioridad es la reactivación de su economía, la generación de empleos, el crecimiento del PIB, la estabilidad monetaria y el aumento en los niveles de consumo de su sociedad. Esa es la lógica imperial norteamericana que ahora se disfraza de “nacionalismo económico”, bajo la premisa “make great America again”.
Ahora bien, si retomamos la pregunta inicial del presente artículo, las alternativas son estrechas y con múltiples condicionantes, pues nuestra economía está orientada y estructuralmente ligada a la economía norteamericana. No tenemos independencia ni autonomía en las decisiones de Política Económica; somos muy vulnerables a los altibajos de los mercados internacionales y la estabilidad del peso está en función de la especulación financiera y a los cambios en la política binacional.
El flujo de capitales productivos tiene una presencia determinante de agentes externos: “México registró una inversión extranjera directa (IED) preliminar de 9,502 millones de dólares (mdd) durante el primer trimestre de 2018. Ese monto es 19.6% mayor que la cifra preliminar del mismo periodo de 2017 que fue de 7,945 mdd (…) “El monto de IED del primer trimestre de 2018 es la cifra preliminar más alta, para un período equivalente, en toda la historia del indicador y es el resultado neto de la suma de 11,480.4 mdd por concepto de flujos de entrada menos 1,978.0 mdd contabilizados como disminuciones de IED” según lo revela la Secretaría de Economía.
La presencia del capital de origen norteamericano en México, no sólo es el de mayor peso estadístico, “… Por país de origen: Estados Unidos, 43.6%; España, 18.6%; Canadá, 8.6%; Australia, 5.9%; y Países Bajos, 5.1%; otros países aportaron el 18.2% restante”; es el que está mejor posicionado en los sectores estratégicos de la economía, tales como el manufacturero, el energético, los servicios financieros, la minería y comercio.
Como puede advertirse, la problemática es compleja y es necesario reflexionar más a fondo; por tal razón, en la próxima entrega seguiremos abordando este apasionante tema.
Fuentes Consultadas:
- González-Souza, L. (1994). Soberanía Herida. México: Nuestro Tiempo.
- Forbes Staff. (2018). Inversión extranjera directa a México sube 19.6% en primer trimestre. agosto 28, 2018, de Forbes México Sitio web: https://www.forbes.com.mx/mexico-registra-inversion-extranjera-de-9502-mdd-en-primer-trimestre/